'El atraso de América Latina comienza con la Inquisición'
Por: MARÍA PAULINA ORTIZ en El Tiempo - Colombia.
Francisco Martín Moreno dice en su libro que el rezago de la región es por EE. UU. y el catolicismo.
“Me impresiona sentir que no he salido de mi país”. Esto es lo primero que dice el escritor y periodista mexicano Francisco Martín Moreno recién llegado a Colombia. Es la primera vez que viene, después de muchos años de tener el deseo de presentar sus libros a los lectores colombianos.
“La historia de Colombia me duele mucho –continúa– porque se parece a la historia de México. Al bajarme del avión, vi aquí la misma problemática”. Martín Moreno, autor de best sellers en su país, como la serie titulada Arrebatos carnales y México negro, vino a Bogotá a presentar su libro Las cicatrices del viento, en el que describe, en forma de novela histórica, la historia de poderío de la United Fruit Company durante sus años de presencia en América Latina.
En sus libros, usted se ha interesado por entender de dónde viene el atraso latinoamericano. ¿Qué conclusiones ha sacado?
El gran problema de América Latina comienza con la Inquisición. Si comparas los países donde no hubo Inquisición –Australia, Estados Unidos, Canadá, Alemania, entre otros– con los que la vivieron, vas a encontrar un común denominador: el atraso. Durante esa etapa se perseguía a quien pensara peligroso, se quemaba a quien leyera un libro prohibido. La Iglesia católica era la encargada de la educación en nuestro continente y solo educó a criollos, españoles y a “los sobrinos” de los sacerdotes (porque así les decían a sus amantes). De ahí que, cuando llegó la Independencia, el 90 ciento de las personas de nuestras tierras no sabían leer ni escribir. Ahí comienza el drama. En una sociedad protestante (y aclaro que no soy ni católico ni protestante), para que te salves debes leer la Biblia. Parece una tontería, pero al menos eso te obliga a saber leer. En 1850, en EE. UU. se publicó La cabaña del tío Tom y se vendieron medio millón de ejemplares. En México no vendes medio millón ni de ampollas de penicilina. Lo que heredamos del virreinato español es un lastre espantoso. Y mientras no entendamos ese pasado, no vamos a entender el presente.
¿Por qué se interesó por la historia de la United Fruit Company, la cual narra en ‘Las cicatrices del viento’?
Yo había escrito México negro, donde describí los desastres que causó la presencia de las compañías petroleras norteamericanas, inglesas y holandesas en mi país. Pero luego pensé ¿y en América Latina? ¿Quiénes fueron los que robaron y desquiciaron los sistemas políticos y sociales? Entonces me encontré con la bananera, con ‘el pulpo’, como la llamaban, que quitaba y ponía presidentes latinoamericanos a su antojo. La United Fruit Company no tenía marines, pero bastaba que se comunicara con la Casa Blanca para que se los mandaran, así que hacía lo que le daba la gana. ¡Llegó a imponer como presidente de un país a un personaje que había sido secretario del consejo administrativo de la propia bananera! Y de la misma forma que imponía presidentes, desaparecía personas. Cómo no, si tenía en su nómina a jueces, magistrados, ministros, a la prensa. La United puso a un tipo como Somoza como presidente. Para ellos era mejor entenderse con un dictador que con un sistema democrático.
‘El pulpo’ salió de América Latina en los años 70 del siglo pasado. ¿Cree que el poder de empresas como esta cambió o desapareció?
Ahora ya no tienen que recurrir a marines o a la intervención armada, solo necesitan esparcir un rumor. Chile quería exportar uvas a Estados Unidos, por ejemplo. Y de hecho estaba ganando mucho espacio. Pues le pusieron una gota de cianuro a una uva y dijeron que todas las uvas chilenas tenían cianuro. Fue una reacción de los viticultores de Estados Unidos en alianza con Wall Street y la Casablanca. De igual manera dijeron que en México, cuando se pescaba atún, también pescaban delfines. La sociedad protectora de animales norteamericana pidió que no compraran atún mexicano. Y era falso. Ante un rumor no hay reversa. La alianza entre empresarios y Casa Blanca les ha funcionado siempre muy bien. Nuestros gobiernos, en cambio, no protegen a sus empresas nacionales. En México, la industria del juguete quebró por las importaciones chinas. Con el calzado sucedió lo mismo. La penetración extranjera es devastadora, y los gobiernos no hacen alianzas con sus industrias locales.
¿Encuentra alguna razón para que América Latina siga enterrada en ese atraso?
