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terça-feira, 20 de outubro de 2015

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

colaboración


alternativa a


featuring

Recomendación urgente del día
Las expresiones colaboración, en colaboración, con la colaboración de ocon la participación de son alternativas posibles en español a la voz inglesa featuring, muy frecuente en el ámbito de la música.
En las noticias se utiliza cada vez más este anglicismo para referirse a las canciones en las que dos o más artistas colaboran entre sí: «Quien no me conozca puede escuchar el ‘featuring’ que tengo con Secreto», «Buika nos trae ‘Carry Your Own Weight’ featuring Jason Mraz» o «Los featuring de Miley Cyrus se mantienen a la altura».
En todos esos casos lo que se quiere indicar es que un artista ha participado en un disco o vídeo de otro, por lo que en español es perfectamente posible sustituir el anglicismo por las expresiones citadas: «Quien no me conozca puede escuchar la colaboración que tengo con Secreto», «Buika nos trae ‘Carry Your Own Weight’ con la participación de Jason Mraz» y «Las colaboraciones de Miley Cyrus se mantienen a la altura».
En las listas de canciones que aparecen en las carátulas de los discos y en las páginas y aplicaciones musicales también se emplea a menudo la abreviatura feat. (1. Dangerous -feat. Sam Martin-), que puede sustituirse en español por un simple con (1. Dangerous -con Sam Martin-).
El verbo feature tiene el matiz, como recoge entre otros el Diccionario Oxfordde que quien participa o colabora es alguien importante. Si se quiere subrayar ese aspecto en español es posible hacerlo con expresiones como con la colaboración especial de…como estrella invitadacon la presencia estelar de…

TRADUCCIÓN

Una buena razón para odiar 

una novela que todos 

elogian: la traducción

“LA TRADUCCIÓN ES ANTE TODO UNA FORMA. PARA COMPRENDERLA DE ESTE MODO ES PRECISO VOLVER AL ORIGINAL, YA QUE EN ÉL ESTÁ CONTENIDA SU LEY, ASÍ COMO LA POSIBILIDAD DE SU TRADUCCIÓN” (WALTER BENJAMIN)

POR: LUCIA TREVIÑO - 19/10/2015 A LAS 11:10:42


Imagen de Matt Mermel en: https://mlc.linguistics.georgetown.edu/2014/09/26/why-the-mlc-notes-on-sociolinguistics-translation-and-localization/
Imagen de Matt Mermel en: https://mlc.linguistics.georgetown.edu/2014/09/26/why-the-mlc-notes-on-sociolinguistics-translation-and-localization/
Hay un riesgo al cual incurren las editoriales al lanzar un texto en una lengua cuando fueron concebidos en otra. Aun cuando el lector no conoce el idioma puede presentir que lo que está leyendo proviene de una voz que suena –¡Recórcholis!– al Canal de las Estrellas. Un mal doblaje.
Así han caído algunos textos a mis manos que por inercia termino de leer. Últimamente había leído a puros autores mexicanos y americanos, donde afortunadamente a los segundos (thanks, mom and dad!) podía leer en inglés. Hasta que me prestaron Historia del ojo de Bataille.
El clásico erótico surrealista francés por antonomasia albergado en una edición tiernamente provocadora. Pura chaqueta visual. El objeto revestido de una rosada cubierta con el sello de unos labios vaginales entriangulados. Una tipografía manuscrita en color blanco anunciando título y autor. Una enumeración de símbolos que agrupados conforman detalles estéticos que atraen al ojo.
Además –cherry on the top– un largo prólogo del señor Vargas Llosa. Vergas sollozan. O por lo menos la del señor Bataille. Porque no, el lenguaje con el cual se describen las escenas y búsquedas del narrador junto a Simone y Marcelle sumergen a un estado de duermevela. Se destruye la posibilidad de internar al lector junto a la triada que busca el florecimiento sexual para disipar el ocio. Hay un lenguaje plastificado que no lo alcanza. Una narración que aflora las sensaciones para cercenarlas con pequeños cortocircuitos. Una mala traducción.
El texto en otro idioma debiera suceder como si el autor narrara en esa lengua. Como si Bataille hubiese escrito la “Historia del ojo” en español, ¿o es una utopía?
Alguna vez le recomendé Madame Bovary a una amiga. Me sucedió que posterior a leer el clásico francés, había quedado tan cautivada que hasta compré la edición en francés, la cual terminó como objeto de decoración en el estante. Cuando mi amiga me dijo que no pudo leer más allá de las primeras 15 páginas, dudé de ella, después cuestioné lo magistral de dicha obra o de mi capacidad y el gusto del 90% de los lectores que la han leído. Finalmente, en una visita a su departamento, tuve la edición que ella había comprado en mis manos, y entonces, comprendí: ¡la maldita traducción! Qué manera de mutilar a Flaubert, de incumplir la promesa, de traicionar al lector.
O el traductor no tiene idea que está falsamente traduciendo una obra, o la editorial no tiene idea de que el traductor es malo, o es imposible de traducir, o se está traicionando vil y tajantemente al lector en aras del maldito e insolente capitalismo.
Vengan ventas ¡Una edición de la Historia del ojo de Georges Bataille! Con portada rosácea, del mismo tono del pubis altamente venerado por la obra, con el sello de unos labios vaginales encuadrados en un triángulo, letras manuscritas blancas que rezan el título y autor, anuncian las afamadas ilustraciones de Hans Bellmer y el prólogo de Vargas Llosa. Chachín. ¡Toda una colección erótica! Y no, pues no, de orgasmos frustrados habéis llenado toda una serie. Me llama la atención que no existe mención al traductor más que en la contraportada. En cambio en la otra edición que adquirí a la traductora se le menciona en la portada, es la autora del prólogo y además agrega una nota o advertencia sobre la traducción, además de algunas notas al pie para aclarar el sentido de una palabra u otra.
           
