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terça-feira, 26 de fevereiro de 2013
MARCEL PROUST
Magdalenas y aeroplanos
ANDRÉS IBÁÑEZ @ABC_CULTURAL
De la lenta recreación de la escritura de Proust a la velocidad de un «tuit». Este es el tiempo perdido y recobrado de un autor redescubierto por la actualidad editorial. He aquí un «pequeño diccionario» para seguir su obra
Agostinelli
Chófer y amante de Proust. «La prisionera» y «La fugitiva» cuentan la relación de Proust con Agostinelli. Las rosadas mejillas de Albertina son en realidad las llenas, sensuales mejillas de Agostinelli. Aficionado a la mecánica y animado por su esposa a mejorar su posición en la sociedad, decide abandonar a Proust y entra en la escuela de aviación de los hermanos Garber, bajo el curioso seudónimo de Marcel Swann, para hacerse piloto. En 1914, en uno de sus primeros vuelos, cae al mar y muere ahogado. Fue, según Painter, el gran amor de la vida de Proust.
Albert Le Cuziat
Uno de los doce lacayos del príncipe Constantin, famosos por su fuerza y belleza, a cada uno de los cuales el aristócrata había regalado un collar de perlas. Erudito extraordinario en materias de heráldica, etiqueta y protocolo. Con la ayuda económica de Proust adquirió el Hôtel Marigny para convertirlo en un prostíbulo de hombres para hombres. Proust le regaló además las sillas, sofás, alfombras y cómodas del hogar de sus padres (!) para que amueblara el local. «Quizá el verdadero centro de la guerra», escribe Painter, «no fue Verdún, ni el Somme, sino el nocturno Hôtel Marigny.» En la novela, Albert es Jupien.
Balbec
Localidad imaginaria de la costa bretona, trasunto de Cabourg. Escenario de bellísimas evocaciones marinas, especialmente en «A la sombra de las muchachas en flor», «La parte de Guermantes» y «Sodoma y Gomorra». Representación del paraíso para Proust: «Pero los manzanos seguían erigiendo su belleza, florida y rosada, en el viento, ahora glacial, bajo el chubasco que caía; era un día de primavera» («Sodoma…»)
Celos
Uno de los grandes temas de Proust. «¡Cuántas personas, cuántas ciudades, cuántos caminos deseamos conocer por causa de los celos!»
(«La prisionera»).
Homosexualidad
«Usted conoce el célebre pasaje de «Sodoma y Gomorra» en el que la complicidad de los invertidos se compara con la constelación especial que determina el comportamiento de los judíos entre sí. Precisamente, que Proust no fuera más que un medio judío pudo capacitarle para calar en la precaria estructura de la asimilación; una cala que le facilitó desde fuera el asunto Dreyfus» (carta de Walter Benjamin a Adorno, 1940).
André Gide siempre reprochó a Proust que hubiera escondido su homosexualidad en su novela.
Inspiración
«Proust sólo quiere escribir para responder a la inspiración. Esta inspiración se la ofrece la alegría que le procuran los fenómenos de reminiscencia […] Así pues, la alegría que le da poder para escribir no le faculta para escribir cualquier cosa, sino solamente para comunicar esos instantes de alegría y la verdad que “palpita” tras esos instantes» (subrayado mío; Maurice Blanchot, «El libro que vendrá»).
Introspección
Introspección. «Difícilmente ha habido en la literatura occidental, desde los «Ejercicios Espirituales» de Loyola, un intento más radical de autoinmersión» (Walter Benjamin).
Judaísmo
v. «Homosexualidad».
Máquinas
Intensa fascinación con las máquinas «modernas»: el teléfono, el automóvil, el aeroplano, el ascensor, a los que dedica largos pasajes. «El teléfono, ese instrumento sobrenatural ante cuyos milagros nos maravillábamos antes y del que ahora nos servimos sin pensarlo siquiera para llamar al sastre o encargar un helado» («La prisionera»).
Magdalena
Es una magdalena en «Por la parte de Swann». Pero en «Contra Sainte-Beuve», donde se recoge la anécdota por vez primera, no es una magdalena, sino una tostada mojada en té, una fría noche de invierno, la que le trae a Proust el recuerdo de sus días de infancia en Illiers, transformado en la novela en Combray.
Montesquiou
Brillante aristócrata, dandi refinado, poeta, homosexual y autor de unas escandalosas memorias, es el principal modelo del barón de Charlus, quizá el personaje más redondo y asombrosamente real de Proust.
Música
El arte más amado de Proust después de la literatura. Autores favoritos: Wagner por encima de todo, los últimos cuartetos de Beethoven, Debussy, César Franck, Camille Saint-Saëns. Obsesionado con el cuarteto deCésar Franck, invita al cuarteto Poulet para que lo interprete en su casa. Proust escucha la música metido en la cama, luego hace que Celeste ofrezca champán y patatas fritas a los músicos y les pide que lo toquen otra vez por entero. «Así como algunos seres son los últimos testigos de una forma de vida que la naturaleza ha abandonado, me preguntaba si no sería la música el ejemplo único de lo que hubiera podido ser la comunicación de las almas de no haberse inventado el lenguaje» («La prisionera»).
Paraíso
v. «Balbec», «Ritz», «Magdalena», «Música».
Percepción
«En busca del tiempo perdido» es, entre muchas otras cosas, un inmenso estudio sobre la percepción. «Un cambio de tiempo basta para recrear el mundo y a nosotros mismos» («La parte de Guermantes»). «El único viaje verdadero, el único baño de juventud, no sería ir hacia otros paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es.» Y esto, agrega Proust, podemos hacerlo con el arte, con la literatura, con la música. Este pasaje de «La prisionera» es el centro de la obra de Proust.
Ratas
Proust contó muchas veces esta historia (a Gide, a Bernard Faÿ, a Boni de Castellane). En el periodo de entreguerras había un cierto chófer en París que aseguraba ser «el que proporcionaba las ratas a Monsieur Marcel». Proust hacía que le trajeran ratas enjauladas y luego observaba su agonía cuando las atravesaban con agujas de sombrero o las golpeaban hasta matarlas.
Ritz
«Escribía en su casa», dice Painter, «pero vivía en el Ritz», donde había embrujado a todo el personal con su encanto y sus generosas propinas. A las 9:30 se apagaba la luz del restaurante de acuerdo con la ley de guerra y Proust corría al ascensor que le llevaba a los aposentos de la princesa Gontzo. Imagen del «Paraíso» (v.), Proust compara el Ritz con el «Entierro del conde de Orgaz», de El Greco, un cuadro en el que los sucesos de la tierra (el París bombardeado) nada tienen que ver con los del cielo (el restaurante del Ritz).
Rostros
Uno de los temas obsesivos de la novela de Proust, junto con la música, las flores, el mar, el color rosa, los engaños de la percepción, la voz humana, la pronunciación y el estilo de hablar, el gran mundo, los celos y el lenguaje del arte. «Nuestras facciones no son más que gestos convertidos por el hábito en definitivos» («A la sombra…»).
Sabiduría
«La sabiduría no se transmite, es menester que la descubra uno mismo después de un recorrido que nadie puede hacer en nuestro lugar, y que no nos puede evitar nadie, porque es una manera de ver las cosas» («A la sombra…»).
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