Prontuario
para un
escritor en agraz
Amando de Miguel en Libertad Digital - España
Un escritor en agraz, es decir, cualquiera de nosotros. Todos podemos (con perdón) teclear. Tener sentimientos u opinar es tan natural como respirar. No hace falta elevarse a la excelsitud de los literatos, los letraheridos. Casi todos los trabajos profesionales de nuestro tiempo se materializan en poner algo por escrito.
La redacción posee sus reglas, como las tiene cualquier juego o deporte, hasta el mismo tráfico callejero. La diferencia está en que las normas de la escritura no son fijas, varían con el tiempo y las personas. No se trata solo de la ortografía (lo correcto) sino del estilo (lo aconsejable). La segunda parte es más interesante. El estilo se reduce a transmitir el mayor número de ideas y sensaciones con el menor número posible de palabras. Además, el resultado debe ser placentero y estimulante, tanto para el escritor como para el lector. El problema está en que puede haber infinitas combinaciones de voces. No importa, la enfermedad se cura leyendo y, como antes se decía, emborronando cuartillas.
El primer descubrimiento de la escritura, y antes del habla, es que muchas palabras son polisémicas, pueden significar varias cosas. Podría parecer un fallo de nuestra lengua, pero es un verdadero gozo, una posibilidad ilimitada para expresarnos.
La polisemia se deja ver en el habla cuando nos reímos de algo que nos dicen y que resulta chocante. En la escritura el mismo efecto se logra al poner palabras entre comillas o con cualquier otro recurso tipográfico. La dificultad mayor es que el interlocutor o el lector entiendan verdaderamente nuestra intención. Por eso son tan literarios los buenos textos autobiográficos. La lectura equivale a viajar por gusto; ambas actividades significan acumular experiencias.
El estilo consiste en introducir la personalidad del autor en el texto que escribe. Cierto es que habrá de sujetarse a unas normas, pero cualquier esfuerzo necesita un punto de apoyo.
Este prontuario volandero viene a ser un complemento de los textos de tantos gramáticos y otros lingüistas. A ellos me remito. Mi añadido es una recopilación sencilla de reglas prácticas para escribir bien, sin tecnicismos. Las he sacado de mi experiencia como escribidor de tantos papeles. Recojo, resueltas, dudas que he tenido en mi oficio. Para facilitar la consulta introduzco dos signos:
(-) significa que se trata de una formulación errónea o poco recomendable.
(+) quiere decir que es una versión mejor, más aceptable o correcta.
En principio voy a dedicar media docena de artículos a este menester de teclear con más fundamento. Agradezco de antemano las posibles correcciones y añadiduras que me envíen los libertarios, pues aquí no hay mucha ciencia sino afición. Ahí está la clave de la buena escritura: hay que gozar con ella.
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