Historia de un joven excepcional
Amando de Miguel en Libertad Digital - España
La crisis económica no es tan profunda como decimos porque quizá haya muchos jóvenes españoles como Tomás, a quien acabo de conocer. Me he sentido prendado de su discurso autobiográfico. Lo relataré en primera persona, como él me lo dijo con toda sencillez:
Mire, don Amando, yo no cuento con estudios, pero tengo muy claro lo que hay que hacer en este mundo. A los 16 años le dije a mi padre que no me interesaba seguir estudiando como mis amigos, todos en el instituto y después en la universidad. Me costó una bronca con el viejo. Lo mío era ponerme a trabajar, salir de casa lo antes posible y hacer mi vida. Lo que hice fue prepararme para obtener todos los carnés de conducir. Llevar un vehículo es lo que más me gusta, aunque sea 14 horas al volante. Luego hago gimnasio para mover las piernas y los músculos, pues si no me atrofio.
Dicho y hecho. Saqué sucesivamente el carné de moto, coche, autobús, camión, tráiler, máquinas de obras públicas. Fue fácil encontrar trabajo como conductor de cualquier tipo de vehículo. Pasé unos años muy duros descargando camiones de reparto y derribando edificios viejos con un toro. Eran los tiempos de la alegría en la construcción. Hasta que llegó la crisis y no tuve más remedio que ir al paro. Cobraba mil eurillos mensuales, que no estaba mal, porque había cotizado mucho. Pero a mí eso no me iba. Mis amigos me decían: "No seas gilipollas, el paro es lo mejor que hay". No señor, lo más grande es cotizar.
Yo es que soy muy cabezota. Solo aguanté tres meses en el paro. Me recorría todos los días los polígonos (industriales), puerta por puerta, para ver de encontrar algún curro. No me importaba que el sueldo fuera corto o que el contrato fuera temporal. Lo fundamental era cotizar. Pasé por muchos trabajos, todos por poco tiempo y con sueldos que no pasaban de los 500 mensuales. Nada más empezar un trabajo, en los ratos libres me dedicaba a buscar otro mejor. Ahora tengo este empleo muy cómodo y seguro, que me da cerca de 2.000 mensuales limpios. Es una empresa de alquiler de coches con chófer para todo tipo de organizaciones. Mi chica trabaja en una buena tienda de ropa y gana más que yo. Pero no nos vamos a quedar aquí. Ella dice que está muy bien como está, pero yo lo tengo muy claro. Estoy haciendo los trámites para montarme como autónomo. Mi idea de momento es seguir trabajando para la misma empresa, pero con mi coche propio. No me importa hacer más horas, con tal de que me rindan. Nunca me importó que la jornada fuera larga. Las horas extra siempre se pagan más. En unos pocos años montaré mi propia empresa de alquiler de coches. Es un negocio que va a más; incluso con la crisis se ha ampliado, pues muchas compañías y organismos prescinden de los coches propios.
Mi chica me ha convencido por fin de que nos compremos una vivienda. Ahora precisamente es el momento de hacerlo, pues los pisos están baratísimos y los intereses de las hipotecas son bajos. Tenemos ahorrados unos miles de pavos. El banco te da lo que le pidas cuando ve que en la cuenta hay saldo. Hace ocho o diez años, cuando todos mis amigos se compraban pisos, yo dije que había que vivir de alquiler, y acerté. Ahora algunos amigos se encuentran con que el piso que compraron está todavía sin terminar de pagar la hipoteca, y si lo quieren vender vale la mitad. Ellos han terminado sus carreras a trancas y barrancas, pero no encuentran empleo y no saben hacer nada práctico. Me pierdo con lo que dicen los economistas, pero me da que las decisiones en esta vida hay que tomarlas según la ocasión. Mi padre me repite ahora: "Tomasete, qué razón tenías".
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