            Fui educado solo y, hasta donde recuerdo, siempre me apasionaron las cosas sexuales.
(La sonrisa vertical, p. 51)

            Crecí muy solo y desde que tengo memoria sentí angustia frente a todo lo sexual.
(Fontamara, p. 27)

¿Cómo saber que una traducción es mala? La intuición no es suficiente, sobre todo cuando se trata de textos del griego o del japonés al español. Cité la primera frase de la Historia del ojo de dos ediciones distintas. Pero aunque continúe citando y comparando es hasta en la totalidad de la obra leída cuando la entrega se siente exitosa o incompleta.
¿A quién le toca decidir si la obra es una traducción legítima? La editorial debe tomar responsabilidad, obviamente el traductor o la traductora; y en primera y en última instancia el lector lo descifrará, a veces, a costa de su tiempo y dinero invertido. Walter Benjamin define: “La traducción es ante todo una forma. Para comprenderla de este modo es preciso volver al original, ya que en él está contenida su ley, así como la posibilidad de su traducción”.
(Creo que) una de las peores ignorancias es no saber que no sabes. Por lo que se espera que quien se lanza a la odisea de traducir (yendo hacia un texto y volviendo con otro) es porque conoce el texto original, porque domina la lengua que va a reproducir, y finalmente, domina la lengua propia.
Varios autores han ahondado en el tema de la traducción, Walter Benjamin con “La tarea del traductor”, Juan Villoro, Umberto Eco y otros más; además de citar los títulos en torno al arte de la traducción de los autores antes mencionados, aquí se realizan una serie de recomendaciones al momento de elegir una traducción.
Además de las enlistadas en la liga antes citada recomendaría una buena entrelectura, darse el tiempo para leer un párrafo y otro, incluso para leer un capítulo por completo. También un buen librero, de conocer alguno, sabe de ediciones, editoriales y traducciones; una excelente brújula para no errar.
A la primera traición queda la sensación en la memoria y por lo tanto el presentimiento de una posible segunda. No sólo adquirí otra edición de Historia del ojo que pareciera cumplir con la promesa. La leo y cuestiono a cada párrafo. En esta nueva traducción aparecen los nombres de los personajes en español. Pareciera que no leo con los ojos sino con el rabillo del ojo esperando nuevamente que el gran texto en su lenguaje perezca.

