Juana la LocaPedro Fernández Barbadillohttp://www.libertaddigital.com
Juana I reinó en tres continentes, pero su horizonte fue el pedazo de cielo de Castilla que veía desde su celda en Tordesillas. Nació en Toledo en 1479. Sus padres le dieron una magnífica educación humanista, con profesores españoles e italianos. Aprendió italiano, latín, música y teología. Asistió a la toma de Granada y la llegada de Colón del primer viaje a América.
Retrato de Juana I de Castilla, por Juan de Flandes.
Fernando el Católico condujo a Isabel a unirse a la política tradicional de Aragón contra Francia. Por ello, casaron a sus hijos Juan y Juana con los hijos de Maximiliano de Austria, heredero del Imperio, y a Catalina con el príncipe de Gales. Francia quedaba así cercada.
Juana zarpó desde Laredo en 1496 en busca de su prometido, Felipe, duque de Borgoña desde los cuatro años. Cuando se encontraron, ambos, que tenían la misma edad, se atrajeron de tal modo que se casaron inmediatamente, sin protocolo. Su primer hijo nació en 1498, Leonor, y en 1500, Carlos, el futuro emperador. Sin embargo, Felipe mantenía aventuras amorosas que enfadaban a la apasionada Juana. En una ocasión, para acabar con las peleas conyugales, Felipe encerró a Juana en sus habitaciones. ¡Pronto empezaban las cárceles para ella!
A España llegaban noticias de estas discusiones, así como del carácter de Juana. Además, el Destino empezaba a cambiar los planes humanos. En 1497 murió el príncipe Juan; en 1498, la infanta Isabel, la primogénita de los Reyes Católicos; y en 1500 falleció el niño Miguel de la Paz, que iba a unir las Coronas de Castilla, Aragón y Portugal. Juana se convertía en heredera de sus padres.
En 1502, Juana y Felipe viajaron a España para que la infanta jurara como princesa de Asturias. Felipe regresó a Flandes, abandonando a Juana, que estaba embarazada y parió al infante Fernando en Alcalá de Henares (1503).
La princesa estaba tan desesperada por la separación que su entristecida madre le permitió marchar. Cuando murió Isabel la Católica en 1504, el ambicioso Felipe se encontró con que su esposa era reina de Castilla y señora de las Indias.
El matrimonio volvió a España. Con el apoyo de los grandes linajes, Felipe vulneró el testamento de Isabel, que no le mencionaba, se hizo proclamar rey de Castilla y expulsó a Fernando. Su siguiente paso fue tratar de incapacitar a su mujer, pero ella se le opuso.
Todo lo terminó la muerte, que en Burgos (1506) se llevó a Felipe.
'Doña Juana I' , de Francisco Pradilla. | Museo del Prado
Mientras el cardenal Cisneros trabajaba por que Fernando volviese, Juana, embarazada, vagaba por los caminos de Castilla la Vieja con el cadáver de su marido. En febrero de 1507 nació su última hija, Catalina, de la que no permitió que se le separase. La niña creció en una prisión y sufrió las mismas vejaciones que su madre por parte de los marqueses de Denia.
Fernando el Católico confinó a su hija en el castillo de Tordesillas en 1509 y gobernó como soberano único.
'Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija', de F. Pradilla (1906). | Museo del Prado
El fallecimiento de Fernando (1516) y la venida de Carlos (1517) no modificaron la situación de Juana. Carlos y Leonor la visitaron en su cárcel y al principio se negó a reconocer en esos adolescentes a los niños que había dejado en Bruselas diez años antes. Carlos no la incapacitó, pero se hizo proclamar rey junto con ella. Durante toda la vida de Juana, los documentos y los sellos españoles llevaron su nombre y el de su hijo.
Los comuneros trataron de que Juana firmara un documento recobrando sus poderes, pero ella se negó (1520).
Siempre he tenido malas compañías y me han dicho falsedades y mentiras y me han traído en dobladuras, e yo quisiera estar en parte donde pudiera entender en las cosas que en mí fuesen.
En 1525, Carlos mandó a Catalina a Portugal para casar con Juan III. La hermana de éste, Isabel de Avís, se desposó con Carlos un año después.
La locura de Juana, agravada por la ausencia de su hija y la prisión, hizo que rechazase los sacramentos católicos. Veía a un horrible gato que amenazaba con devorarla. En sus alucinaciones aparecían sus padres, pero no Felipe, ya olvidado. El jesuita Francisco de Borja le acompañó en sus últimos días.
Como otros monarcas encerrados en la locura vivió muchos años. Murió en abril de 1555 con más de 75 años de edad. Unos meses después, su hijo Carlos, ya soberano indiscutido de España y las Indias, abdicó en su hermano Fernando y en su hijo Felipe.
Juana se reunió con sus padres y con Felipe en la Capilla Real de la catedral de Granada.
El palacio de Tordesillas quedó abandonado. Ningún otro miembro de la casa real española se acercó a él, como si la enfermedad todavía habitase en sus habitaciones. El tiempo lo deterioró y Carlos III ordenó su demolición en 1773. No queda ni una de las piedras sobre las que la primera reina de España se sentaba a esperar el mensajero que pusiera fin a su prisión.
