Por Enrique R. Soriano Valencia
Extranjerismos
Los extranjerismos son palabras que proceden de otro idioma y poco a poco van ganando terreno en nuestra lengua. En algunas ocasiones está justificado su uso; en otras no son recomendables.
Actualmente, ningún idioma es «químicamente» puro. Todos han tenido influencia de otros. Por ello, no son censurables; pero sí recomendable tomar en cuenta las normas ortográficas para acercarlas lo más posible a las características propias del español.
Los académicos distinguen dos tipos de incorporaciones: crudas y adaptadas. Las primeras son vocablos que se usan en nuestro idioma con la misma grafía (forma de escribir) que en su origen. Tenemos casos como ‘jazz’ («Género de música derivado de ritmos y melodías afronorteamericanos»), procedente del inglés o ‘pizza’ («Especie de torta chata, hecha con harina de trigo amasada, encima de la cual se pone queso, tomate frito y otros ingredientes como anchoas, aceitunas, etc. Se cuece en el horno»), del italiano. Y los adaptados son los que, para respetar el sonido, modificaron su grafía, como ‘mitin’ (del inglés meeting, reunión) o ‘futbol’ (también del inglés foot ball, balón pie o juego de pelota que se juega fundamentalmente con los pies).
No obstante, también hay extranjerismos que se han incorporados crudos gráficamente, pero en algunas partes se pronuncian como se escribe y en otras con la fonética original, iceberg por ejemplo; en España se pronuncia como está escrito, pero en México la fonética es como en el inglés.
Por esta diversidad, conviene considerar las recomendaciones académicas.
Por una parte, evitar los extranjerismos superfluos o innecesarios. Estos se refieren a vocablos de los que existe su equivalente en español, por lo que su uso en el idioma original puede ser confuso para muchas personas. Es el caso de *resetear (del inglés reset). Se usa con mucha regularidad en aparatos electrónicos que bien puede aplicarse ‘reiniciar’. También están muy extendidas voces como consulting (consultoría), back up (respaldo).
Los considerados extranjerismos necesarios o no superfluos son aquellos que no tienen equivalente en español (como tsunami) y que para describir algo, darle presencia en nuestra habla y en la mente, se hace necesario incorporar el vocablo.
En este sentido pueden dejarse con la ortografía original: hardware, aunque deberá resaltarse con cursivas o comillas –indica la norma, siendo preferente las cursivas, pues las comillas podrían interpretarse como ironía, imprecisión o incorrección–. En buena medida ello también se debe a que se ha popularizado tanto el vocablo con su grafía original, que modificarlo podría propiciar una incomunicación (escribirlo como suena, *járguord, por ejemplo).
No obstante, con el propósito de conservar el idioma en su característica original, la que le distingue de otras lenguas, lo preferente será ya sea adaptar la grafía a la pronunciación en el idioma original o conservar la grafía, pero pronunciarlo acorde a la fonética de nuestro alfabeto.
Con esto último se evitaría darle un sonido que no corresponde a determinadas letras. Es el caso de niños con nombres como Jonathan y se les llama Yónatan. En estos casos, la consonante «J» se le atribuye un sonido que en español no le corresponde y que resulta más parecido a la «Y».
sorianovalencia@hotmail.com
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quinta-feira, 9 de janeiro de 2014
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