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segunda-feira, 3 de agosto de 2015
CHISPITAS DEL LENGUAJE
LA FRAGIL UNIDAD DEL IDIOMA
Enrique R. Soriano. http://periodicocorreo.com.mx/chispitas-de-lenguaje-31-julio-2015/
La frágil unidad del idioma Una de las preocupaciones de las academias de la Lengua es mantener la unidad del idioma entre los casi 500 millones de hispanohablantes. Sin embargo, ante la diversidad geográfica, la influencia mayor o menor de otros idiomas, la actitud receptiva o reticente de neologismos, la conservación de arcaísmos entre grupos menos globalizados y las posiciones en ocasiones irreconciliables de los académicos, cada día la unidad lingüística presenta numerosas fisuras. Cuando fue presentado el Diccionario panhispánico de dudas, DPD (1985), culminaban 10 años de trabajo constante entre las academias para lograr una obra lo más genérica y conciliadora entre las diversas modalidades del español. La obra fue muy exitosa. Mucho tiempo hubo en que no se lograba consenso sobre el giro que debía tomar nuestro idioma. El Esbozo de una nueva Gramática de la lengua española (1973), preparada por la Comisión de Gramática de la Real Academia Española, no tuvo las simpatías del resto de las academias. Su sesgo hacia el español de la Península provocó más desavenencias que coincidencias, pero encrespó el ánimo para emprender una tarea de revisión conciliadora. De ahí que no se haya emprendido de inmediato la revisión de la Gramática y se hayan iniciado los trabajos por una obra en apariencia no fundamental. El éxito de crítica de los profesionales del idioma no académicos y del público no especializado animó para emprender la revisión más acuciosa de las bases del idioma. En 2009 apareció la Nueva gramática y un año después la Ortografía. Algunos de sus conceptos contravinieron lo acordado para el DPD y, al parecer, nuevas desavenencias se originaron. En las últimas fechas la actitud de algunos miembros de las diversas academias parece poco coincidente con el trabajo de unidad y emprenden proyectos más hacia lo regionalista. Por otra parte, el desarrollo de la técnica está obligando a adoptar neologismos que empiezan a marcar diferencias frente a grupos menos relacionados con la tecnología. El 30% de la población hispanoamericana tiene acceso a las tecnologías informáticas. Es decir, la mayoría naturalmente no ha incorporado a su vocabulario cotidiano muchas voces relacionadas. En contraparte, esa minoría está recurriendo a voces que no pertenecen a nuestro idioma (prefieren decir software, en vez de programas) y ello está abriendo brechas entre personas de una misma nacionalidad. A ello se añade la desigual incorporación de extranjerismos en toda la zona hispana. En algunos países hay franca resistencia; pero otros presenta una exagerada permisibilidad (ahí está el vocablo yonke que ha venido a desplazar el de ‘desusadero’). Lo anterior se acentúa porque la evolución del español en grupos rurales se ha estancado en vocablos en desuso para centros urbanos. Es decir, en muchas regiones se conserva el castellano antiguo, propio de los primeros pobladores europeos. Con tantas aristas que cada una está tomando su propia velocidad de evolución o modalidades, hace suponer que nos encontramos frente a una nueva historia como la del latín, que originó tantas lenguas en el mundo. ¿Se mantendrá la unidad del español? Es el deseo de muchos, entre los que me incluyo, pero las condiciones auguran otro rumbo. sorianovalencia@hotmail.com
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