Twitter de la autora: @luciaetciula 

segunda-feira, 19 de outubro de 2015

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

Agencia EFEFundéu - BBVA
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posdata


en una palabra 


y sin t tras la s

Recomendación urgente del día
Posdata —sin t tras la y todo junto— es la grafía española aconsejada para la expresión latina post datautilizada para referirse a la anotación final en una carta, una vez concluida esta.
Sin embargo, es habitual encontrar ejemplos de este término con una escritura inapropiada: «A diferencia de todas las anteriores, no tenía fecha ni pos data», «Post data: no olvides llevar tus fusiles y no pescar en Parques Nacionales» o «Ciro Gómez Leyva escribió en la post data de su columna que Aristegui regresaría a la radio», donde habría sido preferible escribirposdata.
De acuerdo con el Diccionario académico, el término posdata resulta de la unión de la forma pos y el nombre data, definido como ‘nota o indicación del lugar y tiempo en que se hace o sucede algo y especialmente la que se pone al principio o al fin de una carta o de cualquier otro documento’.
Pese a que la vigesimotercera edición del Diccionario académico recoge también la grafía tradicional postdata, tanto la nueva Ortografía de la lengua española como el Diccionario panhispánico de dudas recomiendan el uso de la forma simplificada pos-, criterio extensible a cualquier otra palabra coneste prefijo, salvo que la base a la que se una comience por la letra ese, en cuyo caso sería más apropiada la forma post- (postsurrealismo).
Al tratarse de un nombre común y muy frecuente, especialmente en el ámbito epistolar, lo conveniente es escribirlo en minúscula, redonda y todo junto. Su abreviatura correspondiente es P. D., aunque es igualmente válida P. S. (post scriptum), cuyo uso en español no está tan extendido en la actualidad.

sábado, 17 de outubro de 2015

LENGUAJE

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El diferente léxico del rugby de Argentina, Uruguay, Brasil y España

lainformacion.com

¿Scrum o melé? ¿Try o ensayo? ¿Tackle, placaje o placagem? 

El rugby encuentra un léxico diferente en Argentina, Uruguay, España o Brasil. En algunos lugares se ha impuesto la terminología inglesa y en otros la francesa.



En Argentina y Uruguay, debido a que los ciudadanos británicos que vinieron a trabajar en el ferrocarril de estos países y crearon muchos clubes, el léxico inglés es aplastante. Las palabras sajonas no se han traducido e incluso el término palabras 'rugby' se pronuncia en inglés.

En España, por la vecindad de Francia, se mantienen muchas palabras en el idioma galo y otras se han castellanizado, mientras que en Brasil, sin el legado inglés que llegó a Argentina y Uruguay, hay una mezcla de palabras sajonas, por la influencia de los países rioplatenses, y una traducción al portugués.

El hooker en Inglaterra lo es también en Argentina y Uruguay, mientras que en Francia es llamado 'talonneur', 'talonador' en España y de ambas formas (hooker y talonador) en Brasil.

Lo mismo ocurre con el 'tackle' en inglés, término que no cambia en Argentina y Uruguay, mientras que en Francia es 'placage', en España 'placaje' y en Brasil 'tackle' o 'placagem'.

Esa dinámica sigue con un término significativo como 'try' en inglés, que se mantiene en Argentina y Uruguay, pasando a ser 'essai' en Francia, 'ensayo' en España y 'try' o 'ensaio' en Brasil.

La palabra inglesa 'scrum' sigue igual en Argentina, Uruguay y Brasil, pasando a ser 'melée' en Francia y 'melé' en España.

Aunque no todas las formaciones tienen denominaciones diferentes. Por ejemplo, maul y ruck se mantienen del mismo modo en todos los países.


'Penalty goal' en inglés se convierte en penal en Argentina, Uruguay y Brasil, siendo 'coup de penalité' en Francia y 'golpe de castigo' en España.

El 'line out' inglés se mantiene en Argentina y Uruguay, donde muchas veces se la simplifica a 'line', mientras que en España al saque desde la banda se le llama 'touche', heredado del francés.

Esos paralelismos entre Inglaterra con Argentina y Uruguay se dan también en la palabra 'conversión', 'converçao' en Brasil, que pasa a ser 'transformation' y 'transformación' en Francia y España, respectivamente.

Los quince jugadores también son llamados de diferente manera en Latinoamérica y en España.

