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segunda-feira, 9 de dezembro de 2013

LA PUNTA DE LA LENGUA



La indefinición de los novios
El primer ‘Diccionario’ incluía solo una acepción. Después se le complicó el asunto a la Academia
ÁLEX GRIJELMO en El País - España

Incluso las noticias más serias deben referirse a la relación entre dos individuos cuando ello tiene relevancia en los hechos: padre, hijo, abuelo, primo, tío, amigo, compañero, colega… Casi todas esas palabras están tasadas con un significado que ofrece pocas dudas. Sin embargo, otro término de ese campo semántico resulta escurridizo hoy día: novio (y novia).

El primer Diccionario (1734) incluía solo una definición de novio o novia: “El recién casado, o inmediato a casarse”. Después se le empezó a complicar el asunto a la Academia porque la realidad se transformaba. Hoy el novio es en primera acepción solamente la “persona que acaba de casarse” (“¡vivan los novios!”, se grita en el banquete). En la segunda acepción se define como la “persona que mantiene relaciones amorosas con fines matrimoniales”. Y en la tercera, la “persona que mantiene una relación amorosa con otra sin intención de casarse y sin convivir con ella”. O sea, el periodo previo a la boda es ya tan largo que caben una intención y su contraria.

En la vida real tenemos el novio que va a casarse y vive con su novia, el novio que va a casarse y no vive con su novia, el novio que no va a casarse y sí vive con su novia. Y finalmente, el novio que no va a casarse y no vive con su novia. Y por supuesto, la novia que no va a casarse y vive con su novio, la novia que vive con su novia, el novio que vive con su novio… Y además pueden darse casos de novios en que uno quiere casarse y el otro no.

Si algo en la vida no está del todo claro, lo normal es que el Diccionario lo note.

Para aliviar este embrollo quizá se podría resumir esa segunda acepción de novio de modo que designara a la “persona que mantiene una relación amorosa con otra sin haberse casado con ella”, lo cual incluiría todas las variedades de noviazgo citadas y eliminaría las contradicciones.

Pero ¿qué sería ahí “una relación amorosa”? ¿Y unas “relaciones amorosas”?

Las definiciones actuales usan el plural (“relaciones”) para los novios que desean casarse, y el singular (“relación”) para los que no albergan esos fines. Parecen diferentes “las relaciones” y “la relación”, pues el primer caso admitiría intermitencia y variedad, mientras que la relación en singular la imaginamos única y sólida. Pero estarían intercambiadas, porque las plurales “relaciones” se asignan a los novios de boda organizada, y la “relación”, en singular, a los novios sin ceremonia a la vista.

Vayamos ya al adjetivo amoroso. Para empezar, una relación amorosa puede ser la del abuelo y la nieta, pues amoroso se define como adjetivo destinado a expresar “que siente amor” o “que denota y muestra amor”. ¿Y qué significa entonces amor?

Ya llegamos a donde esperábamos. Las acepciones de amor incluyen una que se habrá pensado aplicable al caso de los novios. Desde 1869 hasta 1970 estuvo redactada así: “Pasión que atrae un sexo hacia el otro”, y en 1992 se reescribió: “Atracción sexual”. En la actualidad leemos: “Tendencia a la unión sexual”. Por tanto, el novio sería en esa segunda acepción la “persona que mantiene una relación tendente a la unión sexual con otra sin haberse casado con ella”. Pero algo sigue sin funcionar, porque ahí faltarían los sentimientos, y tal descripción se aproximaría mucho a la nueva definición de amante: “Persona que mantiene con otra una relación sentimental (sin vínculos regulados por la ley)”. En la que, por cierto, faltaría la pasión sexual.

Con todo este lío, no extraña que la gente se busque alternativas como “Menganita y Fulanito salen juntos” (de lo cual se deduce que también entran), o que se presente a quien anda cerca como “mi compañero”, “mi pareja”, “mi chica”... Rara vez ya “mi prometida” o “mi novio”, palabras antiguas que han perdido prestigio y claridad.

Sin embargo, no terminan ahí las posibilidades. En México y otros países de América se dice con ironía y sin zarandajas: “Aquí te presento a mi peoresnada”.

El Diccionario suele reflejar la vida, pero vamos viendo que ciertos aspectos de la vida rompen poco a poco los moldes del Diccionario. Qué divertido.

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