Juana I reinó en tres continentes, pero su horizonte fue el pedazo de cielo de Castilla que veía desde su celda en Tordesillas. Nació en Toledo en 1479. Sus padres le dieron una magnífica educación humanista, con profesores españoles e italianos. Aprendió italiano, latín, música y teología. Asistió a la toma de Granada y la llegada de Colón del primer viaje a América.
Retrato de Juana I de Castilla, por Juan de Flandes.
Fernando el Católico condujo a Isabel a unirse a la política tradicional de Aragón contra Francia. Por ello, casaron a sus hijos Juan y Juana con los hijos de Maximiliano de Austria, heredero del Imperio, y a Catalina con el príncipe de Gales. Francia quedaba así cercada.
Juana zarpó desde Laredo en 1496 en busca de su prometido, Felipe, duque de Borgoña desde los cuatro años. Cuando se encontraron, ambos, que tenían la misma edad, se atrajeron de tal modo que se casaron inmediatamente, sin protocolo. Su primer hijo nació en 1498, Leonor, y en 1500, Carlos, el futuro emperador. Sin embargo, Felipe mantenía aventuras amorosas que enfadaban a la apasionada Juana. En una ocasión, para acabar con las peleas conyugales, Felipe encerró a Juana en sus habitaciones. ¡Pronto empezaban las cárceles para ella!
A España llegaban noticias de estas discusiones, así como del carácter de Juana. Además, el Destino empezaba a cambiar los planes humanos. En 1497 murió el príncipe Juan; en 1498, la infanta Isabel, la primogénita de los Reyes Católicos; y en 1500 falleció el niño Miguel de la Paz, que iba a unir las Coronas de Castilla, Aragón y Portugal. Juana se convertía en heredera de sus padres.
En 1502, Juana y Felipe viajaron a España para que la infanta jurara como princesa de Asturias. Felipe regresó a Flandes, abandonando a Juana, que estaba embarazada y parió al infante Fernando en Alcalá de Henares (1503).
La princesa estaba tan desesperada por la separación que su entristecida madre le permitió marchar. Cuando murió Isabel la Católica en 1504, el ambicioso Felipe se encontró con que su esposa era reina de Castilla y señora de las Indias.
El matrimonio volvió a España. Con el apoyo de los grandes linajes, Felipe vulneró el testamento de Isabel, que no le mencionaba, se hizo proclamar rey de Castilla y expulsó a Fernando. Su siguiente paso fue tratar de incapacitar a su mujer, pero ella se le opuso.
Todo lo terminó la muerte, que en Burgos (1506) se llevó a Felipe.
'Doña Juana I' , de Francisco Pradilla. | Museo del Prado
Mientras el cardenal Cisneros trabajaba por que Fernando volviese, Juana, embarazada, vagaba por los caminos de Castilla la Vieja con el cadáver de su marido. En febrero de 1507 nació su última hija, Catalina, de la que no permitió que se le separase. La niña creció en una prisión y sufrió las mismas vejaciones que su madre por parte de los marqueses de Denia.
Fernando el Católico confinó a su hija en el castillo de Tordesillas en 1509 y gobernó como soberano único.
'Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija', de F. Pradilla (1906). | Museo del Prado
El fallecimiento de Fernando (1516) y la venida de Carlos (1517) no modificaron la situación de Juana. Carlos y Leonor la visitaron en su cárcel y al principio se negó a reconocer en esos adolescentes a los niños que había dejado en Bruselas diez años antes. Carlos no la incapacitó, pero se hizo proclamar rey junto con ella. Durante toda la vida de Juana, los documentos y los sellos españoles llevaron su nombre y el de su hijo.
Los comuneros trataron de que Juana firmara un documento recobrando sus poderes, pero ella se negó (1520).
Siempre he tenido malas compañías y me han dicho falsedades y mentiras y me han traído en dobladuras, e yo quisiera estar en parte donde pudiera entender en las cosas que en mí fuesen.
En 1525, Carlos mandó a Catalina a Portugal para casar con Juan III. La hermana de éste, Isabel de Avís, se desposó con Carlos un año después.
La locura de Juana, agravada por la ausencia de su hija y la prisión, hizo que rechazase los sacramentos católicos. Veía a un horrible gato que amenazaba con devorarla. En sus alucinaciones aparecían sus padres, pero no Felipe, ya olvidado. El jesuita Francisco de Borja le acompañó en sus últimos días.
Como otros monarcas encerrados en la locura vivió muchos años. Murió en abril de 1555 con más de 75 años de edad. Unos meses después, su hijo Carlos, ya soberano indiscutido de España y las Indias, abdicó en su hermano Fernando y en su hijo Felipe.
Juana se reunió con sus padres y con Felipe en la Capilla Real de la catedral de Granada.
El palacio de Tordesillas quedó abandonado. Ningún otro miembro de la casa real española se acercó a él, como si la enfermedad todavía habitase en sus habitaciones. El tiempo lo deterioró y Carlos III ordenó su demolición en 1773. No queda ni una de las piedras sobre las que la primera reina de España se sentaba a esperar el mensajero que pusiera fin a su prisión.
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