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segunda-feira, 7 de abril de 2014

TIRADENTES

El prócer que Brasil dibujó a su medida

Historia política. Tiradentes es considerado el héroe que impulsó la independencia de Brasil. Pero el movimiento que lideró en Minas Gerais buscaba que esa capitanía soberana se uniera con otras del país.

en Revista Ñ - Clarín - Buenos Aires
En esta Iberoamérica que resiente las imperfecciones de sus democracias, de sus regímenes representativos y en parte de ellos padece las serias fallas de sus federalismos, descorrer el velo que sobre la historia de las independencias ha tendido la preocupación por la identidad nacional, no sólo es un requisito para una buena historiografía sino también un imprescindible sinceramiento para entender las raíces de nuestra actual realidad política. Advertir que el proceso de formación de los estados nacionales comenzó por obra de ciudades y provincias soberanas, y no de naciones entonces inexistentes, tiene mucho que ver, por ejemplo, con el accidentado curso de las relaciones entre provincias y gobierno nacional que en Argentina caracterizan hasta hoy a nuestro viciado federalismo.
Por lo que voy a exponer, no quiero que los lectores de este artículo piensen que me ensaño con las presidentes latinoamericanas. Pero sucede que en unas por lo demás laudables declaraciones, la presidenta de Brasil pagó tributo a un anacronismo similar al de la presidenta argentina cuando declaró que Artigas quería ser argentino. Si bien esto no amengua el valor del resto de las opiniones de Dilma Rouseff –respetuosas, además, de la historiografía profesional, mérito poco común en la política contemporánea–, me parece necesario detenerme en este asunto porque nunca podrá ser bien comprendida la historia latinoamericana del siglo XIX, ni los a veces trágicos conflictos que la caracterizaron, si se piensa que Argentina, Brasil y otras naciones de esta región ya existían en el momento de las independencias, y que ya estaban los argentinos, brasileños o mexicanos, entre otros pueblos de la actualidad.
En 1970, la entonces joven militante contra la dictadura militar que gobernaba Brasil, Dilma Rouseff, fue detenida, torturada y encarcelada. Cuarenta años después, la ya presidenta de Brasil comparaba su lucha y la de sus compañeros de militancia con la del grupo liderado por el héroe de la independencia brasileña, Tiradentes. La ejecución de Tiradentes, y el exilio de los demás conjurados “por haverem se atrevido a desejar um Brasil independente”, declaraba la presidenta, fue una tentativa inútil de extinguir el ideal brasileño de emancipación y, en cambio, sirvió para plantar la semilla de la libertad en el corazón de los brasileños. A fines de octubre pasado la presidenta del Brasil, volvió a referirse a Tiradentes en una red social, al comentar su lectura de un libro de historia presentado por aquellos días en la Universidad de Princeton, O livro de Tiradentes,traducido al portugués y publicado en Brasil con estudios del compilador y de sus colaboradores brasileños (Kenneth Maxwell –Coord.–, O livro de Tiradentes. Transmissão atlântica de ideias políticas no século XVIII , São Paulo, Penguin, 2013) “Estou lendo ‘O Livro de Tiradentes’ –decía Dilma Rouseff y agregaba acertadamente–: Revela influencia dos textos da independência americana na formação dos ideais da Inconfidência Mineira.” Uno de los más famosos movimientos precursores de las independencias de las colonias de España y Portugal fue, en efecto, la denominada Inconfidência Mineira , liderado por Tiradentes, un militar de Minas Gerais, militar a la vez que dentista, razón por la cual recibió el mote con el cual pasó a la historia. Se trataba de la conjuración, nacida en la rica capitanía de Minas Gerais con el propósito de independizarla, que por estar dirigida contra la fidelidad a la corona portuguesa recibió ese nombre, equivalente en español a infidencia o deslealtad. La conspiración fue descubierta en 1789 antes de dar sus frutos y sus líderes presos, juzgados y condenados a muerte. Sin embargo, por decisión de la reina de Portugal, las condenas fueron conmutadas por destierro, con excepción de Tiradentes, quien fue ejecutado en abril de 1792, y su cuerpo despedazado para exhibir sus distintas partes en diversos lugares a modo de ejemplar escarmiento.
Una vez nacido el Estado brasileño la figura de Tiradentes no recibió mayor atención dado el carácter monárquico de la nueva nación y el ideario republicano de aquél. Recién con el comienzo de la República, en 1889, su imagen cobraría relieve para adquirir el actual carácter de prócer de la independencia.
Las versiones habituales de la historia de la Inconfidençia señalan que el ideario de los conjurados mineiros estaba influido por doctrinas de la Ilustración europea y de la independencia estadounidense. Este enfoque no es errado, pero, respecto de la independencia estadounidense, corresponde advertir que ella no sólo influyó como ejemplo de un exitoso movimiento independentista sino también por la forma en que fue resuelta inicialmente la relación entre las colonias que se independizaban. Es decir, por la solución que se le dio al gran problema de la historia política de la época, el de la soberanía, en los Artículos de Confederación y Unión Perpetua (1781), considerados habitualmente como la primera constitución estdounidense, precursora de la de Filadelfia (1787) que suplantaría la Confederación por el Estado federal. Y esta aclaración cobra sentido por el ya señalado carácter mineiro y no brasileño de la Inconfidençia , dado que una posible confederación de las capitanías podría haber sido el primer paso republicano hacia un futuro Estado nacional.