Los números 1 y 3 son pilares en Argentina, Uruguay, Brasil y España, lo mismo que los segundas líneas (4 y 5), segundas linhas en Brasil.

Los terceras líneas (6 y 7), el apertura (10) y los centros (12 y 13), son igual en Argentina, Uruguay y España, pasando a ser 'Asas', 'Abertura' y 'Centros' en Brasil.

Pero las diferencias llegan en el resto de los puestos, empezando en los números 2 y 8 que son respectivamente hooker y octavo o número ocho en Argentina y Uruguay, mientras que es talonador y tercera-ocho en España. Hooker o talonador y Oitavo en Brasil.

Por último, lo que en Argentina y Uruguay es medioscrum (9), wings (11 y 14) y fullback (15), términos muy ingleses, se convierten respectivamente en medio-melé, alas y zaguero, en el rugby de España.

En esos puestos, en Brasil se da una mezcla entre el inglés y el portugués, con diferentes denominaciones. Los wings son pontas, el fullback se mantiene y se alterna con zagueiro o defesa, mientras que utiliza más scrum-half, aunque también medioscrum o medio de formaçao.

¿Se mantendrán las diferencias de léxico en Argentina, Uruguay y Brasil con la llegada del torneo de las Seis Naciones americano, el año que viene, en el que participarán estos tres países, junto a Chile, Estados Unidos y Canadá?

psr/jt

ANGLOFILIAS Y ANGLICISMOS


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Anglofilias y anglicismos


Luis Méndez

Hay que reconocer que los anglosajones han sabido crear una imagen atractiva de su mundo. No obstante, las imágenes no siempre concuerdan con la realidad. El cine ha contribuido mucho a que esas ficciones lleguen a creerse verdaderas. Esta labor la había realizado antes la literatura, como avanzadilla cultural del Imperio. Seguramente ha habido mucha más gente que visitara Londres por el Sherlock Holmes de Conan Doyle que por el propio Londres. Es decir, esta es una labor antigua que continúa y que además es comprensible desde su punto de vista.
Lo que no es tan comprensible es que haya naciones que en vez de contemplar con reserva estas prácticas, se plieguen entusiasmadas a ellas. Es lo que, entre otros casos, está pasando en la actualidad con el idioma inglés.
Un pensador afirmaba que el pueblo que pierde su idioma, pierde su alma. Frente a esta afirmación, aparentemente anacrónica, muchos esgrimirán argumentos utilitaristas para defender tal anglofilia lingüística: es que el empleo, es que la investigación, es que la ciencia, es que las distintas literaturas, es que el mundo…
Ese es precisamente uno de los males de los reduccionismos, que llevan a coger el rábano por las hojas, haciéndole el juego a los más listos, que no los más inteligentes.
Nadie se opone a que se aprenda inglés, y si nos apuran, chino, finlandés y galés. A lo que nos oponemos es a que perdamos nuestra alma, tal como decía el pensador referido. Surgirá una sonrisa irónica e informada creyendo que se está haciendo una defensa cerrada de esas esencias pueblerinas que curiosamente en nada representan a nuestra verdadera esencia.
Pero no, no se está defendiendo ningún esencialismo, lo que se está diciendo simplemente es que una cosa es aprender un segundo, tercer idioma, y otra muy distinta destruir o suplantar, o ambas cosas a la vez, nuestro propio idioma.
Y es lo que está pasando: no es que cuando sea necesario se hable en inglés, sino que innecesariamente se trufe de inglés y se pode el español ¿hasta destruirlo? No olvidemos el precedente del spanglish. ¿Por qué decir nuestras o nuestros running shoes, -término ya muy frecuente, sobre todo entre modernos- cuando no hay ninguna laguna idiomática que nos obligue a ello. ¿Acaso no existen las palabras zapatilla y correr? Es más, si analizamos la expresión inglesa en sí, veremos que se identifican zapatos y zapatillas, cuando para nosotros son objetos distinguibles para mejor matiz.
Sucede lo mismo con la palabra correo electrónico. La RAE ha advertido insistentemente en que email es un anglicismo. Pues bien, ya no nos limitamos a decir email, sino mail; es decir, que junto a la progresiva privatización de Correos estamos suprimiendo por la vía de hecho la palabra española correo. Ya puestos, y para abreviar, mejor que se diga mail your Gracious Majesty the Queen
Es más, hace poco una articulista aconsejaba irónicamente que ante ese argumento falaz de que el inglés es más sintético que el español, mejor sería que aprendiéramos latín.
Finalizando: No es verdad que estemos frente a una cuestión funcional y utilitaria, sino ante una derrota cultural que afecta a lo más íntimo de nuestro ser. Por ausencia de pensar la lengua –cosa que si hacen en Hispanoamérica- no hemos apreciado lo que representa un idioma, especialmente si este es rico, o más rico que otros. No valoramos el idioma español y su capacidad expresiva, su capacidad de enriquecer nuestro pensamiento facilitándonos matices que nos lleven a nuevas ideas por la vía de la palabra. A esa activación del pensamiento es a lo que parece no nos importa renunciar.
Tal capacidad creadora se puede experimentar cogiendo simplemente un diccionario y analizando sinónimos y la riqueza que introduce en nuestra inicial visión. Más aún si se busca en un diccionario ideológico o se pone uno a estudiar la etimología de nuestra lengua.
No es exagerado decir que quien renuncia así a su originalidad idiomática es que no tiene inconveniente en ser simplemente una especie de protectorado mimético. Por eso, la importancia que tiene saber distinguir entre adición de un nuevo idioma y sustitución del propio, junto a la voluntad de querer oponerse activamente a que esta segunda opción se produzca. Lamentablemente, lo que se detecta es una gran desidia para el estudio del español y un gran entusiasmo para el inglés, con inmersiones incorporadas y todo, que ese sería otro asunto a tratar: la de libras esterlinas que puede producir esto de la enseñanza de idiomas.

