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segunda-feira, 7 de outubro de 2013

EL LENGUAJE EN EL FÚTBOL

De inicio se decía al principio de titular


El once titular supone siempre una declaración de intenciones, un aviso del modo en que el entrenador ha planteado el partido, al ataque o a la defensiva. Por este motivo, la prensa suele llenar sus páginas con toda clase de quinielas sobre los futbolistas que jugarán de inicio cada jornada.

¿Ha notado el lector algún giro llamativo en el párrafo previo? Aun repasándolo ahora, es probable que muchos no reparen, de puro habitual, en el uso de la locución adverbial de inicio acompañando al verbo jugar.

Se emplea tan a menudo esto de jugar de inicio o salir de inicio en sustitución de al principio, desde el principio o de titular, es tan frecuente entre los periodistas deportivos que resulta al oído de lo más natural: «Ancelotti no desvela si Bale jugará de inicio», «En punta podrían salir de inicio Stuani (1 gol) y Sergio García (2 goles)», «Décimo triunfo seguido del Atleti, que arrolló de inicio y sufrió al final»…

Sin embargo, no por reiterativo resulta menos curioso que en España —no tanto en América— se trate de un uso restringido a un ámbito concreto, característico sobre todo del lenguaje deportivo. Desde luego, en otros contextos, cuando se quiere expresar que algo sucede desde el principio o al principio, se tiende a recurrir justo a estas variantes u otras similares, no a de inicio.

Así, una persona puede causarnos una buena impresión inicial o caernos bien de primeras; es posible que congeniemos con ella al instante o hacer migas desde el saludo de presentación. Como se prefiera. Ahora bien, como esa persona afirme que simpatiza de inicio con nosotros, sin duda pasará lo que le ocurre al jugador que cabecea un balón pegado al larguero: que choca.

Y ya metidos en quebraderos de cabeza, no está de más preguntarse a qué se deberá que de inicio triunfe tanto cuando el español ya contaba años ha con la locución en desuso de comienzo. Con ser una mera cábala, acaso haya influido la ubicuidad de los ordenadores personales, todos ellos con su botón de Inicio en las pantallas dándonos los buenos días, así como con sus recomendaciones de reiniciar el equipo cada vez que se instala un programa o se completa una actualización.

De un modo u otro, coincidencia temporal o auténtica relación causa-efecto, lo cierto es que, antes de esta era digital, iniciar apuntaba singularmente —además de equivaler a empezar— a una primera experiencia vital: uno se inicia solo una vez en una práctica espiritual o en el sexo (a partir de ahí será devoción o afición) y en muchas tribus se marcaba el paso de niño a adulto mediante determinados ritos llamados iniciáticos.

Aunque pervive, este matiz de primera experiencia va difuminándose de tanto elegir continuamente iniciar en lugar de alternar más con empezar, comenzar, principiar, debutar, estrenarse o inaugurarse, según el contexto, por no mentar el también omnipresente y ya pelmazo arrancar.

Bienvenida sea, en cualquier caso, la locución adverbial de inicio. Pese a no estar registrada aún en ninguno de los diccionarios principales de referencia, no cabe duda de que puede considerarse perfectamente válida dado su tremendo arraigo entre los futboleros. Confiemos, esto sí, en que tamaña invasión de iniciar no termine por conquistar todo el idioma. El español es un bien común perteneciente a sus usuarios. Que así siga ocurriendo es cuestión de principios, no de inicios.

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