Estados Unidos, un modelo a seguir
La reciente publicación de O livro de Tiradentes permite comprender mejor los motivos de la atracción del proceso estadounidense entre los conjurados mineiros . El libro que en los círculos de conspiradores se conoció con ese título, a raíz del aprecio que había merecido de Tiradentes y su voluntad de difundirlo, era en realidad un conjunto de documentos de la revolución estadounidense que habían sido editados en Francia en 1778. Se trataba delRecueil des loix constitutives des Etats-Unis de l’Amerique , que contenía, además de la declaración de independencia de los Estados Unidos y del Acta de Confederación, las constituciones de casi todos los Estados confederados, además de diversos documentos emanados del Congreso Continental o de la Confederación.
La idea de independizarse de Portugal fue animada por un agravio de la metrópolis, similar al que había hecho estallar la revolución estadounidense: las exacciones impositivas a la producción de oro en Minas Gerais, comparadas por los conspiradores mineiros –como recordaba Dilma Rouseff– con las pretensiones tributarias del parlamento británico que fueron el disparador de la rebelión anglo americana. Pero otro de los rasgos que merece destacarse por su atracción para los conjurados mineiros es que varios de los documentos incluidos en esa recopilación reflejaban la solución confederal, no centralista, a la unión política de los nuevos estados soberanos que acababan de independizarse de Inglaterra. La experiencia estadounidense reflejada en el Recueil fue de particular interés para los conjurados de Minas Gerais porque les sugería cómo podría ser la unión de esa capitanía con otras del Brasil luego de que todas se independizaran de Portugal. Como la nación brasileña aún no había nacido, cada capitanía era el germen de un Estado independiente, realidad similar, a grandes rasgos, a la del Río de la Plata y de otros lugares de Hispanoamérica al estallar sus independencias.
Algunos simpatizantes de los conspiradores, residentes en Europa, tenían conexiones con personalidades de Inglaterra y sobre todo de Francia. El medio intelectual francés en vísperas de la Revolución estaba muy interesado e informado sobre el curso de la revolución estadounidense, tal como entre otros casos lo muestra el libro del Abate MablyObservations sur le gouvernement et les loix des Etats-Unis . Pero también tenían conexiones con los diplomáticos estadounidenses destacados en Europa, al punto que un partidario de los conjurados logró, por mediación de uno de esos diplomáticos, una reunión con Thomas Jefferson para explicarle los objetivos del complot y pedirle que intercediera ante su gobierno para apoyar la revolución que preparaban –pedido transmitido por Jefferson aunque sin ulteriores resultados.
Pero es de advertir que si bien la independencia estadounidense gozaba de extendidas simpatías en un medio político como el de la Francia en vísperas de la revolución, en buena medida ello se debía a lo que significaba como debilitamiento de la rival Inglaterra y no sólo a la atracción de su ideario. Por otra parte, esa simpatía no tenía mucho que ver con la solución política adoptada bajo forma confederal, razón por la cual los textos del Recueilsufrieron cierta manipulación por el editor francés, tendiente a dar la impresión de que los Estados Unidos eran un Estado y no una reunión de Estados. Esto condecía con la preferencia por la centralización política predominante en Francia, que luego de la revolución hizo optar por formas estatales centralizadas, fueran republicanas o monárquicas.
Las soberanías regionales
Algo similar, luego de la independencia, ocurriría en el propio Brasil, donde hábiles negociaciones de la burocracia imperial con las câmaras municipales, por un lado, y la represión de las tropas imperiales, por otro, lograron controlar a las soberanías regionales, aunque sin impedir ocasionales emergencias. Por ejemplo, en el Brasil independiente, la tendencia a preservar la soberanía local había sido anticipada por la proclamación en Pernambuco de una Confederación del Ecuador, en 1824, inmediatamente sofocada. Pese a que las tendencias nacionalizantes de la historiografía brasileña, similar a la de los países hispanoamericanos, han tendido a opacar la trascendencia de esas rebeliones considerándolas como expresión de sentimientos localistas o de simples tendencias federales, lo cierto es que reflejaban, como en el resto de Iberoamérica, la defensa de las soberanías locales frente a las soluciones centralistas. Así, ocurrieron rebeliones urbanas entre 1831 y 1835 y la proclamación de independencia por parte de tres provincias, Pará (1836, duró hasta 1840), Bahía (1837-1841) y Río Grande do Sul cuya república farroupilha se mantuvo independiente del Imperio brasileño durante diez años, entre 1835 y 1845.
Como vemos, el interés despertado por la revolución estadounidenses en los nuevos países de raíz ibérica iba más allá de la también fuerte atracción por ideas como las de libertad, independencia o republicanismo. El inicial ejemplo estadounidense de confederación de estados soberanos ofrecía una atrayente alternativa frente a las tendencias centralizadoras basadas en el dogma de la indivisibilidad de la soberanía. Considerar la gesta de Tiradentes como dirigida a lograr un Brasil independiente puede expresar el justo reconocimiento posterior de los brasileños para el héroe de Minas Gerais, pero lo cierto es que el objetivo de Tiradentes y sus acólitos había sido el de lograr la independencia de la capitanía mineira y no de un Brasil que todavía no existía.

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