Por Graciela Melgarejo | LA NACION
Twitter: @gramelgar | Mail: lineadirecta@lanacion.com.ar |
Hace un año, se comentaba en la columna "De tiempos pasados y otras formas de hablar" que el escritor y periodista Ernesto Schoo había sido declarado Personalidad Destacada de la Cultura porteña. Ahora que Ernesto ya no está más para seguir deleitando a los lectores de este diario con sus magníficas columnas sobre teatro en la sección Espectáculos, conviene recordar que, entre otras muchas razones, el nombramiento se debió a que había sabido "construir su lugar a fuerza de talento, sensibilidad de observación, erudición, calidad literaria y riqueza de expresión".
La "riqueza de expresión", forma si se quiere ya antigua de calificar, debería seguir contando, sin embargo, para los hablantes del español. A propósito del asunto "Obvio, obviamente", escribió un correo electrónico a Línea directa el también escritor y periodista Norberto Firpo, autor por muchos años de la columna Rigurosamente incierto, para esta misma sección Opinión (una de ellas fue, precisamente, "Últimas frases hechas", del 27/10/2010).
"¡Cuidado! Las palabras «obvio» y «obviamente» andan sueltas y provocando estropicios idiomáticos. Todo el mundo las usa y casi siempre mal", alerta Firpo en su e-mail del 23/7. Y continúa: "En el diálogo parlante, la voz «obvio» no siempre señala una obviedad sino que sirve de retruécano o de respuesta convencional de asentimiento, en reemplazo de formulismos como «de acuerdo», «naturalmente», «por supuesto»... El animador de un programa radial vespertino dice «obvio» y «obviamente» unas cincuenta veces por audición (y la mayoría de las veces sin justificada obviedad). Asimismo, no pocos locutores radiales se revelan empecinados en presidir con la palabra «poderosamente» toda referencia a que tal cosa les llamó la atención. De manera que la frase «poderosamente la atención» y los latiguillos «obvio» y «obviamente» le están haciendo sombra y amenazan destronar a las palabras más trilladas, entre las que desde hace tiempo se florea «emblemático»".
Tiene razón Firpo. "Emblemático" formó, hace algunos años, un trío imbatible, junto con "modélico" y "paradigmático", pero ahora estas tres muletillas han ido cediendo terreno. Puede ser muy bien que pronto ocurra con "obvio" y "obviamente". Quien esto escribe, también años atrás, se descubrió diciendo "absolutamente" cada dos por tres. No fue un descubrimiento grato.
¿Hay formas de luchar contra estas modas tan contagiosas? Son solo modas, y a veces hasta sirven para marcarnos el paso del tiempo. Pero una estrategia para salirse del lugar común, cada vez más común, es leer o releer textos que consideremos escritos con "riqueza de expresión". El sábado pasado se cumplieron diez años de la desaparición de María Esther de Miguel, una escritora, periodista y docente argentina que siempre estuvo dispuesta a batirse por ese objetivo. Fue directora del Fondo Nacional de las Artes y secretaria de la Sociedad Argentina de Escritores, y entre muchas otras distinciones, ganó el premio Planeta en 1966 por su novela histórica El escritor, el pintor y la dama . Uno de sus primeros libros tiene un título muy sugestivo, Los que comimos a Solís (reeditado en 2005, por Ediciones Colihue), y es una lectura recomendable para estos tiempos de elecciones.
© LA NACION.
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segunda-feira, 29 de julho de 2013
PALABRAS
Palabras sin traducción y otras rarezas lingüísticas
by ENRIQUE ALPAÑÉS(@SenorAlpa) July 25, 2013
1000px-Languages_world_map.svg
Un estudiante nadaba con una estudiante en el río. La chica era una deportista y él en cambio era un nadador desastroso. La chica lo amaba perdidamente y tenía tanto tacto que nadaba igual de despacio que él. Pero cuando la natación se acercaba ya a su fin, quiso pagar rápidamente la deuda que tenía con sus aficiones deportivas y se lanzó con rápidas brazadas hacia la orilla. El estudiante intentó avanzar más rápido y tragó agua. Se sintió humillado, puesto en evidencia en su inferioridad física y sintió lítost.
Milan Kundera escribió estas líneas en El Libro de la Risa y el Olvido, publicado en España por Tusquets y traducido casi en su integridad. Casi. Hay una palabra, ‘lítost’ que se mantiene en el checo original. Hace referencia a la agonía que se siente al ser consciente repentinamente de la propia miseria. “He buscado vanamente en otras lenguas el equivalente de esta palabra” asegura Kundera, “me parece difícil que alguien pueda comprender el alma humana sin ella”.
