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quinta-feira, 6 de fevereiro de 2014

LA LENGUA VIVA





Jugando con las palabras
Amando de Miguel en Libertad Digital - España




El eruditísimo A. Rodríguez contrapone la hipocresía de los políticos respecto de los que están más arriba con la hipercresía cuando se dirigen al pueblo. El neologismo es un poco forzado para mi gusto. El hipocrités era el actor de teatro para los griegos y, por tanto, el que se disfrazaba. El sentido despectivo de la palabra se aplica a los que en la vida real sobreactuamos, pero no creo que nos añada nada lo de hipercresía. Como juego de palabras puede pasar. Nuestro eruditísimo avisa, con buen acuerdo, de una invasión de las figuras que aparecen en las pantallas azules: los paranaderos y las paranaderas. Se distinguen por contestar "para nada", en lugar de un sí o un no, como Cristo nos enseña. Esa última comparación la pongo yo, abrumado igualmente ante la invasión dicha. Es más, sospecho que el "para nada" suele equivaler a un “no” mendaz. La prueba es que gustan de repetir la expresión: “Para nada, para nada”. Está claro que mienten.

Ignacio Frías sigue especulando sobre la magia del número tres. Aduce una curiosidad: en francés très significa "muy". Le fascina la expresión "a la tercera va la vencida". Su interpretación es que los ejércitos romanos disponían de una táctica de tres filas de soldados. La tercera era la de los veteranos, los que decidían la suerte del combate después de quemadas las dos filas anteriores. José María Iribarren es más partidario de la tesis de Correas. A saber, en los deportes de lucha el ganador lo era si lograba doblegar al contrario tres veces. La tercera era la definitiva. Más sencillo me parece que en la vida corriente nos damos ese criterio de intentar el objetivo tres veces. La razón está en que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Quizá sea un recuerdo de los juegos infantiles en los que se adoptaba esa regla para vencer. La figura del trébol ha sido siempre la de la buena suerte. Queda el misterio de "buscar tres pies al gato". Lo definitivo es que "tres eran tres las hijas de Elena; tres eran tres y ninguna era buena".

Don Ignacio discute la apreciación de Damián Galmés sobre el origen de la voz flamenco, en el sentido que se aplica a los gitanos andaluces, a sus manifestaciones folclóricas. Don Ignacio alega que esa palabra procede de unas navajas o dagas antiguas que procedían de Flandes. No me convence mucho esa interpretación. No queda claro por qué esas armas las iban a llevar precisamente los gitanos andaluces. Pero, sobre todo, la voz flamenco, en la acepción dicha, es muy anterior a la existencia social de Flandes para los españoles. Así que me quedo con la interpretación de don Damián, que me la demostró en las charlas junto al fuego. Lo bueno de la etimología, como ciencia espuria, es que caben todas las fantasías y especulaciones. Es difícil reducirlas a evidencias. Por eso es tan jugoso el libro de José María Iribarren. Vean en él lo de los tres pies del gato.

Hace tiempo que no presentamos esos descubrimientos felices del politiqués. He aquí una perla. José Luis García Valdecantos ha recogido una declaración de la Junta de Andalucía. En ella se considera la bicicleta como favorecedora de la "sostenibilidad sostenible". Un premio habría que dar al autor de tal elogio.

Edelio de Miguel me envía la jugosa parábola de la carreta, que oyó de su padre (y tío mío). El eje de la carreta rechina más cuanto más ligera de carga va. Por lo mismo, los que peroran sin ton ni son es que están vacíos de ideas y por eso rechinan tanto. Dicho lo cuyo, me callo.

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