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segunda-feira, 8 de setembro de 2014

PALABRAS

   
Economista y trader, con varias pasiones como la lectura, la música y mi familia; a ratos Dj, a ratos escribo. ¿De qué? de todo.
http://www.pulzo.com/opinion/204311-palabras-importadas 

Palabras importadas

Hace unos cuantos meses me inscribí en un concurso de ortografía, junto a algunos colegas y compañeros.

Pintura original de Francisco Cano
La dinámica consistía en pararse frente a un tablero con un marcador, y un experto en la materia leía la definición de una palabra para posteriormente dictarla, con una excelente pronunciación. Debíamos escribirla como debe ser y quien dicta estos límites es la Real Academia de la Lengua.
Es un condicional inicial que quien concursa debe sentir cierta afinidad y gusto por la buena escritura de las palabras, y lo que uno lea en algún momento, si bien no todo se graba, deja algún conocimiento en la cabeza.
Había palabras más o menos conocidas y otras no tanto. Había clásicos de la ortografía, como “quehacer”, “vitualla”, “procesión” y palabras que pueden de alguna manera causar problemas al ser escritas. Es fácil cambiar la C por la S en el último ejemplo que puse: procesión. Se pueden colar letras H o Z donde no las han llamado, es normal. Está claro que estamos en una competencia, y saber escribir este tipo de palabras generará cierta ventaja frente al competidor. 
Son palabras del español y existen hace bastante tiempo, además que los nervios al estar parado indefenso frente a un grupo de personas incrementan un poco la dificultad.
Luego el moderador erudito, quien estaba a cargo del concurso, pronunció con bastante vehemencia lo siguiente: “Pan en forma de cuerno cuyo origen es francés”. No me acuerdo exactamente pero la definición era así, o tal vez en forma de media luna. Estábamos en un concurso de ortografía del idioma español, recordemos, y precisamente días atrás había leído la correcta escritura de lo que vendría a continuación. El señor, luego de la definición, pronunció la palabra “cruasán”. Claro, el famoso pan cacho, yo había leído un día casualmente que su correcta escritura era “cruasán”, tal y como suena, qué afortunado yo, y así lo escribí en el tablero. 
Cruasán. Punto a favor mío.
El concurso siguió y luego de su terminación, me quedé pensando en el caso anterior. Cruasán. A mí me suena más bonito y más original croissant, así sea con letra cursiva o letra normal, pero bueno, eso es algo personal. Este es un ejemplo de galicismo, o palabras que vienen del idioma francés. También están los anglicismos, que vienen del idioma inglés. De cada idioma que hay en el mundo podemos traer lo que queramos e incorporarlo en nuestro castellano. En nuestro castellano tan hermoso, con tantas posibilidades y tan prolífico.
Me quedé pensando en algunas sugerencias de la Real Academia. Es cierto, debe haber reglas para la buena escritura del español pero estamos en un mundo cada vez más interrelacionado e hispanizar todas las palabras que vienen de otras lenguas con el objetivo de cuidar a nuestro romántico y delicioso idioma me parece tal vez innecesario. La importación de palabras de otros lares es un hecho, y no sé hasta qué punto deba importarnos.
Me parece que mi castellano se cuida solito y tiene la suficiente fuerza para no dejarse morir ni amedrentar. Seguí averiguando y cito algunos ejemplos: al famoso tenis de mesa, con su tablero verde que exuda diversión y camaradería entre alumnos y docentes en ciertas universidades, si vamos a hispanizar su nombre original, debemos decirle “pimpón” en vez de “ping-pong”.
Existe un plato práctico a la hora de hacerle frente al almuerzo y cortar de plano el hambre tan apremiante de la 1 de la tarde; para eso ponemos entre dos panes varias tajadas de jamón, queso, lechuga, tomate y, ya dependerá de nuestra dieta, mayonesa o ají. Es el sandwich, palabra que al hispanizarla quedó como sándwich, con tilde, o sánduche.
Como tercer ejemplo, existe un término médico. No sé bien los detalles, pero hace alusión a un conducto alternativo por el que se desvía la sangre en una operación; yo siempre había visto que era “bypass” o incluso “by-pass”. Ahora para ser fiel al español, en el que prácticamente todo se pronuncia como se escribe, la Real Academia recomienda escribirlo “baipás”. Y así hay más casos.
Estamos hablando de recomendaciones solamente. Todo radica en la necesidad de cuidar el idioma, en evitar mezclas que atenten contra la individualidad, y eso me parece muy bien. Pero sí, produce algo de extrañeza leer en versión hispanizada las palabras que antes leíamos en su idioma original. Es posible que, en un futuro cercano, deba escribirse “feisbuq” en vez de su original Facebook.
Será con “q”, supongo, siguiendo la línea de que es correcto “Iraq” y no “Irak”. Lo bueno es que la única forma en que podrán ser sancionados o evaluados, queridos lectores y escritores –en masculino y en femenino-, es si van a algún concurso de ortografía. Tranquilos. Ahí, solamente ahí, el moderador experto será implacable al castigarles su mala escritura. En el resto de sitios, bien sea físicos o virtuales, se permite todavía escribir croissants y donuts, en vez de cruasanes y donas. Y sí, en cada argot y campo específico del conocimiento, seguirán existiendo palabras extranjerizadas. En el etéreo tema de la moda y los fashionistas, en las ciencias exactas, en la vida en finanzas y en el mundo del entretenimiento.
Palabras importadas que importan. Ya dependerá del criterio de cada quien esforzarse en escribirlo bien o mal. Original o hispanizado.
Good bye, o más bien, gudbai

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