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domingo, 29 de novembro de 2015

TRADUCCIÓN

Traducir, esa traición

Al momento de llevar un texto a otro idioma, es posible que se pierda la escencia de éste o elementos clave. INSTAGRAM /


    Concluye esta tarde el Congreso Internacional de Traducción e Interpretación San Jerónimo, espacio que reúne a expertos en el tema
GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2015).-Traducir o no traducir? Esa es la cuestión, Shakespeare. Y la respuesta siempre es sí (o casi siempre, cuando se puede). Sin la traducción de las obras del bardo, ¿cuántas personas reconocerían el guiño a la frase célebre de To be or not to be?

La traducción es un proceso de adaptación de un texto de una lengua a otra: sin ella sería imposible leer y disfrutar de la literatura proveniente de otras tradiciones más allá de la frontera lingüística de la lengua materna. Y es que vivimos en una época post-Babel: quién no recuerda el mito bíblico que retrata la ambición humana de alcanzar el cielo con una enorme torre, con el castigo divino de la multiplicación de las lenguas para así dificultar el entendimiento entre las personas. Pues la traducción es una forma de abonar al entendimiento y al conocimiento del otro, de otras sociedades, culturas y tradiciones.

Traducir es leer tras bambalinas: es darle un valor lingüístico en la lengua receptora, siempre a partir de la lengua origen. Pero las palabras tienen diferentes significados, incluso dentro de una misma lengua: la importancia del contexto es sustancial para que el traductor coloque la palabra correcta. El escritor Gustav Flaubert hablaba del estilo exacto de la escritura, ya que él siempre buscaba “le mot juste”, es decir, “la palabra exacta” que encajara en la frase que quería construir.

Quienes ejercen esta noble labor re-escriben un cuento, novela o poema en otra lengua. Es un privilegio, pero también es una responsabilidad: una mala traducción al español de una buena novela en francés resultará en un mal texto en español.

Reza el viejo adagio italiano que el traductor es un traidor (traduttore traditore): al realizar una nueva versión en otro idioma es casi imposible evitar que se pierdan detalles del original. Cada idioma tiene su espíritu, una lengua es una forma de ver el mundo e incluso la palabra más inocente puede esconder dobles significados. Sobre todo un texto literario donde el artífice de la frase sabe que también el fondo es la forma. ¿Cómo traducir novelas como “La disparition”, del francés Georges Perec, en donde deliberadamente el autor no utilizó la letra e? Ya desde el título en español se falta a esa exigencia impuesta el autor: “El secuestro”. O los cuentos “Las vocales malditas” de Óscar de la Borbolla: cinco relatos, en el primero sólo se usa la vocal “a”, en el segundo la “e”… y así hasta la “u”. Si la sola lectura en voz alta de uno de estos textos resulta de una sorprendente dificultad, ¿cómo trasladarla a otro idioma sin perder la riqueza léxica propuesta por el escritor?

Traducciones mayores

Con todo y las dificultades, las traducciones se hacen y quienes las concretan resuelven los problemas con nuevosgiros acorde al idioma que recibe, o de plano con la ayuda de las notas al pie de página.

Un ejemplo de ello es JD Victoria, traductor mexicano que ha emprendido la tarea de recrear el “Finnegans Wake” en español. El “Finnegans” de James Joyce es una obra compleja, plagada de neologismos en los que se entremezclan vocablos de decenas de idiomas (casi 60) en juegos de palabras a veces indescifrables incluso para el lector nativo del inglés.

La propuesta de JD Victoria de castellanizar el “Finnegans Wake” es una tarea nada fácil, que requiere de mucho tiempo: “Puedo tardar hasta dos semanas por cuartilla, y son más de 600 páginas… Aunque tomando ritmo, algunas las he conseguido traducir en dos o tres días, cuando no tienen tantas referencias escondidas o cuando se abordan temas o juegos de palabras que ya conozco por alusiones anteriores”.

De sus comentarios para esclarecer el texto, agregó que son “alrededor de mil 500 notas a pie de página y el esclarecimiento de cerca de nueve mil referencias ‘ocultas’ en tan sólo 45 cuartillas de la novela original, que se extiende hasta casi 200 en mi versión”.

SABER MÁS
Algunas lecturas

“Decir casi lo mismo” (ed. Lumen), de Umberto Eco.

Después de Babel” (ed. FCE), de George Steiner.

No dejes de echarle un vistazo a la colección de Sergio Pitol Traductor, de la Universidad Veracruzana. El escritor mexicano “tradujo lo que quiso”, y con su selección aporta una clave a sus propias obras, pues son libros de referencia en su formación estilística y temática.

TOP 5 DE PALABRAS INTRADUCTIBLES

Saudade, del portugués: un sentimiento de tristeza-alegría, una especie de nostalgia feliz.

Schadenfreude, del alemán: palabra compuesta por las partículas alemanas “Schaden” (pena) y “Freude” (alegría). Define al sentimiento de alegría que nos dan las desgracias ajenas.

Dépaysement, del francés: el sentimiento del viajero al estar lejos de su patria. Podríamos encontrar la equivalencia a sentirse “jamaicón”, por la anécdota del Jamaicón Villegas, futbolista con un mal desempeño en sus juegos en otros países, ya que extrañaba México.

Jitanjáfora, del español: neologismo creado por Alfonso Reyes. Define al texto sin sentido, cuyo único valor es el de la sonoridad. Una jitanjáfora célebre es el capítulo 68 de “Rayuela”, de Julio Cortázar, narrado en “gíglico”, idioma inventado por Cortázar.

Facepalm, del inglés: el idioma de Shakespeare se presta a los modismos y neologismos, muchas veces intraducibles, como éste, que une “face” (cara) con “palm” (palma de la mano): define al sentimiento de “pena ajena”.

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