Piketty, Podemos y el crédito bancario
La tardía traducción al español del libro de Piketty, “El Capitalismo en el Siglo XXI” coincide en el escenario con la rápida ascensión del movimiento Podemos y el anuncio desde Los Desayunos del Ritz y el auditorio del BBVA sobre la buena salud de la banca española (Pruebas de esfuerzo que demuestran que “el impacto del análisis de la calidad de los activos de los bancos españoles es el menor de todos los países de la eurozona” JM Gonzalez-Paramo).
Componentes del movimiento Podemos, muchos de ellos con formación universitaria y multilingües, han debido leer y sacar consecuencias de “Le Capital au XXI siècle” aunque no les haya gustado el firme rechazo del autor por el sistema soviético e imitadores de economías centralizadas. No deja de ser significativo la ausencia de su grupo en el Parlamento Europeo cuando se ha discutido la cuestión de Ucrania y la injerencia rusa.
La notoriedad del libro se disparó con la ocasión de su traducción al inglés. Las élites norteamericanas rechazaban la semejanza entre su capitalismo del siglo XXI y aquel de las grandes desigualdades entre los aristócratas ingleses y el pueblo descrito por Dickens. Era necesario responder al reto de Piketty. El Finantial Times a cinco columnas, portada del 25 de mayo de 2014, y la foto de un Piketty desconcertado por la acusación de que “ las cuentas de su best seller, que cuestionaban esa apoteósica desigualdad estaban equivocadas”; las fuentes estadísticas, señalaba el dedo acusador del Finantial Times, utilizadas por Piketty y su equipo no respaldaban su tesis sobre la desigualdad.
Piketty responde: Los últimos datos no incluidos en el libro confirman que, en Estados Unidos durante los dos últimos decenios el incremento de la parte de los ricos había sido todavía mas estrepitosa. Cartas de los lectores puntualizando un informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso de los EEUU en el que muestra su preocupación porque entre 1979-2007, las rentas de los ricos, el 1% de la población, hubiesen crecido en un 275% frente a un incremento del 18% en las rentas de los pobres (para más detalles ver mi reseña, La revolución de Piketty, en el número 160, Julio/Agosto 2014, Política Exterior)
A raíz de las últimas elecciones al Parlamento Europeo se ha puesto de manifiesto la aceptación ciudadana del movimiento Podemos. Aceptación que siguen confirmando las encuestas; aceptación a favor de quienes han denunciado los escándalos financieros y la desigualdad económica.
El ordoliberalismo (el barbarismo corresponde a W Munchau) vuelve al contrataque para desvirtuar los argumentos de Piketty: La auténtica desigualdad es la que existe entre un inglés y un habitante del África subsahariana. La desigualdad que existe entre quien es titular de un pasaporte británico, alemán o español y esos 11.746.000 habitantes del planeta en estado de exclusión (Cáritas España). La revista Consejeros en su número de noviembre se hace eco del informe de Intermon Oxfam “Acabemos con la Desigualdad Extrema” en el que se cuestiona el auge de la variante extrema del llamado capitalismo salvaje, es decir del secuestro del poder democrático y la influencia de las oligarquías económicas.
El inteligente autor de “The Undercover Economist” (Libro tan esencial como ameno para entender los intríngulis de la disciplina económica), Tim Harford quita leña al fuego de la desigualdad que predica Piketty. Afirma Harford que, las desigualdades sociales son ahora menos intensas que en el siglo XIX.Piketty hace hincapié en su análisis sobre el significado del periodo 1950-1980, los “Gloriosos años 30” cuando, como documentó otro nobel de economía, Simon Kuznets, el crecimiento económico benefició especialmente a los grupos sociales cuyas rentas procedían del trabajo.
Eran esos los años más calientes de la guerra fría cuando la socialdemocracia y una economía de mercado libre proporcionan crecimiento, libertad y coberturas sociales. Son precisamente esos años los que marcan la ruptura con las sociedades clasistas del siglo XIX y comienzos del XX.
El proyecto de Piketty, insiste Harford, se concentra exclusivamente en el análisis del Estado Nación de las democracias capitalistas desarrolladas. Olvidando las desigualdades a nivel mundial. Observación injusta porque la desigualdad global no oculta la desigualdad dentro de los estados nacionales como tampoco la sacudida moral que provocó la lectura del libro entre las élites norteamericanas recordándoles una vuelta a aquellas Belle Epoque o Gillded Age. Los norteamericanos rechazaban verse retratados en las élites aristocráticas de sus padrinos ingleses.
Desde mi banco del Retiro me llegan ecos de un desayuno en el Ritz desde el que se anuncia un resurgir del crédito que los bancos españoles negocian con empresas y familias. También llegan ecos mortecinos sobre la falta de demanda y silencio absoluto sobre desigualdades sociales y subidas de salarios. El movimiento Podemos podrá seguir agitando sus estandartes populistas.
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