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quinta-feira, 29 de maio de 2014

LA LENGUA VIVA



Ambigüedades mil


 en Libertad Digital - España




José Luis García-Valdecantos se suma al asombro que produce llamar "baño" a un cuartito en un local público donde nadie se puede bañar. Añade él otro eufemismo parecido: inodoro para el retrete. Pero añado que retrete (= retirado) es otra manera dedicada de nombrar las letrinas. Más divertido es este otro eufemismo que aduce don José Luis: "Señoritas de dudosa reputación", desde luego nada dudosa. Añado que ahí se juega con la doble significación que pueda tener la palabra señorita (= doncella) y el juego de sonidos conreputación. Me informa don José Luis que en Eslovenia los urinarios de los locales públicos presentan en las puertas estas dos palabras:Maski y Zaska (= varones y mujeres). Bueno es saberlo. Añado que convendría llegar a una nomenclatura internacional para estos casos, por lo menos en los aeropuertos.
Detrás de todas estas bromas está el asunto más serio del feminismo militante. Relata don José Luis el caso de una feminista radical que se quedó embarazada. Le dijeron que la criatura era un varón y ella comentó: "¡Qué mala suerte, tener que criar a uno del enemigo!". A propósito, recibí una circular de la señora Valenciano/a animándome a votar a su partido. Me trata de usted y se despide con un recuerdo afectuoso "para los suyos". Pregunto: ¿no para las suyas?
Félix Pérez Villega plantea la vieja polémica de si debemos decir español o castellano para nuestro idioma común. Contesto sintéticamente, porque el asunto ya está tratado. 1) Históricamente fue el castellano, pues se limitó a Castilla, aunque naciera seguramente en la zona meridional del País Vasco. Pero el País Vasco se integró enseguida en Castilla y nunca fue independiente como Navarra. 2) Con el tiempo llegó a ser el único idioma en el que se podían entender todos los españoles, incluidos los que hablaban dialectos del árabe. Por tanto, se transformó en español. 3) Esa etiqueta es la que se impone en el mundo, si bien España representa solo una pequeña parte de los hispanohablantes. Pero por comodidad se dice español y no argentinochilenocolombiano, etc. 4) Ahora bien, dentro de España resulta cómodo hablar de castellanocuando se contrasta con otros idiomas hablados en nuestra nación. 5) Me niego a que una u otra etiqueta se utilicen con propósitos ideológicos. En la práctica podemos recurrir a cualquiera de las dos sin que nadie se ofenda o se pique.
Damián Galmés me envía unas interesantes reflexiones al hilo de la lectura del Quijote. Se centran en la idea que tenemos sobre nuestro mundo, nuestra experiencia vital, que no suele ser el discurso de don Quijote sino más bien el de Sancho. Realmente es un mundo inventado o imaginado. Por eso existe la literatura de ficción, para expresar ese mundo de invenciones. Son reconstrucciones de nuestra mente; las hacemos de cutio. De ahí que la literatura no sea ajena a nuestra vida cotidiana. Añado que por eso hablamos todos en prosa sin saberlo.
Jesús Nieto Fernández enriquece todavía más la ambivalencia demontar a caballo o montar en caballo. En femenino se añade montar a la yegua (= cubrirla por un garañón). Añado que también se puedemontar una pistola, una salsa, un negocio, una película, un número, un tinglado, un pitote, un cirio. Montar es tanto como subirse, por lo que expresa muy bien el cambio de posición a una más dominante. Recordemos el "tanto monta, monta tanto…" de Isabel y Fernando. La ambivalencia de las palabras es un signo maravilloso del idioma. Da lugar a confusiones, y de ahí el humor, pero bienvenidas sean. Si las palabras tuvieran un único significado, esto de la lengua sería una aburrición. Sí, sí; es más que aburrimiento.

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