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quinta-feira, 17 de abril de 2014

LA LENGUA VIVA


Los 


verdaderos 


problemas de los 


españoles


 en Libertad Digital - España

De vez en cuando los medios de comunicación nos obsequian con el dato, aparentemente preciso o científico, de cuáles son los problemas que preocupan más a los españoles. Los primeros lugares los ocupan el paro, la crisis económica, la corrupción política, los políticos o los partidos. El dato procede de una encuesta y, por tanto, hay que interpretarla bien. No es una operación sencilla. Me precio de haber levantado cientos de encuestas a lo largo de mi vida profesional. Nunca se llega a dominar el oficio. Veamos (como dijo el ciego) lo que pasa con la encuesta en cuestión.
A los entrevistados se les ofrece una lista cerrada de posibles problemas, y ellos deben decir cuánto les importan. Se trata de un planteamiento especioso. Primero, porque la lista ofrecida se refiere más bien a los problemas colectivos que puede resolver el Gobierno. Pero está por ver que las autoridades puedan acabar con esos males. Segundo y más decisivo, los problemas reales que aquejan a los españoles suelen ser de una índole muy distinta. Es decir, no están en la lista o (lo que resulta decisivo) no es fácil que se quiera hablar de ellos.
A los españoles nos preocupa de manera primordial todo lo relacionado con la vida personal o la del hogar. Por ejemplo, la salud de cada uno, los hijos, la dependencia de los mayores, el bienestar del hogar, los recursos con los que cuenta. También puede interesar mucho el deporte, el trabajo o los estudios, el ocio con los amigos. Pero resulta que todo eso no suele ser noticia destacada, con la excepción del deporte. Los telediarios se centran en sucesos violentos, conflictos de todo tipo, incluidos los políticos. Solo se acercan a los verdaderos intereses de la gente con las noticias deportivas, que son siempre las más amables de todas. Se puede observar que los comentaristas deportivos son los que más sonríendelante de las cámaras de la tele.
Hay en esto una relación circular. Los problemas que plantean las encuestas (no sé por qué se llaman barómetros) se extraen del índice que interesa a los telediarios y otros medios informativos. Como son de tipo político (nuevamente con la excepción del espectáculo deportivo), no extrañará que las respuestas se refieran a ese orden de problemas. Pero nos quedamos sin saber lo que verdaderamente preocupa o interesa a los españoles. Si los medios dicen que el terrorismo no da noticias, a la gente ya no le preocupa el terrorismo. Así con todo.
Es difícil que las encuestas indaguen el repertorio de problemas verdaderos que preocupan a la gente. La razón es cultural. Ante una pregunta de ese tipo, el español medio contesta desabrido: "Yo no tengo problemas". Claro que los tiene, pero no le gusta exponerlos a un desconocido. Se entiende que los problemas pertenecen a la esfera íntima, no son para airearlos. Por eso resulta un fácil expediente referirse a los problemas que teóricamente pueden ser resueltos por el Gobierno. Es otra creencia falsa. El Gobierno no puede hacer prácticamente nada para acabar con la corrupción de los políticos, para mejorar nuestros ingresos, para crear puestos de trabajo. Otra cosa es que los gobernantes digan que pueden hacer todo eso. Pero la cosa es simplemente retórica. No existe nada parecido a una acción salvífica o taumatúrgica por parte del Gobierno. Todo lo más que puede hacer (y es lo que hace) es recaudar impuestos para transferir una parte a las personas más necesitadas. Pero, aun en eso, no está nada claro que esas transferencias vayan a mejorar el bienestar general, a reducir las desigualdades.
De lo anterior se deduce la importancia que puede tener el conocimiento preciso de las palabras. De otra forma nos seguiremos moviendo en el artificio retórico. Por eso no es baladí que se refine esa jerga que he llamado politiqués. Resulta necesaria para tener entretenido al personal, ahora ciudadanía.

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