México habla su español mezclado con narcojerga
Los militantes de los cárteles de la droga o de las "familias" de narcotraficantes siguen progresando en México, llevándole una amplia ventaja a los fallidos intentos del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa ya no en el intento de neutralizarla por completo, sino al menos disminuir sus violentos efectos que ya sumaban en el principio de su mandato del 2006 unos cuatro mil muertos.
La gente de los cárteles de Tijuana, Juárez, Sinaloa, de los Beltrán Leyva, del Golfo, o de la temible banda Los Zetas o bien de la Familia Michoacana, que son los de mayor poder y dominio territorial en todo el país, aparte del comercio de marihuana y cocaína y también alguna buena cantidad de armas que con curiosa facilidad llegan desde los Estados Unidos a pesar del control que lleva sobre su venta ilegal y local, así como del contrabando transnacional, insisten en ganar poder a medida que le arrebatan terrenos a sus competidores, pero ya han complicado en el último decenio gran medida el movimiento turístico, comercial, empresarial y productivo de las ciudades que en cada caso se destacaron con tal o cual actividad.
Un ejemplo es Acapulco ya no es sinónimo de una abierta diversión bajo un constante sol, sino que el turismo ha disminuido en virtud del temor que impusieron los narcotraficantes. Y también varios cárteles ganaron ya la propia Ciudad de México D.F., la capital mexicana, cuyos habitantes se creían un tanto a salvo de la violencia de los territorios de los narcotraficantes.
Un ejemplo es Acapulco ya no es sinónimo de una abierta diversión bajo un constante sol, sino que el turismo ha disminuido en virtud del temor que impusieron los narcotraficantes. Y también varios cárteles ganaron ya la propia Ciudad de México D.F., la capital mexicana, cuyos habitantes se creían un tanto a salvo de la violencia de los territorios de los narcotraficantes.
LA NARCOJERGA
México vive todavía bajo el signo de un profundo temor, y se ha ido acostumbrando a ello, a tal punto que el hombre, la mujer y los chicos comunes utilizan términos de la llamada narcojerga.
Al adoptar esta nueva forma de hablar se está aceptando la realidad nefasta implantada por los narcos, quedando al mismo tiempo un menor margen para el rechazo y la indignación, mientras algunos sociólogos y psicólogos admiten que la adopción de tales palabras significa también un principio de autodefensa porque el ciudadano aparece frente al narcotraficante como reconociéndole su vigencia, aunque sea fuera de la ley.
Resulta natural la aparición de la narcojerga, porque desde hace dos décadas los pueblos cantan los narcocorridos, músicas típicamente mexicanas con cantos que exaltaron siempre a los narcos que crecían y así creaban fuentes de trabajo, desde ya discutibles, en un país que venía de sufrir fuertes crisis económicas. México ya no podrá liberarse del dominio de los cárteles, simplemente porque tienen más poder que el propio gobierno nacional, resuelven cualquier entredicho con la muerte, dominan ciudades y todo su movimiento y no encuentran, ni con las promesas o amenazas hechas por los Estados Unidos de enviar gente especializada en la lucha contra el narcotráfico para aliviar esta dura vida mexicana. Además, el presidente Calderón, quien prometió terminar con el narcotráfico apenas asumió la primera magistratura, ya está aceptando que se siente un tanto impotente, y ello se ve en la más débil oposición que oponen las fuerzas del orden contra los traficantes.
ALGUNOS EJEMPLOS
Volviendo a la narcojerga, bien vale tomar algunos ejemplos que no solo usan los narcotraficantes sino, como ya dijimos, es usado quizás con algún reprochable sentido de humor, por la gente común. "Narco" se ha convertido en un prefijo indicativo para cualquier determinada acción.
"Encobijado" significa un cadáver envuelto en una frazada. "Encajuelados", cuando el cadáver es oculto o trasladado en la cajuela o baúl de un automóvil. "Encintado" cuando la víctima fue asfixiada con una cinta adhesiva. "Narcofosas" son los lugares donde se entierran a a los informantes o traidores asesinados, o simplemente a algún insolente competidor. "Narcomantas" son los carteles con amenazas que cuelgan de los puentes, y "narcotienditas" son los quioscos pequeños donde se puede comprar droga, y si en ellos se ofrece heroína, entonces se los llama también "picaderos". Un "trabajo o trabajito" es un asesinato por encargo consumado por mercenarios a sueldo y que muchas veces no integran los cárteles. Un "levantón" es el secuestro seguido de muerte de una persona, más conocido este criminal acto como "ajuste de cuentas". El "halcón" es un mafioso que sigue por la calle a la futura víctima de un atentado; a los informantes apostados en lugares fijos se los llaman "postes", mientras que "ventanas" son también informantes que marcan con un grafiti el domicilio también de un futuro atentado. Las víctimas de los narcos son llamadas "muertitos". Pero el pavor general, así como su aceptación popular a la que nos referimos, no termina en el léxico, sino en las formas de ejecución y posterior sadismo que tienen algunos asesinatos. El "degüello" ya es moneda corriente sobre entre Los Zetas, considerados los más sanguinarios, sino que hubo casos en las caras de las víctimas fueron arrancadas y colocadas en postes callejeros o bien fueron cocidas sobre el cuero de pelotas de fútbol. En cierto modo, la "narcojerga" hasta puede integrar el segmento de la anécdota, pero cómo hemos de calificar esta creciente sed de matar al adversario y someterlo luego a una exhibición pública para que se entienda que el clima creado empeorará si no se somete el mexicano común al mexicano narcotraficante.
Volviendo a la narcojerga, bien vale tomar algunos ejemplos que no solo usan los narcotraficantes sino, como ya dijimos, es usado quizás con algún reprochable sentido de humor, por la gente común. "Narco" se ha convertido en un prefijo indicativo para cualquier determinada acción.
"Encobijado" significa un cadáver envuelto en una frazada. "Encajuelados", cuando el cadáver es oculto o trasladado en la cajuela o baúl de un automóvil. "Encintado" cuando la víctima fue asfixiada con una cinta adhesiva. "Narcofosas" son los lugares donde se entierran a a los informantes o traidores asesinados, o simplemente a algún insolente competidor. "Narcomantas" son los carteles con amenazas que cuelgan de los puentes, y "narcotienditas" son los quioscos pequeños donde se puede comprar droga, y si en ellos se ofrece heroína, entonces se los llama también "picaderos". Un "trabajo o trabajito" es un asesinato por encargo consumado por mercenarios a sueldo y que muchas veces no integran los cárteles. Un "levantón" es el secuestro seguido de muerte de una persona, más conocido este criminal acto como "ajuste de cuentas". El "halcón" es un mafioso que sigue por la calle a la futura víctima de un atentado; a los informantes apostados en lugares fijos se los llaman "postes", mientras que "ventanas" son también informantes que marcan con un grafiti el domicilio también de un futuro atentado. Las víctimas de los narcos son llamadas "muertitos". Pero el pavor general, así como su aceptación popular a la que nos referimos, no termina en el léxico, sino en las formas de ejecución y posterior sadismo que tienen algunos asesinatos. El "degüello" ya es moneda corriente sobre entre Los Zetas, considerados los más sanguinarios, sino que hubo casos en las caras de las víctimas fueron arrancadas y colocadas en postes callejeros o bien fueron cocidas sobre el cuero de pelotas de fútbol. En cierto modo, la "narcojerga" hasta puede integrar el segmento de la anécdota, pero cómo hemos de calificar esta creciente sed de matar al adversario y someterlo luego a una exhibición pública para que se entienda que el clima creado empeorará si no se somete el mexicano común al mexicano narcotraficante.
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