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segunda-feira, 21 de maio de 2012

LOS LATINISMOS





Al espigar la procedencia idiomática de las voces extranjeras aposentadas en la lengua española, asombra un poco el hallazgo de un selecto ramillete de palabras y locuciones latinas, que impregnan de un suave aroma añejo el docto y culto lenguaje de los científicos, economistas, jurisconsultos, filólogos y otros, y el más popular de los deportistas.

Hay unos cuantos vocablos latinos que llevan resistiendo varios siglos, muy pegaditos al terreno, con hechuras y aires de rebosar salud y lozanía. Otros han resucitado en los últimos tiempos, merced a la predilección mostrada por intelectuales y técnicos sajones, que los han trasplantado, a través de sinuosos y largos vericuetos, a nuestro idioma.

Es que quizá estos latinismos poseen un algo especial, como un perfume delicado de flor silvestre, que trasciende al frío ambiente matemático y financiero, e incita tentadoramente a los tecnócratas a usar de continuo expresiones como "ratio", "deficit", "superavit", "addendum", "per capita", "curriculum vitae", "ad valorem", "memorandum", mientras se reúnen para tratar cualquier tema abstruso en un "symposium" o en un "forum".


Todo el mundo sabe que la mayoría de las Juntas Generales de las empresas se celebran en primera o segunda convocatoria, según haya o no "quorum". Y así infinidad de ejemplos.

Tampoco los deportistas escapan a esta especie de sortilegio. Los aficionados ciclistas van al "stadium" a asistir al "criterium" o al "omnium", con la secreta esperanza de que sus ídolos se escapen y no lleguen "exaequo" con el pelotón. Ese el el "quid" de la cuestión. Subir al "podium". Siempre bajo el lema "mens sana in corpore sano".

Los médicos no les andan a la zaga. Hablan a troche y moche de fecundación "in vitro", "delirium tremens", "in artículo mortis", "in extremis", "corpore in sepulto", "post mortem", tras encontrar el "modus operandi" apropiado. "Alea jacta est".

Los catedráticos más renombrados hablan a veces "ex cathedra", aspiran a la distinción de doctor "honoris causa" o a la nota de sobresaliente "cum laude" en su última tesis. Odian los "numerus clausus". Al "pater familias" le corresponde ser "senior", y a su hijo, "junior". Los leguleyos, aprovechando que el asunto está "sub judice", manejan el "desideratum", los conceptos de "facto" y de "iure", el "habeas corpus" y el "pro indiviso". De paso alcanzan un "statu quo" con sus colegas, tras superar más de un "quid pro quo".

El Papa recibe a los Obispos en sus visitas "ad limina" en su "Sancta Santorum" del Vaticano. Tiene a más de uno de ellos como futuro Cardenal "in pectore". Bajan después a la Basílica a escuchar las voces armoniosas de la "Schola Cantorum". José María Escrivá es el glorioso fundador del "Opus Dei", "per secula seculorum". "Ora pro nobis". A la clase política no se le dan bien los latines. Apenas si subsiste "referendum".

No hay nada como encontrarse "ad libitum", ganar algún premio, aunque sea "accesit", recordar con complacencia las cosas buenas acaecidas "in illo tempore", olvidarse pronto de las personas "non gratas", y del reciente "ultimatum" en cualquiera de los "casus belli" del próximo Oriente. Y sobre todo, no sufrir a la vuelta del trabajo un accidente "in itinere", al tiempo que uno se regodea de gusto al contemplar a la policía coger a un ladrón "in fraganti". "Sursum corda".

En mi libro "Diccionario de extranjerismos", editado en 1985, se censan nada menos que dos mil cuatrocientas voces extranjeras, de las cuales ciento cuatro son latinismos. Claro está que el latinismo no debe ser considerado ni tratado como un rapaz extranjerismo, sino como reliquia venerable de una lengua otrora universal, madre ubérrima de la lengua española y de otras lenguas muy queridas.

No nos resistimos a citar, aunque sea de pasada, algunas voces latinas más, de uso frecuente, que componen un "totum revolutum": "ad hoc", "alter ego", "a posteriori", "a priori", "ex profeso", "factotum", "grosso modo", "in albis", "in mente", "in situ", "ipso facto", "manu militari", "maremagnum", "motu propio", "peccata minuta", "rara avis", "sine die", "sine qua nom", "sui generis", "vox populi". "Etcetera". Son voces que luchan con denuedo por sobrevivir.

La formación humanística de varias generaciones de técnicos, filólogos y letrados estudiosos, ha producido y fomentado esta prodigiosa supervivencia. Estaba bien visto el darse a los latines. A nadie puede parecer mal utilizar los aderezos maternos para realzar y hermosear nuestras propias galas. Todas estas voces tienen su palabra equivalente española, a veces de escritura muy similar, cual corresponde a hijas bien nacidas. Claro que tampoco conviene abusar.


La tendencia, sin embargo, es a ir menguando esta presencia cotidiana. El latín ha sufrido serios atropellos en los planes de educación secundaria y universitaria. Ya tenemos técnicos, filólogos, filósofos e historiadores, que no saben nada de latín. La Iglesia experimenta un proceso parecido. Las misas ya no se dicen en latín. El pueblo cristiano lo ha olvidado. Hay menos curas. Han desaparecido los monaguillos, que soltaban latinajos por doquier. Decididamente, la cosa va a peor.

Como "post data", diremos que un centenar de latinismos pulula a sus anchas por el idioma español, pero el recorte de las enseñanzas de griego y latín en nuestras Humanidades, les está minando su futuro. Nuestras reflexiones tocan por hoy a su fin. "Consummatum est".

Juan José Alzugaray

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