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quinta-feira, 25 de julho de 2013

COMPARTIR IDEAS



Compartir ideas está en la esencia del ser humano
Un estudio muestra que el cerebro está especialmente diseñado para transmitir las ideas que más le llaman la atención

+ Andreu Gonçalves Belsunces - El Observador - Uruguay
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Skype, YouTube, Google o Instagram deben su éxito al famoso ‘buzz’ de internet, ese murmullo que se expande a enorme velocidad y que también ha ayudado a alcanzar la fama internacional a músicos como Justin Bieber, LMFAO y Psy. Lo mismo se puede decir del corto Ataque de Pánico, gracias al cual el director uruguayo Federico Álvarez logró llamar la atención de Hollywood.

La propagación de ideas, productos, servicios o personajes en internet esconden la clave del éxito o del fracaso de muchas iniciativas. Cómo se transmite la información en la red se ha estudiado profusamente desde la física, la matemática e incluso la biología, tratando de entender cuáles son las características de estas ‘carreteras’ mediante las cuales algunos contenidos se vuelven ‘virales’.

Neurociencia explica procesos de comunicación social

Recientemente, un equipo de psicólogos de la Universidad de California (UCLA), dio un paso importante en la comprensión de este tipo de fenómenos. Pero esta vez no se atendió a la estructura de las redes, sino a qué es lo que motiva a los seres humanos a compartir determinadas informaciones. O dicho de otro modo, este estudio pudo identificar por primera vez qué regiones del cerebro están asociadas a la expansión exitosa de ideas.

¿Qué es lo que hace que algo resulte interesante? Los resultados de la investigación, que fueron publicados en la edición online de la revista Psychological Science, afirman que ello no solamente tiene relación con lo que puede parecer útil o atractivo. Matthew Lieberman, profesor de psicología y psiquiatría de la UCLA, sostiene que las ideas logran seducir en la medida en que cada uno piensa que éstas también pueden seducir a otras personas. “Siempre parecemos estar mirando hacia quien tenga una idea que puede ser de ayuda, divertida o interesante, y los datos de nuestro cerebro muestran evidencia de eso. Estamos hechos para compartir información con otra gente. Creo que es una profunda declaración sobre la naturaleza social de nuestras mentes”, dice.

Pero las ideas no se propagan solamente gracias a su atractivo, sino también gracias a las capacidades de persuasión de sus comunicadores. Emily Falk, miembro de la escuela de comunicación de la Universidad Annenberg de Pennsylvania y conductor de la investigación que un doctorado hizo en el laboratorio de Liebermann, sostiene que con el estudio se han descubierto cuáles “son las regiones cerebrales asociadas con ideas que se vuelven contagiosas, y cuáles están asociadas a ser un buen comunicador de ideas”.

Para llegar a estos hallazgos, la investigación convocó a una serie de estudiantes, y les presentó diversos argumentos para series de televisión mientras monitoreaban sus cerebros con un escáner. Más adelante, cada uno de ellos tuvo que tratar de convencer a otros alumnos de que ‘compraran’ esa serie.

De la atracción a la persuasión
Los resultados mostraron que las personas más persuasivas, aquellas que lograban transmitir mejor su entusiasmo, tuvieron una actividad mayor en una región del cerebro conocida como “unión temporoparietal”. Esa fue la única región del cerebro que tuvo esa reacción: “encontramos que el aumento de actividad estaba asociada con un crecimiento en la habilidad de convencer a los otros de apoyar sus ideas favoritas”.

Esta activación no solamente era mayor que en aquellas personas que luego resultaron ser menos convincentes, sino que también superaba a la que ellos mismos habían registrado cuando habían sido expuestos a argumentos que no les habían gustado tanto.

A partir de este hecho, los investigadores concluyeron que en la propagación de ideas no solo influye el hecho de tener opinión o ser entusiasta. Puede resultar incluso más importante tener presente en qué medida esas ideas pueden atraer a los otros.

Empatía: el motor de la propagación
La unión temporoparietal está situada en la parte exterior del cerebro, en una zona encargada de pensar sobre lo que los otros piensan y sienten. A ese proceso, el de interpretar el estado mental de los otros, se le llama ‘mentalización’. Un ejemplo de ello, aclara Liberman, es cuando logramos entrar en la mente del personaje de una serie o una novela.

Las buenas ideas, las que llaman la atención, activan el sistema de mentalización y hacen que se piense en quién podría interesarse por ellas. Es por eso que dan ganas de compartirla: existe un vínculo natural entre cuánto puede gustar una idea y el impulso por compartirla.

Profundizando en este estudio, los psicólogos podrán, potencialmente, ser capaces de usar esos mapas mentales para predecir qué ideas pueden ser más exitosas y quién puede ser más efectivo para propagarlas. La publicidad, las campañas públicas de salud o derechos humanos, y la educación, podrán beneficiarse de ello.

Por el momento, lo que sí que se ha logrado es demostrar que el ser humano está diseñado para ser chismoso.

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