sexta-feira, 16 de outubro de 2015

FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE

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para más inri,


en minúscula 


y sin comillas

Recomendación urgente del día
El sustantivo inri, que aparece en las expresiones coloquiales para más inri y para mayor inri, no precisa de ningún tipo de resalte tipográfico ni de la presencia de mayúsculas.
No es raro, sin embargo, que en los medios de comunicación se encuentren frases como «Para más Inri había apostados fotógrafos en las inmediaciones antes de la intervención», «Para más I.N.R.I., las elecciones coinciden con el puente de la Mercé» o «Para más Inri, el Málaga afronta el partido de hoy con la ausencia de Nordin Amrabat».
De acuerdo con el Diccionario académico, la palabra inri es el ‘acrónimo deIesus Nazarenus Rex Iudaeorum (Jesús de Nazaret, rey de los judíos), rótulo latino de carácter irónico que Pilatos grabó en la santa cruz’.
Según la Nueva gramática de la lengua española, las locuciones adverbiales para más inri para mayor inri se han lexicalizado en España en el habla coloquial. Consecuentemente, el término inri se ha convertido en un nombre común que forma parte de construcciones asentadas y no requiere mayúsculas ni ningún tipo de resalte.
Además, estas expresiones pueden sustituirse por alternativas ofrecidas por el Diccionario académico y los principales diccionarios de uso, como para mayor escarniopor si fuera pocopara remate o para colmo.
Así pues, en los casos anteriores habría sido preferible redactar «Para más inri, había apostados fotógrafos en las inmediaciones antes de la intervención», «Para más inri, las elecciones coinciden con el puente de la Mercé» y «Por si fuera poco, el Málaga afronta el partido de hoy con la ausencia de Nordin Amrabat».

