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segunda-feira, 3 de março de 2014

DESDE DENTRO RICARDO PEYTAVÍ











La pareja


Me hace algunas observaciones Carlos Castañosa -apreciado amigo al que hace tiempo que no veo- sobre las divagaciones que escribí hace unos días respecto al uso del lenguaje. En concreto, me señala que tanto el Diccionario de la Real Academia Española como el de María Moliner -hay mucha gente que prefiere el Moliner al DRAE; respeto las apetencias de cada cual, pero como referencia me gusta más este último- admiten que pareja puede designar igualmente a un conjunto de dos personas, animales o cosas, o a cada uno de los miembros individuales de ese arreglo. Es cierto. Y también lo es que muchos eruditos en asuntos del idioma -yo no lo soy; me limito a utilizarlo lo mejor que puedo- recomiendan que se emplee pareja para designar par en cuestión y no a cada una de sus individualidades por una razón tan poderosa como concreta: no quitarle precisión a la lengua.

Lamentablemente, ya no se estudia el bachillerato que cursamos los que tenemos más o menos la edad de Castañosa. Gentes que, al margen de su formación profesional -médicos, abogados, ingenieros, pilotos, marinos; lo que sea-, adquirieron previamente una sólida cultura general mientras cursaban la denominada enseñanza media. Un bachillerato en el cual el profesor de lengua nos tachaba de rojo en las redacciones el abuso de los verbos polisémicos (hacer, haber, tener, ser, etcétera) porque denotaban una pobreza del lenguaje. Se puede hacer una película, amistades, goles y hasta dinero, desde luego, pero queda mejor filmar -o rodar- una película, granjearse amistades, marcar goles o ganar dinero.

El español es un idioma mucho más preciso que el inglés pero menos que el alemán. Si tenemos una palabra para expresar el concepto de marido, mujer, novio, amante, compañero, querida, esposa y hasta barragana, ¿por qué limitarnos al genérico "pareja", al igual que hacemos al recurrir a los citados polisémicos? De nuevo, apreciado Carlos -y apreciadísimos lectores en general- obramos así por causa de lo políticamente correcto. En el caso de las uniones entre hombres y mujeres actualmente en España cada cual puede elegir el modelo que más le apetezca. Puede casarse delante de un altar, puede hacerlo civilmente en un juzgado o puede simplemente vivir bajo el mismo techo del señor o la señora que desee sin que nadie lo critique por ello. Naturalmente, siempre habrá quien lo tache de inmoral o algo parecido, pero estamos hablando de la población mentalmente sana y no de los meapilas, tanto los teñidos como los que optan por lucir sus honrosas canas.

Pero claro, como por encima de las moralidades está la política, la palabra "pareja" se ha llevado el gato al agua por su cualidad de inespecífica. La pareja de fulano de tal puede ser tanto su amante como su esposa hasta que la muerte los separe sin necesidad de entrar en detalles. Porque entrar en detalles, estimado Carlos, es lo más incorrecto política y no políticamente en una sociedad tan farisea como esta que nos ha tocado padecer.

rpeyt@yahoo.es

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