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quarta-feira, 6 de novembro de 2013

“El error de hoy puede ser norma de mañana”



El académico y lexicógrafo está al frente de la revisión del Diccionario de la Real Academia
TEREIXA CONSTENLA en El País - España

Los lexicógrafos parecen señores normales que trabajan en un banco. Engañan. Se pasan la vida haciendo inventarios de palabras, analizando si han envejecido, si tendrán futuro, si se han colado de fuera o si han sumado otro significado al que ya tenían. Como si radiografiar el vocabulario fuese tan común como radiografiar esqueletos. Pedro Álvarez de Miranda (Roma, 1953), el académico y lexicógrafo que está al frente de la revisión del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), también parece un señor normal cuando llega al restaurante. Hasta que se sienta y desvela cuándo percibió la llamada de la selva. O, cuando menos, el primer toque del futuro.

A los 15 años, sin saber claro está que sería el principio de una larga amistad, asistió a una sesión de ingreso en la Academia. Convengamos que el hecho, a tales edades, resulta singular. Su efecto lo es más: “Me impresionó”. Se convirtió en coleccionista de discursos. En 2011, cuando leyó el propio tras ser elegido académico, disponía de 258 de los 260 publicados hasta entonces. De ellos echó mano para construir el suyo, un repaso por la oratoria desplegada por los académicos el día que accedían a la casa y que arrancó más de una sonrisa. “Hay que tener piedad del público, no puedes endosarle un discurso técnico sobre lexicografía. Creo que resultó ameno”, recuerda en este local situado a pocos minutos de la RAE.

Zorrilla lo hizo en verso. Azorín trenzó una pieza literaria. Galdós teorizó sobre la novela. Merino contó un cuento. ¿Han cambiado los temas? “En el XIX había una gran preocupación por el purismo. Hay discursos muy conservadores y alarmistas sobre los peligros que acechan a la lengua. Hay un académico que pone el grito en el cielo por el lenguaje del telegrama diciendo que va a destrozar la sintaxis, que no sufrió el más mínimo menoscabo. La lengua es muy sabia y sobrevive a los fenómenos novedosos”. El telegrama de ayer es el SMS de hoy. A Álvarez de Miranda, catedrático de Lengua española en la Universidad Autónoma de Madrid, no le asusta. Si un alumno wasapea donde puede y redacta un examen como debe, nada preocupante observa el lexicógrafo, que incluso elogia el impacto positivo de esa “gimnasia mental”.

La historia de la lengua, además, aconseja huir del integrismo. “El error de hoy puede ser la norma de mañana. No se puede poner puertas al campo. Es más fácil rasgarse las vestiduras que ser eficaz, pero si la lengua decide ir por un camino, es soberana para hacerlo. Es imprevisible y muy democrática”, sostiene.

Otra cosa son los diccionarios. Por lo general, lentos en la era Gutenberg (se presume que sus ritmos digitales cambiarán). El actual, con 88.000 entradas, se publicó en 2001. “El DRAE necesita refundarse, sigue siendo el tataranieto del Diccionario de autoridades. Uno de sus problemas no es lo que le falta sino lo que le sobra”, afirma su director. La versión 23ª saldrá en 2014, como guinda del tricentenario de la RAE. Incorporará nuevas voces que representan nuevas realidades. Mileurista, por ejemplo. Una palabra acuñada en una carta enviada a este periódico y que hizo fortuna. Álvarez de Miranda la cazó al vuelo y la sometió a debate en la Academia. Una palabra que la realidad económica ha matizado, como reconoce el lexicógrafo: “Qué más quisieran muchos ahora que ser mileuristas”.

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