«Nos ladran Sancho, luego cabalgamos»
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- ÁNGEL PADÍN
http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2002/11/25/1336937.shtml
EL LIBRO más famoso y el mejor de toda la Historia no recoge una de las frases más populares que se le atribuyen. Profesores, historiadores e investigadores creen adecuado repetirla.
Obvio resulta aclarar que nos referimos al Quijote y a esa frase tan conocida de «ladran, luego cabalgamos».
Un estimado colega terminó una conversación con un «como decía Cervantes en el Quijote , ladran, Sancho, luego cabalgamos».
Escrupuloso, creo, lector del libro, pregunté al amigo: «¿Estás seguro de que ésto se escribió en la obra cervantina?».
Pasaron unos días y un profesor me aseguró que él lo habia leído en Vida de Don Quijote y Sancho , de Unamuno, a cuya lectura acudí en un relajante fin de semana con la sensación de haber leído una magnífica obra.
Mas ni rastro de la frase. Volví a interrogar a otras personas y lo más profundo que oí fue que era del Quijote de Avellaneda. Alguien me habló de investigar en Internet.
Este fue el resultado: «Ladran, luego cabalgamos» es de Juan Rulfo o de Unamuno. Seguro. Unos aficionados taurinos la convirtieron en «tragan, luego engañamos»; una asociación farmacéutica la convirtió en una web. Como dijo Don Quijote «ladran... ¡visca la terra ! », añadían unos vecinos de San Feliú de Llobregat; un abogado la atribuyó a Bertold Brecht, mientras que unos correligionarios sentenciaron «ladran, luego Zapatero cabalga».
Tanta consulta nos llevó a escribir a los mismísimos Lázaro Carreter y Francisco Rico. Pocas fechas después recibía carta del primero: «Ni es de Cervantes ni de ningún escritor de su época pues la pronunció en el Parlamento don Manuel Azaña... entró en el torrente de la lengua culta antes de la Guerra Civil». Rico, por su parte contestó: «No es de Cervantes sino que parece ser un proverbio afgano difundido en Europa en fechas imprecisas».
(Otra fuente de un colega: proverbio árabe que dice «los perros ladran, la caravana sigue su camino»).
Aclarado que no es de Cervantes ni del Quijote, nos hemos quedado bastante complacidos, aunque haya discrepancias sobre el origen. Los lectores interesados ya pueden estar contentos por la que denominaremos frase azañista. Azaña, por cierto, no sólo era buen escritor, sino conocedor de la joya cervantina, no en vano entre sus obras está La invención del Quijote y otros ensayos (1934).
Dejemos tranquilo a Cervantes y a su más excelsa criatura.
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