Decir que el español es muy rico es como decir que el gotelé es muy sufrido o que el Rey es muy campechano. Un lugar común que a fuerza de repetirse ha perdido ya su contenido. Según afirma José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia de la Lengua Española, en el diccionario se registran 88.000 palabras; el inglés (que se suele poner como ejemplo de idioma pobre y con poco vocabulario) registra más de 170.000 definiciones en su diccionario de referencia, el Oxford, aunque también es cierto que ellos abusan más de las palabras compuestas.
“Se suele estimar el léxico de una lengua añadiéndole un 30% al que recogen los diccionarios”, asegura Pascual. Pongamos entonces por caso que hay cerca de 115.000 palabras en castellano. Son muchas, sin duda, pero no suficientes. Cada idioma tiene sus matices, sus inflexiones y sus palabras imposibles de traducir, lítost es solo una de ellas, hay muchas más.
Si un idioma es un reflejo de sus hablantes los alemanes cumplen los tópicos y se revelan como unos trabajadores incansables. Torschlusspanik es el miedo a que las oportunidades disminuyan a medida que nos hacemos viejos, freizeitstress, el estrés del tiempo libre y todas las actividades que haces para ocuparlo.
Pero hay otra palabra, schadenfreude, que ha cobrado más relevancia e incluso se ha tomado prestada en distintos idiomas. Hace referencia al sentimiento de gozo que se produce al observar el sufrimiento ajeno. No es sadismo, no es envidia, es un término intermedio que encarna a la perfección ese ansia (tan común en la prensa rosa) de asistir a la caída a los infiernos de los ídolos, esa risa involuntaria que brota al ver una caída ajena o el gozo interno que nos invade cuando vemos al final de la película que el villano de turno recibe su merecido.
Tenemos que irnos al otro extremo del planeta para encontrar el antónimo de schadenfreude, hablamos de mudita, un concepto budista que hace referencia a la felicidad que genera la felicidad ajena.
También el japonés refleja en su vocabulario la cultura trabajadora de sus gentes, desde la castrense kyoikumama (madre que presiona despiadadamente a sus hijos para que obtengan logros académicos) hasta gaman, la determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir frente a desafíos que parecen insuperables.
Pero el término psico-laboral más extraño que tienen los japoneses no es ninguno de los anteriores, es karoshi, una palabra tristemente de moda en el país que hace referencia a la muerte por estrés laboral.
Gigil expresa en filipino lo que sienten todas las abuelas cuando cogen a sus nietos en brazos, esas ganas de morder o pellizcar algo insoportablemente tierno.
Tartle se utiliza en Escocia para denominar ese momento de vacilación cuando vas a presentar a alguien y no recuerdas su nombre.
Boh es probablemente la mejor expresión que tiene el italiano, sirve para decir con solo tres letras que no tienes ni idea.
Más románticos son los árabes que al pronunciar ya’aburnee (literalmente, tú me entierras) aluden al deseo de morir antes que su interlocutor para no tener que soportar su pérdida. Y seguimos con el macabro tema de la muerte, solo hay un idioma conocido para nombrar algo tan desgarrador como la pérdida de un hijo. Hay huérfanos, hay viudos, y en Israel hay hore shakul.
Los franceses no son de palabras sino de expresiones únicas, y sorprenden nombrando conceptos tan concretos como el ingenio de tener la respuesta acertada cuando es demasiado tarde (l’esprit de l’escalier) o pasar la mañana vagueando en la cama (grasse matinée).
No hay nada intraducible y los que se dedican a ello profesionalmente son conscientes. Todo puede solucionarse con un circunloquio, con una palabra equivalente en el fondo y distinta en los matices. Tampoco existe nadie que domine todos los idiomas del mundo (7.105 según ethnologue), así que es un poco exagerado asegurar que hay palabras únicas. Pero sí que existen palabras sin equivalente en la mayoría de los idiomas conocidos, conceptos que por su mayor uso o por la evolución idiomática han derivado en pequeñas rarezas lingüísticas. Joyas hechas palabras.
Vladimir Nabokov, además de escribir Lolita, la tradujo del inglés al ruso, esa y muchas obras más, propias y ajenas. Era un defensor de la traducción literal, sin cambiar ni un ápice (a pesar de que fuera el responsable de que en Rusia no hablen de Alicia sino de Ania en el País de las Maravillas).
Sin embargo, reconocía que había palabras que no tenían traducción posible y hacía hincapié en una: toska. “Ninguna palabra del inglés traduce todas las facetas de toska”, decía el autor.
