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segunda-feira, 30 de setembro de 2013

ALFONSO X - EL SABIO







Sabios judíos fueron el «engranaje» del taller de Alfonso X
Efe. Sevilla.

El grupo de sabios judíos que Alfonso X reunió en su corte se convirtió en "el engranaje imprescindible del taller científico alfonsí", según ha dicho a Efe Laura Fernández, autora de "Arte y Ciencia en el 'scriptorium' de Alfonso X El Sabio", libro publicado por la Universidad de Sevilla.

"Entre los colaboradores del escritorio regio de los que se tiene noticia documental destaca especialmente el grupo de colaboradores judíos", entre los que figuran Yehudá ben Mosé, Rabbí Isahaq ben Sid, Abraham y Samuel ha-Leví, quienes además de participar activamente en la elaboración de los textos, ocuparon cargos de responsabilidad en la corte.

"Su conocimiento del árabe y su formación científica les habilitaba para la traducción y elaboración de textos de temática astronómica-astrológica", ha señalado Laura Fernández, profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense.

La asimilación e incorporación del legado cultural islámico al reino castellano caracterizó y distinguió la producción de libros de Alfonso X, especialmente en lo que se refiere al taller científico.

No obstante, la historiadora considera que "esa herencia por sí sola no hubiera generado unos resultados como los que dejó el escritorio alfonsí, por lo que la acción integradora del monarca como 'patrono de las letras y del saber' fue fundamental en el proceso".

Con el término "scriptorium alfonsí", Fernández designa "un ámbito conceptual de trabajo asociado a la corte y en el que participa activamente el monarca como su promotor", y ese "ámbito de trabajo estuvo articulado por talleres especializados que trabajaron en diferentes áreas de conocimiento, historia, ciencia, literatura, legislación y jurisprudencia, cuya labor estuvo íntimamente ligada al proyecto político del reino".

Ese "scriptorium intelectual", a su vez, "se valió de equipos de profesionales del mundo del libro que supieron dar forma y trasvasar al pergamino los debates intelectuales presentes en la Corte" y que trabajaron de forma coordinada con los talleres especializados y adaptándose a proyectos de diferente naturaleza, según las necesidades de cada momento". Ese centro del saber constituyó "un escritorio regio plenamente definido y al servicio de los intereses de la Corona".

Sobre la actividad desplegada por el Rey Sabio para convertir Sevilla en una de las capitales culturales del siglo XIII, la profesora ha citado "la conocida concesión regia de que hubiera 'estudio e escuelas generales de Latino e de Aravigo' en la ciudad en la temprana fecha de 1254".

A pesar de las incógnitas que se ciernen sobre la dotación de dicho centro y del porqué de su desaparición posterior, lo cierto es que estuvo activo, como demuestra la bula otorgada en 1260 por Alejandro IV en la que se refería a los doctores y escolares del estudio sevillano.

Y como "prueba sintomática de la configuración de Sevilla como centro especialmente destacado en el panorama intelectual del momento", ha señalado el interés del Rey por reunir en la ciudad a importantes sabios.

De ahí que reclamara al arzobispo y al cabildo unas mezquitas "para morada de los físicos que vinieron de allende, e para tenerlos más cerca" del Alcázar, según puede suponerse, ha apuntado Fernández.

La obra de Laura Fernández proporciona por primera vez un exhaustivo estudio de conjunto de los manuscritos de temática científica realizados en el marco de la producción de libros alfonsí, así como de sus copias, y trata de explicar la organización de este "scriptorium" para llegar a ser tan prolífico.

Entre los manuscritos originales conservados que han sido objeto de análisis por la historiadora están el "Libro de las cruzes", el "Libro conplido en los iudizios de las estrellas", el "Lapidario", el "Libro del saber de Astrologia", el "Libro de las formas et las ymagenes" y el libro "Arte Magica".

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