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segunda-feira, 13 de outubro de 2014

LA LENGUA VIVA




La lengua del 98

 en Libertad Digital - España


Como es sabido, la llamada "Generación del 98" fue un título posterior que dio Azorín a un grupo de escritores que se asomaron con éxito a las Letras entre los siglo XIX y XX. Casi todos ellos eran "de provincias", pero ejercieron fundamentalmente en Madrid, en sus tertulias, aunque no todos se llevaran bien. Con independencia de sus méritos literarios o ideológicos, lo que aquí nos convoca es la profunda renovación de la lengua castellana que supuso tal aporte. (Se podría aventurar un efecto paralelo para la lengua catalana, pero esa es otra historia). Disponemos de una excelente monografía de Consuelo García Gallarín para comprender el alcance de la renovación léxica de la "generación del 98", por mucho que tal etiqueta parezca un tanto pretenciosa. Lo que me interesa ahora es rescatar algunas de las voces características de ese grupo de escritores y que lamentablemente han ido quedando en el olvido. Para empezar, tenemos esa de generación para designar a una docena de personas epónimas.
Presumimos hoy de globalización, de que ya no hay distancias físicas, pero los hombres del 98 nos enseñaron que sus artículos atravesaban el "charco" del Atlántico con toda normalidad. El viaje solía ser de ida y vuelta, aunque los paquebotes fueran tan lentos. Por ejemplo, Unamuno y Baroja manejan la palabra atorrante con naturalidad. Es una palabra típica de Buenos Aires para designar al indigente extremo, el sin techo, el vagabundo urbano. La historia es muy simple. Había en Buenos Aires una empresa constructora, llamada A. Torrante. Esa muestra de fábrica figuraba en las grandes tuberías que se almacenaban para las obras de alcantarillado. Algunos pobres de solemnidad se alojaban dentro de esas piezas para resguardarse de las inclemencias atmosféricas. Eran los "atorrantes". Ahora que en España tenemos a tantos activísimos argentinos, no estaría mal reivindicar la importación de una voz tan expresiva.
Son innúmeros los sinónimos para la voz puta, que figura ya en el Quijote y que supone un punto de agresividad o de desprecio. (No es más que la apócope de "prostituta"). Los escritores del 98 emplearon una variante olvidada: horizontal. Es un prodigio de finura, al asociar esa posición geométrica con la cortesana en el acto de ofrecer sus favores. Voto por el rescate de tal acepción. La emplean algunos escritores actuales, pero de forma muy contenida. En lugar del horrísono "puticlub", bien podríamos convenir en llamarlo "hotel horizontal". En El Escorial, cerca del Felipe II, hay un restaurante llamado "La horizontal", que es una maravilla de sitio.
El salto léxico que propongo no es mayor que el que se produce con las empresas de transporte, ahora llamadas de "logística". Por cierto, ¿por qué no dar otro impulso analógico y llamarlas "metáforas"? La voz, en griego, significa trasladar algo en el espacio. El latín y el griego siguen siendo dos magníficos hontanares para componer nuevas palabras. Es una operación que no paga derechos de autor.

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