Los estilos académicos
A menudo, en nuestra vida académica no vemos enfrentados con la necesidad de escribir un ensayo, un artículo o alguna ponencia. Cada vez es más necesario dominar las técnicas de la escritura académica, aunque el solo hecho de escuchar esta expresión (escritura académica) nos dé ganas de salir corriendo, pero generalmente, cuando redactamos algún texto académico, la universidad o la institución para la que escribimos nos da pautas estilísticas y lingüísticas que debemos cumplir para que nuestro trabajo cubra los estándares para ser publicado. Las pautas estilísticas se relacionan con la presentación, tipo y tamaño de letra, interlineado, márgenes y uso de resaltes tipográficos, y las lingüísticas suelen referirse a escritura de números, tratamiento de los extranjerismos, usos correctos del español, etc.
Muchas de las instituciones cuentan con su propio manual, que por lo general es una adaptación de alguno de los manuales de los estilos académicos más usados: APA, MLA, Chicago, Vancouver, etc. En un inicio, cuando uno se está iniciando en la escritura académica, atenerse a las reglas de estos manuales puede resultar agobiante, sobre todo en lo relacionado con las citas y referencias bibliográficas. Sin embargo, no es tan complicado como creemos, pues al final todo se basa en memorizar determinados ‘trucos’.
Por ejemplo, la mayoría de estilos no usan los pies de página para escribir las referencias de las citas que constan en el texto, sino que las escriben entre paréntesis a continuación de la cita o de la paráfrasis. En el paréntesis deben constar el apellido del autor, el año de publicación del texto citado y la página (lo que diferencia a los estilos son los signos de puntuación o los espacios que se usan para separar estos elementos). En realidad, es un método muy sencillo, pues con excepción de pocos estilos, los pies de página se usan para hacer una aclaración o ampliar la información. El hecho de escribir la referencia entre paréntesis, inmediatamente después de la cita, ayuda a que el lector pueda encontrar más fácilmente la información.
Otra cuestión que suele generarnos dolores de cabeza es la disposición de la bibliografía. En algunas ocasiones, sobre todo cuando se trata de textos cortos como artículos o ponencias, la bibliografía se escribe al final, en orden alfabético. Los estilos académicos más utilizados prefieren este orden al orden de aparición de los textos, pues así es más fácil que el lector ubique la referencia.
Al igual que en el caso de las referencias después de las citas, los estilos tienen diferencias, como el orden en que se disponen los elementos (nombre del autor, año, título del texto, lugar de publicación y datos editoriales). En realidad, aunque parezca complicado, regirse a un estilo para escribir una publicación no es complicado, lo importante es recordar pautas básicas y, sobre todo, publicar un contenido que valga la pena.
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