quinta-feira, 15 de outubro de 2015

EDGAR ALLAN POE


Edgar Allan Poe en un daguerrotipo de 1848 | Cordon Press

Han pasado ya más de doscientos años desde que Edgar Allan Poe (1809-1849) vino al mundo, concretamente en Boston (Massachusetts, Estados Unidos de América del Norte), y no hay manera de pillarle la más mínima arruga en la cara. Dicho sea entre nosotros, y sin ánimo de faltar, pero lo cierto es que los psicópatas se conservan siempre muy bien, y Edgar fue un psicópata de tomo y lomo. Cortázar, que lo trató mucho y muy de cerca, pues tradujo su obra completa en prosa al castellano por encargo del maestro Francisco Ayala, lo dejó dicho en letras de molde: «Poe ignora el diálogo y la presencia del otro, que es el verdadero nacimiento del mundo. En el fondo tampoco le interesa que le comprendan los seres a los que ama: le basta con que le quieran y protejan». Si eso no es ser un narcisista límite, o sea, un psicópata, que venga el doctor Freud y me convenza de lo contrario.
Lo que ocurre es que a la buena literatura le da absolutamente lo mismo que quien la escriba tenga buenos o malos sentimientos, sea capaz de descargar el hacha varias veces con furibunda saña sobre su abuelita o haya fundado varias leproserías en Bangla Desh con derecho de pernada sobre las enfermeras, televisión y aire acondicionado. La literatura se sitúa siempre al margen de la moral. Pueden escribirla extraordinarios hombres ordinarios como Cervantes o Shakespeare, niños mimados por la sociedad de su época como Sófocles o Voltaire, buenísimas personas como Robert Louis Stevenson o auténticos canallas como Edgar Allan Poe (quien, entre otras lindezas, defendía la muerte de la mujer joven y bella como el espectáculo más grandioso de la estética universal). Con todo ello, gracias a Poe (y a Baudelaire, su traductor al francés, que también era un punto filipino, aunque no venga al caso) las letras del planeta Tierra posteriores a su muerte son como son, porque no hay invención lírica o narrativa en los últimos doscientos años que no beba, de alguna manera, de la obra del escritor estadounidense. Desde Melville, que rinde culto en Moby Dick a ese extraño ser de intensa blancura que aparece al final de Arthur Gordon Pym, hasta Lovecraft, cuyas criaturas innombrables proceden de las pesadillas del autor de El Cuervo, la literatura mundial de las dos últimas centurias depende de las invenciones, en prosa y en verso, del inmenso escritor e insoportable ciudadano que murió en Baltimore en 1849, víctima de sus propios excesos, dando un respiro a su pobre suegra, a quien tanta lata había dado mientras vivió.

Ilustración para el poema 'The Raven'

A Poe lo apreciaban en los Estados Unidos de su época más como poeta que como narrador. The Raven, su composición más famosa, apareció por primera vez en enero de 1845 en The Evening Mirror de Nueva York, y desde el primer momento hizo las delicias de sus lectores, que admiraron sobre todo en ese poema el virtuosismo métrico y rítmico, podríamos decir que casi circense, de su autor. Baudelaire lo tradujo en prosa años después, como una especie de apéndice a su decisiva aportación al conocimiento del Poe narrador en Europa, que incluye cinco tomos aparecidos entre 1856 (Histoires extraordinaires) y 1865 (Histoires grotesques et sérieuses). Sin las magníficas traducciones de Baudelaire, probablemente no hablaríamos tanto y tan bien de Edgar Poe. Pasar por Francia supone un espaldarazo definitivo para algunos autores: baste citar a Hoffmann, Poe y Borges como ejemplos irrefutables. Pero es que Poe tuvo, además, la suerte de que otro gran escritor francés, Stéphane Mallarmé, se ocupase de difundir su obra poética en versiones en prosa ad hoc de enorme belleza, redondeando así la faena iniciada por Baudelaire.

Virginia Clemm Poe, prima y esposa de Poe

Junto al inmortal poemaThe Raven, muchas veces traducido con suerte desigual al castellano, Poe compuso otros poemas de gran impacto fónico por los míticos nombres de mujer que les dan título, llámense Ulalume,Lenore (mismo nombre que la amada muerta deEl Cuervo) o Annabel Lee, por citar tan solo tres ejemplos inolvidables. Recientemente (2010), la colección Visor ha rescatado, en edición bilingüe, la antigua y excelente traducción parcial de la obra poética de Poe a cargo del poeta argentino Carlos Obligado (1889-1949). Les recomiendo ese libro. Más reciente aún es la magnífica versión de los Poemas de amor de Poe al cuidado de la poeta Raquel Lanseros (Granada, Valparaíso Ediciones, 2013). Con esos dos tomitos debajo del brazo, puede uno adentrarse sin peligro en la selva selvaggia de la poesía del psicópata bostoniano.

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