Oído al parche
Amando de Miguel en Libertad Digital - España
La expresión es muy típica de los ambientes cuarteleros. El verbo oír está en decadencia en todas partes, malamente sustituido por escuchar. El parche se utiliza aquí como metonimia del tambor, que se hace sonar antes de una proclamación o aviso. La palabra nada menos que procede de la tierra de los partos o Partia, en el Asia Menor, donde se fabricaban unas badanas estupendas para tambores. En este caso me tomo la libertad para que, al encender la tele, imaginemos que nos dicen: "¡Oído al parche!". Esto es, prestemos atención a lo que van a decir las cabezas parlantes. Es algo así como el discurso de don Quijote a la salida de la cueva de Montesinos.
Mi afición televisiva es el género de las tertulias, para qué nos vamos a engañar. Me fascina el lenguaje de nuestros tertulianos más vocales. El otro día soltó uno sin pestañear: "Las cifras de paro descienden, sí, pero pírricamente". Caray con el adverbio. Es usual el adjetivo pírrico, de un tal Pirro, rey de Epiro, por un suceso a él atribuido. Fue una victoria en la que perdió más soldados que el ejército derrotado. Pírricamente es un audaz neologismo que deja boquiabierto a los tertulianos y a los espectadores. Mi abuela Gumersinda lo decía con más elegancia: "Menos lobos, tío Jeromo". El dicho se puede aplicar a cualquier cifra triunfalista. Es claro que el tío Jeromo, buen cazador, exageraba un poco sus hazañas cinegéticas.
Lo que me encanta de la dialéctica tertuliana es el continuo recurso a unos cuantos giros, tan efectivos como cansinos. Por ejemplo, "ahora bien". Es fácil interpretarlo. Quiere decir que se anula lo dicho antes. Resulta muy útil para llamar la atención de los otros tertulianos y para que el moderador no interrumpa al orador. "Ahora bien" quiere significar: "Lo bueno viene ahora”. A ver quién es el guapo que le interrumpe ante esa llamada de atención. Es el equivalente del “oído al parche” pero sin gracia.
Hay otros trucos para conseguir el mismo efecto de que a uno le dejen seguir perorando en una tertulia. El clásico es "dicho lo cual", pero resulta ya un poco anticuado. Es más efectivo decir después de una parrafada: "Segundo". Nadie se va a percatar de que no hubo un "primero". Se produce el mismo efecto: la expectativa de lo que viene a continuación. También se puede anunciar que el razonamiento que sigue se debe a "dos razones". No queda más remedio que escucharlas. Lo de "tres razones" sirve para lo mismo, pero es ya un poco arriesgado.
Los intermedios publicitarios de los programas de la tele pueden resultar reiterativos, pero para eso está el zapeo. Me intrigan los anuncios que se llaman de teletienda, en los que intentan vender toda suerte de artefactos o dispositivos maravillosos para la vida doméstica. Lo más llamativo es que muchos de ellos se venden al "increíble precio que figura en pantalla" y que suele ser "29,95 euros". Ignoro cómo es que han llegado a esa cifra. ¿Por qué resulta “increíble”? ¿Por qué el vendedor no la pronuncia? Supongo que son secretos del márquetin, de la psicología profunda del consumo. Ahí yo ya me pierdo.
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terça-feira, 4 de fevereiro de 2014
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