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quinta-feira, 18 de dezembro de 2014

LA LENGUA VIVA





Por qué decimos lo que decimos

 en Libertad Digital - España



Casi todo lo que escribimos o hablamos ya lo han dicho otros. Solo los grandes poetas son capaces de enhebrar palabras que nadie ha juntado antes. Lo que ocurre es que muchas veces ignoramos el precedente. De niños empezamos a hablar por imitación. Aun así, caben algunos misterios. No logro explicar por qué los niños aprenden en seguida a decir "no me gusta". ¿A quién se lo oyeron? En esta seccioncilla intentamos desentrañar el origen de algunas expresiones hechas, que simplemente copiamos, porque son tan efectivas como el "no me gusta" infantil.


Ignacio Fernández de Bobadilla anda intrigado con la frase hecha "hacerse [a uno] los dedos huéspedes". Indica un extremo recelo, una susceptibilidad o sospecha a menudo infundadas. Es una atrevida metáfora muy antigua, la de que los dedos de uno no los sienta como propios. Ignoro cómo comenzó a tejerse esa sensación. Debió de ser un poeta.


José Luis García-Valdecantos se pregunta por la expresión "beber los vientos [por alguien o algo]". Representa un deseo ardiente por poseer a una persona o una cosa. La metáfora se utilizaba ya en tiempos de Cervantes. Se basa en la disposición de los perros de caza. Al olfatear la posible presa con ansia parece que absorben el rastro que deja en el aire. Se aplica a los varones, raramente a las mujeres.



Mari José Pérez comenta que lo de cabrearse debe de venir de los machos cabríos, que "se encuentran permanentemente cabreados, desafiando cuanto se les ponga por delante". Supongo que la cosa se relaciona con un alto nivel de testosterona. De nuevo estamos ante una voz que se aplica sobre todo a los varones. Lo siento, no es machismo; solo que en la naturaleza y la sociedad hay machos y hembras.


Juan Luis García Valderrábano comenta el extraño hecho de que los marinos de antaño no supieran nadar. En su opinión se trataba de una ignorancia deliberada. En caso de naufragio así morían inmediatamente. No sé, me parece una interpretación un tanto alambicada.


Ignacio Frías comenta la peculiaridad del saludo coloquial de buenos días y otros en la forma plural. Es una característica del castellano frente a otros romances. Su interpretación es que se trata de una forma de "prolongar la carga afectiva del saludo". Sí, pero por qué; esa es la cuestión. Y, sobre todo, ¿por qué se encuentra en la lengua castellana y no en otras cercanas? Para mí que se relaciona con el sentido festivo que se da en castellano a algunas palabras y frases con ese mismo plural. Por ejemplo, "las Navidades", "las fiestas", "los sanfermines", "las elecciones" (aunque se refieran a una). Otra cosa, lo que observo es que actualmente se vuelve a la expresión singular: “la macrofiesta”, “feliz Navidad”, “que tenga una buena tarde”, etc. Puede que sea una influencia más del inglés.


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