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quinta-feira, 22 de agosto de 2013

DIEGO RUIZ











El hijo al que obvió El Cantar de Mío Cid
JOSÉ ANTONIO ALCALDE YEBRA para La Gaceta - España

El 15 de agosto de 1097, las tropas de Alfonso VI de Castilla son derrotadas en Consuegra por los almorávides. Muriendo en la defensa de su castillo el único hijo varón del Cid.


A final del siglo XI, los Almorávides invaden la Península con el fin de recuperar los territorios reconquistados por los reinos cristianos, buscando unificar bajo un solo poder político las Taifas musulmanas que, en su desunión y debilidad, llevaban el germen de su destrucción.
Los desencadenantes de la acción almorávide se producen en el año 1085: son el traslado a Toledo y autonombramiento de Alfonso VI como Imperator e incluso Rex Ibericus y las campañas, subsiguientes, de expolio en la Mancha, así como el ataque a Zaragoza, algo que visto desde el Norte de África es sumamente peligroso.
En el año 1086 se produce el desembarco en Algeciras, seguido por una razzia en dirección noroeste que lleva al choque de moros y cristianos, el 23 de octubre de 1086, en Sagrajas (Badajoz). Las cifras de contendientes difieren desde los 30.000 hombres de Yusuf ibn Tasufin que se enfrentaron a los 60.000 de los coaligados reyes de León y Aragón, cifras de las crónicas de la época, a las más modernas estimaciones sobre documentos historiográficos y estimaciones poblacionales, que invierten las cifras a unos 7.500 musulmanes contra unos 2.500 cristianos.
Lo cierto es que en aquella batalla murieron la mayoría de los cristianos, se cuentan unos 100 supervivientes incluido el rey de León (Alfonso VI). Celebrando los musulmanes su victoria amontonando las cabezas de los cristianos muertos y bailando sobre ellas, aunque los musulmanes también sufrieron importantísimas pérdidas.
En los siguientes años, la acción musulmana perdió fuelle por falta de tropas y por la vuelta de su líder a Marruecos por asuntos internos y familiares, mientras los cristianos decidieron encastillarse y ganar tiempo. Únicamente, Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid”, que actúa a veces como mercenario o como señor independiente y otras como vasallo de Alfonso VI, lucha en Levante y toma Valencia en 1094, obteniendo dos significativas victorias en Cuart de Poblet y Gandía que equilibraron la situación.
Alfonso VI, que ahora mantiene buenas relaciones con “El Cid”, decide dar un golpe de gracia a los Almorávides y les plantea una batalla cerca de Consuegra en 1097, que nuevamente será un desastre. Yusuf ibn Tasufin ha vuelto a tomar el mando, elevado a este a máximo dirigente musulmán, pero tras la batalla, nuevamente vuelve a Marruecos, lo que acabara con toda la ventaja estratégica obtenida en esta confrontación.
El hijo del Cid, Diego, posiblemente nacido el 1 de mayo de 1076, quizás de una relación anterior a Doña Jimena, y que no viene reflejado en ningún momento en el Cantar del mío Cid, es uno de los protagonistas de la batalla representando a su padre, que está defendiendo Valencia. Diego manda la caballería de una de las alas cristianas y sucumbe en el último asalto almorávide en Consuegra.
Lo cierto es que en 1089, cuando el Cid es desterrado por segunda vez, Diego, a sus 14 años, es encarcelado, siendo liberado en 1090. Nuevamente, versiones contradictorias, le hacen acompañar a sus hermanas y a Doña Jimena a la ciudad de Valencia, como heredero del Cid. Existiendo otra versión que le sitúa como caballero del Rey y en contra de su padre. Finalmente, se unifican las interpretaciones cuando Alfonso VI en 1092 perdona al Cid y Diego acompaña ya de continuo a su padre, como hijo primogénito y futuro sucesor suyo al mando de sus tropas mercenarias.
La gran pregunta es: ¿porque “El Cantar del Mío Cid” obvia a Diego? Los grandes entendidos, como Menéndez Pidal, siempre han opinado que la ausencia de Diego en Cardeña con Jimena y sus hijas, hecho principal sobre el que gira todo el poema, es quizás el motivo. No obstante, diversos pasajes en los que se cuentan las tribulaciones anímicas del Campeador, en las que siente su soledad y la falta de a quien dejar sus logros, incitan a pensar en un heredero ausente, quizás el caballero Diego, muerto a los veinticuatro años en Consuegra y al que también la historia deja una incógnita parental, la historia de un hijo, un nieto del Cid, también discutido y discutible.
Pero eso es otra historia.
Apoyo: pruebas documentales
Diego Rodríguez, también Diego Ruiz, es nombrado en documentos de los siglos XII y XIII como: la Historia Roderici, la Primera Crónica General o el Liber Regnum. Su historia personal tiene varias versiones, desde que partió siendo niño con su padre al primer exilio de éste (1083-1087), mientras su 'madre' y hermanas permanecían en Cardeña, criándose y conociendo de él artes como la estrategia o el combate, o como dice el profesor Menéndez Pidal, manteniéndose en Burgos al cuidado de la familia de su madre, algo impuesto por la ley de aquella época, en la que los hijos de diversos matrimonios, de un solo progenitor, se repartían entre las familias maternas en su ausencia. También, es posible que quedara al cuidado de los vasallos del Cid: Alvar Fáñez y Pedro Bermúdez, mas por imposición del Rey, que por deseo de su padre.

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