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segunda-feira, 12 de maio de 2014

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Un idioma maravilloso

POR: JUAN RECAREDO
Nosotros en México, tenemos un idioma maravilloso: el español mexicano. Un idioma que tiene su propia historia, su propio léxico y que sabe cantar a través de todos esos vocablos náhuatl que son como música al pronunciarlos: Itacate, chapopote, chapulín, chichicuilote, tecolote.











Sólo nosotros podemos cantarle su nombre al citlaltépetl, el cerro de la estrella, al Popocatépetl, montaña que humea y al Iztaccíhuatl, mujer blanca, (de Iztac =blanco y cíhuatl = mujer) que hemos dado en interpretar como mujer dormida, pero que de acuerdo a nuestras lenguas aborígenes es una mujer reclinada y vestida de blanco, esperando por siglos a que el guerrero valiente que es el Popo, venga a conquistarla cada día.

Una mujer blanca que a través de los siglos se ha quedado dormida, lo cual tendría que parecernos de lo mas natural… después de tanto tiempo.
Chachalaca, metate, matatena, malacate y mecate… ¡Cuántos vocablos náhuatl utilizamos en nuestro lenguaje diario! Atole, pinole, tamal, comal.
Hay regiones de nuestro país donde se dice que la forma correcta de estos nombres es sin la E final. Ellos dicen atol y pinol que son como tamal, comal y nopal. Para las nuevas generaciones habría qué aclarar que el pinol o pinole es harina de maíz tostado que, mezclado con piloncillo sabe ¡riquísimo!
Usted dígalo como quiera, pero dígalo, porque me temo que hay algunos vocablos que se están perdiendo por falta de uso y por la invasión constante de tantos idiomas extranjeros.
La matatena… No sé las nuevas generaciones, pero los que pasan ya del cincuentón recordarán ese jueguito de la matatena, ese en el que se trata de recoger piedritas con la mano, sincronizadamente con el botar de una pelotita. El nombre de la matatena viene de matl = mano, tetl= piedra y tema que es llenar. Llenar la mano con piedritas.
Luego está el chicle, ¿cómo que goma de mascar? Eso déjeselo a Don Venancio el de la tienda. Para nosotros es chicle o más auténticamente sictli. Un producto que le regalamos al mundo y que, antes de hacerse como ahora por medios totalmente artificiales, se extraía del chicozapote, que es precisamente el árbol del chicle.
Un chilpayate para nosotros es un chamaco y para los capitalinos un escuincle. Originalmente chilpayate es un gusanillo y escuincle era izcuintli, un perrito.
Esos son algunos vocablos náhuatl con los que adornamos nuestro hablar cotidiano.
Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Se debe decir y escribir huarache o guarache? La pregunta es de Mariana González que nos lee en Chihuahua.
RESPUESTA:
Las palabras de origen náhuatl deben ser consideradas con un criterio flexible, ya que sus letras y sonidos no corresponden a los del español. Entonces los sonidos se registraron por los españoles, según los escuchaban. Unos oían huarache y otros guarache. El resultado es que se puede usar de las dos maneras.
Frase medio filosófica para terminar: Cuando se tiene dinero siempre se piensa en él. Cuando no se tiene, con más razón. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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