Humor en defensa propia
Escrito por Patricio Sancha
Refiriéndose al humor, la R.A.E. (Real Academia Española de la lengua), autoridad incuestionada con respecto al idioma español dice; humor o humorismo (del latín: humor, -ōris) es definido como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Partiendo de la base de que por lo general las definiciones son bastante estrechas en relación a lo que pretenden definir, para mí lo más destacable de esta en particular, es que menciona a la realidad, a las cosas que entiendo por acontecimientos, como componentes fundamentales para entender el fenómeno.
Aunque puedan existir tantas definiciones para el concepto de humor como grupos sociales que compartan una misma cultura intenten definirlo, es relativamente aceptado que el humor es utilizado como un mecanismo de defensa mediante el cual nos reímos de todo aquello que no deseamos nos suceda en nuestras vidas. Es así como nos reímos de muchas de las desgracias y miserias del ser humano. Pareciera ser que mientras más precaria sea la situación de un pueblo, más negro es su humor. Y quiero dejar en claro que precario no significa necesariamente la falta de recursos, sino el exceso de sufrimiento. Un campesino de un lugar remoto no tiene acceso a todos los medios de nuestra supuesta modernidad pero no por eso sufre. Su humor es tan inocente como el de un niño que aún no ha pasado por los sufrimientos que muchas veces la vida nos impone. Como habitante de un país sud americano en vías de desarrollo nuestro humor es en extremo cruel, negro, acido. Seguramente porque no queremos re vivir lo que por tanto tiempo nos martirizó. Nos reímos de golpes de estado, dictaduras, exilios, torturas, detenidos desaparecidos asesinatos, nos reímos a más no poder del sufrimiento injustificado para diluir nuestro llanto. Lloramos de risa para no llorar de congoja. Por supuesto que nadie quisiera recibir una descarga eléctrica bajo la lengua o vejaciones de horror impensado para firmar confesiones inventadas y por eso hicimos bromas de tortura que en habitantes de otras latitudes provocan muecas mezcla de temor, repulsión y rechazo, mientras a nosotros nos sacan una gran carcajada, eso claro está, si no hemos sido nosotros mismos quienes hemos pasado por las experiencias traumáticas de un interrogatorio buscando culpas inexistentes. Cuando se tortura a un individuo, se agrede a un pueblo entero que se protege de la sola posibilidad de vivir tal experiencia, con el humor. Ojala que en el futuro nuestros chistes no sigan torturando a un pescadito inocente con descargas eléctricas de la batería de un auto de militares pescadores para que confiese donde está su mamá, ni apaleando estudiantes demasiado cultos por preguntar una dirección en cinco idiomas, ni matando a drogadictos con síndrome de abstinencia por la falta de café. Con la fuerza del arte capaz de denunciar inequidades más allá de toda censura impuesta por la fuerza ciega, confío que en el futuro cercano cualquier chiste alusivo al lado obscuro del ser humano solo nos provoque rechazo por pertenecer a un pasado incomprensible perdido en la memoria incapaz de olvidar por completo. Ojalá así sea y lleguemos a reírnos solo de chistes que por ahora nos parecen insulsos.
A todo esto; había una vez un elefante enamorado de una hormiga...
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