¿Se habla español?
El idioma español enfrenta muchos retos en el mundo digital.
El idioma español enfrenta muchos retos en el mundo digital. Aparte de la inconformidad con muchas de las reglas que “impone” la Real Academia, su poder e imagen como un ente de poder económico se encuentra en declive.
Desde hace tiempo, lengua de Cervantes se ha puesto entre la espada y la pared respecto al uso de ciertos vocablos, situación que hace pensar que el idioma está, tal vez no en franca decadencia, pero sí falto de imaginación. La “legalización” sobre términos como “tuitear” e incluso “wasapear”, simbolizan un grave problema respecto al uso de la ortografía: pareciera que el idioma español perdió su capacidad para crear palabras, tanto para el uso cotidiano, como en disciplinas especializadas.
Dentro del sinsabor se encuentra el preocupante hecho de que nuestro idioma carece de presencia mundial propositiva en diversos campos del conocimiento. En el español no tenemos esa potencia creadora, pública o privada, en el campo de acción que se quiera pensar, y cuando está podría darse, la comunidad la desprecia por considerar que no está “a la altura”, aunque no tengamos idea sobre qué tan alto la queremos.
Dentro del periodismo, mucho se puede decir sobre la forma cómo expresamos los términos nuevos, y más aún como estos son llanamente sustituidos por palabras que se “acomodan” mejor al diario hablar de la lengua. El reto para el periodista está en saber conjugar los nuevos modelos de información en redes sociales, sin caer en el uso de extranjerismos a granel, comunes en estos medios de difusión.
De no tomar importancia a este problema, el periodismo corre el riesgo de quedar por detrás de los medios en la red, que si bien iniciaron como un “botadero” de ideas sin edición o sentido de la ortografía, ahora muchos “bloggers” son mejores referentes del idioma (para el común de la población) que los propios periodistas y comunicólogos.
Esto no significa caer en una actitud puritana sobre la red y sus contenidos. Pongamos de ejemplo la singular situación de los “vloggers” que escriben libros. En la última edición de la Feria del Libro en Colombia, estos singulares personajes fueron la sensación, en especial @GermanGarmendia, y como era de esperarse, una parte de la comunidad literaria puso el grito en el cielo al considerar que se banalizaba el evento con la presentación de sus obras y firmas de autógrafos.
No negaremos que llenar un evento con un montón de chamaquitos gritones pidiendo un autógrafo puede ser duro de aguantar, pero, ¿despotricar por los libros de los “vloggers”? Habría que ser muy cerrado de mente para ello, y lo peor, es que mucha gente piensa de esa forma.
En el mundo digital y las redes sociales, ellos son las figuras que, nos guste o no, tienen el poder para convocar a miles de jóvenes hacia la lectura, recurso más que necesario para que en el futuro, el español tenga una oportunidad para destacar en la web. Además, recordemos que estos generadores de contenido, dentro de su originalidad, sólo responden a una demanda de mercado: nos muestran lo que su público quiere y necesita. Ya sólo con eso, nos debería dar la pauta para crear mejores opciones, con esas herramientas.
Cierto, los libros de @GermanGarmendia o @JuanJaramilloe pueden ser de una simpleza mayúscula, de temas absurdos y obvios… pero sólo desde nuestra visión. ¿Acaso no comenzamos todos por ahí? De adolescentes habremos leído el hoy considerado infumable “Volar sobre el pantano”, y ahora, adultos o jóvenes, sabemos que no era la gran cosa, pero lo leímos, nos llevó a comparar, pensar y razonar, triada que con el tiempo, nos encamina en la vida y al rescate del idioma… sólo hay que tener un poco de paciencia.
Dentro del sinsabor se encuentra el preocupante hecho de que nuestro idioma carece de presencia mundial propositiva en diversos campos del conocimiento. En el español no tenemos esa potencia creadora, pública o privada, en el campo de acción que se quiera pensar, y cuando está podría darse, la comunidad la desprecia por considerar que no está “a la altura”, aunque no tengamos idea sobre qué tan alto la queremos.
Dentro del periodismo, mucho se puede decir sobre la forma cómo expresamos los términos nuevos, y más aún como estos son llanamente sustituidos por palabras que se “acomodan” mejor al diario hablar de la lengua. El reto para el periodista está en saber conjugar los nuevos modelos de información en redes sociales, sin caer en el uso de extranjerismos a granel, comunes en estos medios de difusión.
De no tomar importancia a este problema, el periodismo corre el riesgo de quedar por detrás de los medios en la red, que si bien iniciaron como un “botadero” de ideas sin edición o sentido de la ortografía, ahora muchos “bloggers” son mejores referentes del idioma (para el común de la población) que los propios periodistas y comunicólogos.
Esto no significa caer en una actitud puritana sobre la red y sus contenidos. Pongamos de ejemplo la singular situación de los “vloggers” que escriben libros. En la última edición de la Feria del Libro en Colombia, estos singulares personajes fueron la sensación, en especial @GermanGarmendia, y como era de esperarse, una parte de la comunidad literaria puso el grito en el cielo al considerar que se banalizaba el evento con la presentación de sus obras y firmas de autógrafos.
No negaremos que llenar un evento con un montón de chamaquitos gritones pidiendo un autógrafo puede ser duro de aguantar, pero, ¿despotricar por los libros de los “vloggers”? Habría que ser muy cerrado de mente para ello, y lo peor, es que mucha gente piensa de esa forma.
En el mundo digital y las redes sociales, ellos son las figuras que, nos guste o no, tienen el poder para convocar a miles de jóvenes hacia la lectura, recurso más que necesario para que en el futuro, el español tenga una oportunidad para destacar en la web. Además, recordemos que estos generadores de contenido, dentro de su originalidad, sólo responden a una demanda de mercado: nos muestran lo que su público quiere y necesita. Ya sólo con eso, nos debería dar la pauta para crear mejores opciones, con esas herramientas.
Cierto, los libros de @GermanGarmendia o @JuanJaramilloe pueden ser de una simpleza mayúscula, de temas absurdos y obvios… pero sólo desde nuestra visión. ¿Acaso no comenzamos todos por ahí? De adolescentes habremos leído el hoy considerado infumable “Volar sobre el pantano”, y ahora, adultos o jóvenes, sabemos que no era la gran cosa, pero lo leímos, nos llevó a comparar, pensar y razonar, triada que con el tiempo, nos encamina en la vida y al rescate del idioma… sólo hay que tener un poco de paciencia.
Nenhum comentário:
Postar um comentário