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segunda-feira, 12 de agosto de 2013

COMPETITIVIDAD

La RAE busca hacer competitivo al español
FERNANDO CHAVES ESPINACH - en La Nación.com

El director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, explicó que las principales adiciones al 23.° Diccionario de la Lengua Española provienen de los campos de la técnica, la investigación y de extranjerismos de áreas específicas

La lengua es un ente vivo, y lo comprueban las 60.000 modificaciones que entrarán en la 23.ª edición del Diccionario de la Lengua Española , que saldrá en el 2014.

El director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, quien se encuentra de visita en el país para participar en un coloquio de la Academia Costarricense de la Lengua, considera que la tecnología es la fuerza que acelera los cambios en el idioma español actualmente.

La tecnología obliga a incorporar términos muy específicos. ¿Cuáles cambios pertenecen a ese campo?

En primer lugar, la adecuación del diccionario y del léxico español al sistema internacional de pesos y medidas. Hay muchas modificaciones relacionadas con el sector del automóvil y la nanotecnología. Uno de los más debatidos es “tableta”. Es una acepción, no una palabra nueva; existían la tableta de chocolate y la de los gimnastas, y faltaba el artilugio. Tiene difícil definición, porque ha ido cambiando de posibilidades: desde que se aprobó, han aparecido tabletas de distintos tamaños. Es un cambio pequeñito, pero importante, porque introduce un elemento completamente nuevo, pero de uso frecuentísimo.

Incluir estos cambios, o a las marcas comerciales, ¿no se vuelven esas palabras obsoletas muy rápidamente?

Tuvimos el disgusto de “maicena” hace unos años: tuvimos que sacarla, y luego volver a incorporarla. Tenemos varias marcas y no nos damos cuenta. Ping pong, por ejemplo, fue, en su día, una marca comercial. Es un riesgo que tiene toda la incorporación de lo técnico y lo nuevo, el carácter efímero.

El léxico tiene un contacto con la historia, una rapidez para aparecer y desaparecer. El léxico es lo más vivo que tiene el sistema lingüístico y, al mismo tiempo, lo más perecedero, dentro de su carácter de importación. Fíjense en la extensión de la lengua española: en una zona puede existir una forma que, en instantes, no existe. Averiguar qué extensión tiene una palabra en América es bien difícil.

¿Cómo valora usted la modificación del lenguaje que se hace en redes sociales?

Exactamente como cuando se inventó el telégrafo. Es una lengua que intenta acomodarse al menor gasto posible. Es una ley puramente económica. Las abreviaturas son algo nuevo para un neófito pero, para el uso normal de la lengua, no tiene ninguna importancia, porque la Edad Media estuvo llena de abreviaturas. Ha sido normal, en el uso de la lengua escrita, utilizar sistemas que den rapidez y agilidad.

¿La tecnología hará innecesaria la impresión del diccionario?

No lo sé. Lo dije en broma un día: es posible que esta edición próxima del diccionario sea la última. Tenemos constancia de que aproximadamente entran 1,5 millones de consultas diarias, unas 500 millones de consultas al año. Es evidente que esos han dejado de utilizar el diccionario de papel, aunque lo tengan en su casa. Ese es un problema que habrá que pensar, porque el precio que tiene un diccionario es alto. El nuevo tendrá 2.900 páginas. ¿Se convierte en obsoleto? Pronto. En dos o tres años, hay que empezar a hacer enmiendas en Internet y no se puede volver a imprimir. Es evidente que la consulta desde smartphones y tabletas va a crecer. Algunos días se han descolgado 3.000 aplicaciones para teléfonos móviles. Todos los que tienen tableta o teléfono no utilizarán el diccionario de papel. ¿Será la última edición (la del 2014)? No se pueden hacer profecías, pero creo que es evidente que el ordenador es más cómodo que el papel.

Muchos tienen la idea de que existe un uso correcto y otro incorrecto del idioma. ¿Es así?

El Diccionario Panhispánico de Dudas no utiliza correcto ni incorrecto; utiliza términos como “se desaconseja el uso de...”. Parte de que existe una norma, pero, que en muchas zonas hay coexistencia de normas, porque esto es lo que se produce con las variaciones de la lengua. Ustedes tienen un ejemplo clarísimo con el voseo. Hay zonas que vosean y otras que no, y no quiere decir que uno sea mejor que el otro. Lo que se ha hecho es cambiar la visión que se tenía; había lingüistas que, hace 100 años, decían que el voseo iba a desaparecer en Buenos Aires (Argentina) y parece que no acertaron. Cuesta que la gente entienda que hay coexistencia de normas. Otra cosa son las formas desaconsejables, como “me se cayó”, con el cambio en el orden de los pronombres.

¿Cómo enfrenta la academia el lenguaje inclusivo?

Nosotros no tenemos ningún problema con eso. El problema lo tienen determinados usuarios. La RAE publicó un informe que redactó el profesor Ignacio Bosque, al que se adhirieron 1.500 especialistas en lengua española, y no tiene nada que decir, porque ese es un problema que está en la gramática, que tiene abundante bibliografía y no podemos más que seguir lo que científicamente se conoce. Es una moda de los que creen que es políticamente correcto decir los vascos y las vascas, cuando es innecesario.

¿Cuáles son las mayores fuerzas de renovación del idioma hoy?

Son el préstamo, el neologismo, y todos los mecanismos de morfología léxica; todos los mecanismos que la lengua tiene de creación de palabras. Son poderosísimos en el español, una lengua riquísima en transformación del léxico.

¿Cuáles retos tiene la RAE a sus 300 años?

El principal es el reto de renovar el Diccionario . Hemos pensado que los diccionarios deben tener caminos de aplicaciones muy distintas. Este va a aparecer con un sistema de aplicaciones para poder trabajar. La enseñanza es otro. Gran parte de las obras de la academia están relacionadas con la enseñanza de la lengua o de la lectura. Hay otros problemas muy complejos, como la creación de materiales para la investigación y la industria. En lo que tratamos de enfocarnos es en las necesidades dentro de la industria y la investigación, para hacer del español una lengua competitiva. Para eso, se requieren materiales y plataformas tecnológicas extremadamente complejas. Todo el mundo tiene su visión de las academias y de la lengua. Nadie hay más interesado por la lengua que el propio hablante.

Colaboró Melissa Hernández .

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