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domingo, 1 de dezembro de 2013

Lo que ni el Diccionario puede cambiar



Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Twitter: @gramelgar | Mail: lineadirecta@lanacion.com.ar |

Los prejuicios nos limitan, nos empobrecen, pero los mantenemos porque también nos ayudan a soportar mejor ciertas verdades. Incluso, podría decirse que hay dos categorías: los prejuicios "positivos" y los prejuicios "negativos".


Con respecto a los primeros, hay un buen ejemplo en un artículo del escritor Javier Marías, titulado "Suerte que no hay simios en Ohio" ( http://bit.ly/19ar7KF ). En él, Marías se encarga de destruir ciertas creencias; por ejemplo, que todos los escritores escriben correctamente en su idioma de origen. Dice Marías, un tanto apocalíptico, como es su estilo: "Ya que estamos en ello: hay montones de escritores incompetentes a los que les publican sus libros (eso sí, después de que las editoriales hayan quitado las faltas de ortografía y adecentado el texto ilegible); traductores que desconocen las dos lenguas, la de origen y la de destino..." Vale la pena advertir que el artículo es sobre el concepto de "discriminación" que se está generalizando tanto últimamente.

Desde hace unos días, nos enteramos de que hay también prejuicios "negativos", por lo menos descubiertos en acepciones de palabras que todavía hoy incluye el Diccionario de la RAE, y de los que muchos hispanohablantes quieren desprenderse rápido y limpiamente. Son, como en el poema "Amo amor", de Gabriela Mistral, "el mal pensamiento" que alguna vez se tuvo.

La próxima edición del Diccionario , por lo tanto, hará desaparecer algunas acepciones consideradas "machistas" (por ejemplo, lo femenino no equivaldrá a 'débil y endeble', ni lo masculino a 'varonil y enérgico'); incorporará enmiendas en las entradas que corresponden a los nombres de profesiones o actividades que también desempeñan mujeres, y desechará acepciones "impropias" para la concepción actual como " periquear.1. intr. Dicho de una mujer: disfrutar de excesiva libertad", y muchos otros cambios más, dentro de las casi 93.000 entradas que constituirán la vigésima tercera edición del DRAE , que saldrá a fines de 2014.

¿Habrá hablantes que extrañen esa acepción del verbo periquear? No lo sabemos, pero se puede coincidir con el director de la próxima edición, el académico Pedro Álvarez de Miranda, cuando dice que "si la sociedad es machista, el Diccionario la reflejará. Cuando cambia la sociedad, cambia el Diccionario ". Y cuando añade: "Lo que no se puede pretender es cambiar la realidad a través del Diccionario ".

En un reciente artículo, "La palabra inmigrante se hereda" ( http://bit.ly/18u1avt ), aparecido en su columna dominical "La punta de la lengua", el periodista español Álex Grijelmo dice "Llamamos extranjero a un alemán o a un canadiense, pero inmigrante a un rumano o un marroquí", y la diferenciación, bien lo demuestra Grijelmo, no es inocente. De manera que, aunque el compartido Diccionario de la RAE trate de enmendar viejos prejuicios o acepciones que han caído definitivamente en desuso, no podrá cambiar la condición humana.

¿Y qué pasará con un joven lector que decida leer, por ejemplo, las Novelas ejemplares de Cervantes, cuando tropiece con esta acepción de gozar , de ahora en adelante desusada: "Conocer carnalmente a una mujer"? El contexto lo ayudará, seguramente.

© LA NACION.

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