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domingo, 28 de julho de 2013

Franz Kafka y su mundo






por William Chislett*
El legado más llamativo del escritor judío Franz Kafka es probablemente la palabra “kafkiano”que surgió después de su muerte en 1924 para describir conceptos y situaciones que evocan sus obras, en particular burocracias abrumadoras, experiencias irreales y un sentimiento de alienación y desorientación. Pocos autores tienen un apellido convertido en adjetivo calificativo.

El relato “La metamorfosis” narra la historia de Gregor Samsa, un comerciante de telas que vive con su familia a la que él mantiene con su sueldo, y que un día amanece convertido en un enorme insecto (aparentemente un escarabajo, aunque no se identifica claramente en el texto). En la novela “El proceso”, Joseph K,está detenido y procesado, y nadie le dice por qué, y en otra, “El castillo”, su protagonista lucha para acceder a las misteriosas autoridades de un castillo que gobierna al pueblo,en el que llegó a trabajar como agrimensor. Invento un mundo con su propia o falta de lógica

Kafka era un visionario y precursor del existencialismo literario, adelantándose a los graves y angustiosos problemas provocados por una colectividad moderna dominada y dirigida por unos pocos. Después de su muerte su país, Checoslovaquia tuvo un régimen comunista (entre 1948 y 1989).

Fue una de las primeras personas en prever la violencia anónima del siglo XX, y tal vez por esto sus obras han tenido tanta resonancia. Este punto de vista, sin embargo, pasa por el alto el hecho que el propio Kafka fue testigo, en palabras de Reiner Stach, autor de un monumental biografía del escritor, de una violencia tecnológica y absolutamente despersonalizada”.

La primera guerra mundial empezó en agosto de 1914 y duró cuatro años y tres meses (con la pérdida de al menos 16 millones de vidas), y aunque Kafka no fue movilizado por sus problemas de salud (murió de tuberculosis y, además, sufría depresión y neurosis durante toda su atormentada vida),vio el devastador impacto sobre su país (unos 185.000 muertos) que además declaró su independencia del imperio austrohúngaro en 1918.

Kafka también conoció el mundo burocrático por su trabajo en una agencia de seguros, con sus miles de archivos, fichas e informes. Esa alianza letal de violencia y maquinaria burocrática fue trabajada a la perfección en los campos de concentración nazi solo unos 15 años después de su muerte.

The Years of Insight (“Los años de perspicacia”) de Stach, publicado por Princeton University Press, cubre con detalles minuciosos los últimos ocho años de Kafka y, a la vez, ha salido la edición de bolsillo de The Decisive Years (“Los años decisivos”) del mismo autor que trata del periodo entre 1910 y 1915. Esta monumental y fascinante biografía de Kafka, que se lee como una novela (a veces como una de Kafka) será completada con un primer tomo sobre la infancia y juventud de Kafka y llegará en total a unas 2.000 páginas. Hay pocas biografías comparables sobre cualquier autor y mucho menos sobre Kafka, un hombre con una vida aparentemente aburrida.

Antes de lanzarse a la biografía, Stach preparó la edición definitiva de las obras completas de Kafka, y con brillantez entretejió la vida personal del autor con sus relatos y novelas. Cada persona en la biografía de Kafka, pavorosamente solo como los personajes de sus obras, está rotundamente tratada, en particular las cuatro mujeres de su vida íntima: Felice Bauer, Julie Wohryzek, Milena Jesenská y Dora Diamante. Kafka concluía en una carta a Bauer, su primera prometida: "¿Debería de pretender referirme como 'tuyo' al firmar? Nada sería más falso. No, soy mío, y eternamente condenado a mí, eso es lo que soy, y a ello he de intentar acomodarme".

Dos de estas mujeres murieron en los campos de exterminio - Wohryzek en Auschwitz y Jesenská en Ravensbrück — y las tres hermanas de Kafka, Eli y Valli en Chelmo y Ottla en Auschwitz. Su tío Siegfried se suicidó antes de ser deportado a un campo. Si uno incluye los amigos y conocidos de Kafka la lista es mucho más larga, y las personas que lograron no ser deportadas a los campos sobrevivieron gracias al exilio.

Si Kafka hubiera sobrevivido a la tuberculosis, y luego a un campo de concentración, no habría reconocido nada del mundo en el que vivió. Este mundo dejó de existir, pero sus obras no han dejado de perdurar.

*WILLIAM CHISLETT es periodista y escritor. Fue corresponsal de The Times de Londres en España (1975-78) y luego del Financial Times en México (1978-84). Ha escrito 20 libros sobre varios países.
www.williamchislett.com

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