¿Interesa el español que hablamos?
Rubén Darío Flórez
¿Qué le provoca señor? ¿Sacarle capul a una calavera? O ¿irse echado pa’ delante? Pero en este caso significa que a uno le da la gana meter la cabeza por ahí. ¿O será mejor decir que ‘a mí’ y no que a uno ‘le’, ‘me’ da la gana, si empleo la expresión ‘echado pa’ delante’
El habla diaria está saturada de imágenes de frutas, de pájaros, de insectos y de animales. Mire usted si no: ‘Dar papaya’, ‘es pelea de toche con guayaba madura’, ‘qué rata’, ‘es una abeja’, ‘qué verraco’. Hasta los transportes tienen su lugar en el mundo fantástico de nuestras conversaciones cotidianas: ‘Qué avión’.
Y ni se diga de las comparaciones: ‘Lengua tan viperina’ (viperinus, palabra latina para víbora). las personas saben: ‘Tan dulce’, ‘tan agria’; o se siente: ‘Qué áspero’, que se dice de un piso, de un papel y también del carácter. A nadie le gusta si le dicen que tiene voluntad de gelatina. Nuestro discurso está lleno de emociones que transmitimos con imágenes de bestias y sabores. Un mundo imaginario y real.
Y está en el habla de la región cafetera, desde Anserma, pasando por la Ceja y Manzanares, atravesado en Dos quebradas, en las plazas populares de Bello, creativo en Pijao, Génova, Filandia y Caicedonia. El español cafetero está en la punta de la lengua para pensar, decir modos certeros, indignarse pues ‘estoy verraco’, o pensar finamente como filósofo, o ser vehemente como un abogado, o escribir y meditar pasando en ‘vela’ como periodista de La Crónica, o divertirse, con una precisa y jugosa expresión callejera en la cafetería de la universidad del Quindío.
La región ‘esconde’ una joya en mitad de las calles y en la intimidad de las casas y los cafés: Su idioma. El mismo que ahora para pensar, para hacer amigos o para ‘botar corriente’ o para hacer buenos negocios millones estudian en el mundo. O para crear poesía y minuciosos análisis culturales. En el mundo del que escribo, en varios continentes, más personas desean conocer otras historias, viajar y vivir temporadas largas en otra parte, para casarse, tener aventuras, empezar una nueva vida o hacer negocios.
El idioma castellano es la puerta a un mundo de emociones y formas únicas de decir. Uno se comunica con millones, hablando y escribiendo en español. Con el café, la arquitectura local y el incomparable paisaje, el idioma español es un patrimonio. Yo le digo al oído al rector de la universidad del Quindío, la región es un destino para estudiar el idioma español. Porque el español está de moda y hay que enseñarlo no solo a los que viven y nacen en la región sino también a los forasteros del Asia, de Europa, de otros países y que pueden sentir, (sabiéndolo decir y enseñar), que aprender español en el Quindío es una experiencia para siempre.
Al mercado mundial uno se integra con su cultura. La enseñanza del idioma castellano como lengua extranjera puede convertirse en el factor de nuestra imagen para circular en el mundo. No solo el Quindío, la inmensa región cafetera habla el inolvidable idioma castellano de Colombia. Para empezar mañana es tarde.
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