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sexta-feira, 12 de setembro de 2014

LOS SIETE SABIOS DE ROMA


Hallan en Escocia el incunable más antiguo en castellano de Los Siete Sabios

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BELÉN MOLLEDA (AGENCIA EFE)

El incunable «más antiguo» imprimido en castellano de La Historia de los Siete Sabios de Roma, una obra de gran popularidad mundial, traducido prácticamente en todas las lenguas y que en el siglo XIX perteneció a la Casa Real española, ha sido localizado en Escocia y está en manos de un particular.


María Jesús Lacarra muestra en su ordenador una imagen del incunable. Foto: © EFE/Javier Cebollada
MARÍA JESÚS LACARRA MUESTRA EN SU ORDENADOR UNA IMAGEN DEL INCUNABLE. FOTO: © EFE/JAVIER CEBOLLADA
Este incunable, que está «incompleto» y que pudo haber sido imprimido en Zaragoza «entre los años 1488 y 1491», es un libro de cuentos anónimo, cuenta con 32 grabados «bastante buenos», uno de los cuales se repite, y 44 folios, ha explicado a Efe María Jesús Lacarra, profesora de la Facultad de Letras de la Universidad de Zaragoza.
Hasta ahora el incunable más antiguo en castellano que se conocía de esta obra se encuentra en la Biblioteca Nacional en Madrid y fue imprimido en Sevilla en una fecha que no figura en la obra, aunque los investigadores la sitúan en el año 1510, ha explicado.
Se trata de una colección de cuentos orientales, cuyo antecedente está en el siglo II o III antes de Cristo y su elaboración sigue el modelo de Las mil y una noches, en el sentido de que son una serie de historias que se cuentan, en las que hay una persona que está a punto de morir y que «termina bien», ha explicado.
El incunable, está «incompleto», y en él no figura ni lugar, ni fecha, si bien Lacarra está «convencida» de que la obra se imprimió en Zaragoza, primero porque una de las «pistas» que había antes de localizar el libro ya llevaban a esta ciudad y en segundo lugar por la cantidad de «aragonesismos» que se encuentran en la publicación.
Todos los indicios apuntan además a que esta obra fue imprimida en el taller Hurus, el único que había en Zaragoza entonces, y, a juzgar por el tipo de letra, por Juan Hurus, quien estuvo de responsable en esta imprenta entre los años 1488 y 1491.
La investigación sobre este incunable se presenta mañana en el Congreso de Historia Medieval de Zaragoza, que comienza hoy.
Lacarra, que ha sido la que ha localizado la obra, ha explicado que la encontró en una base de datos digital inglesa sobre incunables «posiblemente nada más ser incluida» y en su ficha, «muy imprecisa», se limitaba a apuntar que para más información había que acudir a la Biblioteca de Edimburgo (Escocia).
El hallazgo le quitó el sueño e inmediatamente se puso en contacto con esta biblioteca, que, a su vez, hizo de intermediaria con el propietario del incunable, quien finalmente accedió, tras una serie de trámites y de acuerdos, a enviar a la investigadora una copia escaneada.
Del propietario, no sabe el nombre y ni siquiera si es mujer u hombre. Lo único que conoce es que debe de entregarle todas las publicaciones que se hagan sobre la obra y que los derechos sobre este libro son de él.
Sí conoce, según ha explicado, que la obra perteneció en el siglo XIX a la Casa Real española, concretamente al infante Antonio Pascual de Borbón, hijo de Carlos III, que no llegó a ser rey y que tenía una gran biblioteca, que se dispersó al fallecer en 1817.
También tiene la certeza, según ha explicado, de que el incunable perteneció a la colección del pintor inglés, Charles Fairfax Murray, que murió a principios del siglo XX y que tenía una gran pasión por los libros. Su biblioteca se subastó al morir en 1918.Se desconocen más detalles sobre esta obra, de unas dimensiones de 18×27 centímetros, explica la autora.
El incunable está «incompleto», ha asegurado Lacarra, que calcula que le faltan unos «dos o tres folios, probablemente uno de ellos con un grabado», una circunstancia que ella ha descubierto y que no conocía ni el coleccionista, ni la biblioteca de Edimburgo, probablemente por su desconocimiento a fondo del castellano.
La investigadora llegó a esta conclusión al comparar la obra con la edición de Sevilla, que tiene «grabados más pobres». Del coleccionista desconoce más datos, aunque sí espera que después de que se realice la publicación de las actas del congreso que se celebra en Zaragoza y donde lo va a presentar, le permita realizar una edición facsímil.

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