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sexta-feira, 18 de outubro de 2013

LA LENGUA VIVA






Errores y disparates
Amando de Miguel


Los errores irrelevantes o erratas son cada vez más comunes en la escritura. La razón es que cada vez son más los textos que publicamos, pero tecleados por nosotros, no por un profesional. En realidad, casi todos disponemos ya de una imprenta en nuestra casa o lugar de trabajo, y muchas veces en nuestro bolsillo. Así pues, seamos benevolentes con esas erratas, que son de imposible eliminación. Pero, por la misma razón de la abundancia de textos, hemos de ser muy estrictos con los errores debidos a la ignorancia. De lo contrario iremos al caos comunicativo. No es una cuestión de que las palabras o frases estén bien o mal, así o asao. La duda es permanente e incluso creciente porque hay muchas fórmulas que se pueden expresar de diversas maneras. Cuál sea la propia no es fácil de determinar. Para eso están los diccionarios y gramáticas, pero sobre todo hay que atender a lo que dicta el sentido común y la observación del uso por las personas cultas.

Ignacio Despujol propone que comente aquí algunas expresiones hechas que pueden resultar engañosas. Por ejemplo, "el punto álgido del verano", "un desastre humanitario", “en olor de multitud”, “el asesino ejecutó a su víctima” o “vivir a cuerpo de rey”. Abro turno para las opiniones sobre esas locuciones hechas, pero algunas de ellas tampoco están mal, en la medida en que se van consolidando. Álgido podría ser en su origen "lo más frío", pero empieza a ser casi lo contrario. El "desastre humanitario" suena a oxímoron, pero no tendría por qué ser contradictorio. Cierto es que jurídicamente ejecutar es matar a alguien en cumplimiento de una sentencia judicial, pero cabe también el sentido de hacer algo planeado. "En olor de multitud" puede parecer un disparate, pero ya está establecido. Procede, como es sabido, de la expresión más correcta y originaria de "en olor de santidad". La explicación está en que los cadáveres de algunos santos presentaban un cuerpo incorrupto. “A cuerpo de rey” está también admitido por los escritores como equivalente de “con refinamiento”. Una cosa es el origen de una expresión y otra el estado actual de su incorporación al lenguaje más o menos culto.

A veces no hay más remedio que protestar ante errores que son disparates o incongruencias. Adolfo Ipiña transcribe este titular de un diario digital (que no es Libertad Digital): "La juez Alaya ha imputado sendos presuntos delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos a la ex consejera Magdalena Álvarez". Razona don Adolfo que ahora se comprende que los españoles adultos andemos tan mal en comprensión lectora. La prueba es que el titular transcrito no hay forma de entenderlo. Sendos tendría que referirse a dos personas, cada una con un delito. A esa crítica añado una queja menor. Es el vicio de anteponer "presuntos" a los delitos, no a los delincuentes. En el caso citado los delitos están ahí. Magdalena Álvarez sería presunta culpable hasta que el juicio demuestre que lo es. De forma algo confusa eso se llama "presunción de inocencia". Por cierto, un juicio no debería calificar a nadie de inocente sino de no culpable. No es lo mismo. La inocencia no se puede demostrar; la culpabilidad, sí.

En esto que me entra el discurso de un famoso abogado que perora en la tele sobre estas cuestiones. Su frase, tomada al oído, me impresionó: "Como dijo Cicerón, quo prode?". Primero, la frase más famosa es Cui prodest scelus, is fecit, o sea, "Aquel a quien beneficia un delito, ese es el verdadero autor". La frase es de la obra Medea, de Séneca. Puede que también la empleara Cicerón, pero eso consta menos. Lo más seguro es que fuera una frase hecha en la tradición jurídica romana, un lugar común, vamos.

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