No estamos acostumbrados a una cosa muy importante: a protestar. Estoy convencido de que una persona que no protesta es una persona enferma; una sociedad que no protesta está enferma. En América Latina tenemos los gobiernos más corruptos, que se roban todo, y nadie protesta. Un presidente impone al otro y este, al otro, y nadie protesta. ¿Por qué no? Otra vez tengo que llegar a la Inquisición. Cuando alguien denunciaba a una persona ante los inquisidores, iban por ella a su casa y nadie la volvía a ver; te metían en un sótano y te quemaban viva. Es obvio que todo eso fomentara el silencio. La Inquisición provocó una descomposición social y familiar y un sistema de desconfianza que no hemos podido superar todavía. Sin contar con que no existía ninguna estructura de defensa judicial. No había ningún derecho. ¿Quién iba a protestar, quién se quejaba?
Usted ha dicho que la Iglesia católica es el peor enemigo que ha tenido América Latina.
Sí. Para mí, la Iglesia católica es uno de los grandes enemigos del progreso de nuestros países. Ahora, ¿por qué crees que nombraron a un papa latinoamericano? Si te fijas, lo que recaudan en las iglesias católicas alemanas, francesas, húngaras, no es nada. ¿De qué depende hoy el vaticano? De las aportaciones que haga la iglesia latinoamericana. Por eso, el primer viaje que el papa Francisco hizo fue con destino a Brasil, porque allá se está desplomando la recaudación, están perdiendo católicos a una velocidad tremenda. Nada de sus movidas son casualidad. Tienen un objetivo económico muy claro. Si el dinero está aquí, en estas tierras, pues hay que mandar a un pontífice que hable nuestro idioma. No van a volver a poner a un polaco. Tontos no son. Esta impotencia de América Latina es lo que más me frustra. Tenemos que hacer algo para que no nos siga sucediendo lo que nos sucedió antes.
Ante este panorama latinoamericano, ¿cómo ve al presidente Barack Obama?
El gobierno de Obama es una inmensa frustración. Ante la unión de los países europeos –que ya son un bloque– y de los asiáticos –que van hacia lo mismo–, Obama tenía que haber hecho el bloque americano, una unión de nuestros países. ¿Por qué Estados Unidos va a mandar cientos de miles de millones de dólares a China o a Corea para maquilar productos? Una zona americana hubiera reportado gigantescas ventajas a los estadounidenses, generado millones de empleos para América Latina, reducido la migración hacia Estados Unidos. En fin. Es una lástima. Ya sin meterme en el sistema de espionaje de Obama, que es despreciable, creo que perdió la oportunidad de crear esta unión. Desde el punto de vista de América Latina, Barack Obama es un gran desperdicio.
Pero no nos hemos unido tampoco nosotros, no todo recae en la responsabilidad de Estados Unidos.
Es verdad que resulta simplista culpar a Estados Unidos de la mayoría de nuestros males. Llega el momento en que hay que superar eso, igual que uno lo hace con sus padres. Llega el momento en que en tu vida acaba la culpa de tus padres y comienza la tuya. Así con las naciones: acaba la culpa de las influencias foráneas y comienza la responsabilidad como nación. Pero de nuevo llego a la religión católica, que nos ha convertido en países de cínicos, donde no nos responsabilizamos de nada; decimos “acúsome padre porque robé” y rezamos tres padres nuestros. Y ya. También pasa que desconfiamos de lo que pueda pasar con nuestros vecinos. Qué puede pasar en Argentina, Venezuela, Ecuador, y ya no hablemos de Cuba.
¿Siente que en muchos países latinoamericanos está en riesgo la democracia?
En América Latina llegamos muy tarde a la democracia. En una atmósfera democrática se desarrolla lo mejor del ser humano y es el mejor campo para el desarrollo económico. En el siglo XX, sin embargo, el 90 por ciento de países de América Latina no tenían democracia. Por eso necesitamos luchar para que siga existiendo, al precio que sea. Creo que el camino para esto es la educación. Ese ha sido el esquema en el que han tenido tanto éxito los países desarrollados. Si Nicolás Maduro fuera candidato a la presidencia de un país como Alemania, le pondrían un cerco sanitario, una camisa de fuerza y se lo llevan preso. Lo mismo que a López Obrador. En Alemania, Inglaterra, esos discursos son un atentado contra la inteligencia nacional. Aquí, en cambio, tienen una cantidad de seguidores debido a la ignorancia. Te doy una definición de populista: aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas.
MARÍA PAULINA ORTIZ
REDACCIÓN EL TIEMPO
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