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sexta-feira, 24 de agosto de 2012

CURIOSIDADES





Algunas curiosidades, muy curiosas, sobre los libros (II)
Sergio Parra


-Muchos críticos literarios que no tienen mucho que decir de una obra o buscan destacar frente a la obra que critican, hacen hincapié en los gazapos o errores tipográficos del texto, como si así hubieran descubierto un fallo que desmerece a toda la obra. Bien saben los escritores y hasta los correctores estilísticos que obtener un texto limpio de errores es una tarea titánica. El ejemplo paradigmático lo podéis encontrar en obras universales, que están repletas de errores.
En El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, por ejemplo encontramos que Sancho Panza vende un asno y poco tiempo después, sigue viajando a lomos del asno. O que el casco de Don Quijote se hace trizas en un capítulo y al capítulo siguiente sigue intacto. O que ambos personajes cenan dos veces en una noche y Sancho saca dinero de un monedero que había perdido con anterioridad.
En Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, el protagonista, tras el naufragio, se desnuda completamente y nada hasta los restos del buque, encallado junto a la playa. Una vez allí, recoge diversos objetos del barco y… ¡se los guarda en los bolsillos!
En vano, un impresor llamado Robert Foulis (1707-1776) trató de llevar a cabo en cierta ocasión una edición de clásicos que no tuviera ni un solo error de imprenta. Para conseguirlo, hizo revisar su libro por más de cinco correctores diferentes y exhibió ejemplares de muestra en varias universidades y bibliotecas, retando a los lectores a que descubrieran alguna errata en ellos. Cuando por fin llegó al fin de la impresión, se descubrió que, pese a todos los esfuerzos, el libro contenía muchas erratas, algunas de ellas incluso en la primera página.
-Existen escritores cuya producción, en extremo prolífica, nos hacen pensar que detrás de ellos existe no ya un negro literario, sino decenas de ellos trabajando a destajo. Y es que una vez obtenido el reconocimiento de un escritor, ¿no sería lógico pensar que una empresa creara toda una infraestructura de novelistas detrás para exprimir la gallina de los huevos de oro? A todos nos viene a la mente Stephen King, pero ya Alejandro Dumas, tenía algo parecido a un taller de novelas de fórmula, donde un destacamento de negros literarios trabajaba para él por un sueldo mísero y comida.
En la novela El libro negro, de Giovanni Papini (1881-1956), se cuenta sobre la existencia de una empresa ficticia, denominada Novel´s Company Ltd. (cuyo principal accionista es un excéntrico millonario llamado Gog), que posee diversas secciones en las que varios especialistas se dedican por separado a crear personajes interesantes, a describir paisajes, a elaborar diálogos, a contar peripecias y demás, todo ello bajo la supervisión de un redactor experimentado que, después, une y armoniza las diversas partes para conseguir un resultado final.
El libro negro es un desfile de personajes verídicos (Molotov, Picasso, Wright, Dalí, Hitler, Valery, Huxley, Marconi, Lorca, Voronov) y de otros totalmente imaginarios: su trama es la exposición de problemas políticos, morales, sociales, psicológicos y teológicos.

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