“En su sentido más profundo, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento”.
Tanto toska como lítost hacen referencia a sentimientos. Haciendo un breve repaso nos damos cuenta de que la mayoría de palabras sin traducción lo hacen. Y dicen más de lo que encierra su estricto significado, dicen cosas sobre quien las habla.
by ENRIQUE ALPAÑÉS(@SenorAlpa) July 25, 2013
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Un estudiante nadaba con una estudiante en el río. La chica era una deportista y él en cambio era un nadador desastroso. La chica lo amaba perdidamente y tenía tanto tacto que nadaba igual de despacio que él. Pero cuando la natación se acercaba ya a su fin, quiso pagar rápidamente la deuda que tenía con sus aficiones deportivas y se lanzó con rápidas brazadas hacia la orilla. El estudiante intentó avanzar más rápido y tragó agua. Se sintió humillado, puesto en evidencia en su inferioridad física y sintió lítost.
Milan Kundera escribió estas líneas en El Libro de la Risa y el Olvido, publicado en España por Tusquets y traducido casi en su integridad. Casi. Hay una palabra, ‘lítost’ que se mantiene en el checo original. Hace referencia a la agonía que se siente al ser consciente repentinamente de la propia miseria. “He buscado vanamente en otras lenguas el equivalente de esta palabra” asegura Kundera, “me parece difícil que alguien pueda comprender el alma humana sin ella”.
Decir que el español es muy rico es como decir que el gotelé es muy sufrido o que el Rey es muy campechano. Un lugar común que a fuerza de repetirse ha perdido ya su contenido. Según afirma José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia de la Lengua Española, en el diccionario se registran 88.000 palabras; el inglés (que se suele poner como ejemplo de idioma pobre y con poco vocabulario) registra más de 170.000 definiciones en su diccionario de referencia, el Oxford, aunque también es cierto que ellos abusan más de las palabras compuestas.
“Se suele estimar el léxico de una lengua añadiéndole un 30% al que recogen los diccionarios”, asegura Pascual. Pongamos entonces por caso que hay cerca de 115.000 palabras en castellano. Son muchas, sin duda, pero no suficientes. Cada idioma tiene sus matices, sus inflexiones y sus palabras imposibles de traducir, lítost es solo una de ellas, hay muchas más.
Si un idioma es un reflejo de sus hablantes los alemanes cumplen los tópicos y se revelan como unos trabajadores incansables. Torschlusspanik es el miedo a que las oportunidades disminuyan a medida que nos hacemos viejos, freizeitstress, el estrés del tiempo libre y todas las actividades que haces para ocuparlo.
Pero hay otra palabra, schadenfreude, que ha cobrado más relevancia e incluso se ha tomado prestada en distintos idiomas. Hace referencia al sentimiento de gozo que se produce al observar el sufrimiento ajeno. No es sadismo, no es envidia, es un término intermedio que encarna a la perfección ese ansia (tan común en la prensa rosa) de asistir a la caída a los infiernos de los ídolos, esa risa involuntaria que brota al ver una caída ajena o el gozo interno que nos invade cuando vemos al final de la película que el villano de turno recibe su merecido.
Tenemos que irnos al otro extremo del planeta para encontrar el antónimo de schadenfreude, hablamos de mudita, un concepto budista que hace referencia a la felicidad que genera la felicidad ajena.
También el japonés refleja en su vocabulario la cultura trabajadora de sus gentes, desde la castrense kyoikumama (madre que presiona despiadadamente a sus hijos para que obtengan logros académicos) hasta gaman, la determinación para afrontar los obstáculos en la vida, de persistir frente a desafíos que parecen insuperables.
Pero el término psico-laboral más extraño que tienen los japoneses no es ninguno de los anteriores, es karoshi, una palabra tristemente de moda en el país que hace referencia a la muerte por estrés laboral.
Gigil expresa en filipino lo que sienten todas las abuelas cuando cogen a sus nietos en brazos, esas ganas de morder o pellizcar algo insoportablemente tierno.
Tartle se utiliza en Escocia para denominar ese momento de vacilación cuando vas a presentar a alguien y no recuerdas su nombre.
Boh es probablemente la mejor expresión que tiene el italiano, sirve para decir con solo tres letras que no tienes ni idea.
Más románticos son los árabes que al pronunciar ya’aburnee (literalmente, tú me entierras) aluden al deseo de morir antes que su interlocutor para no tener que soportar su pérdida. Y seguimos con el macabro tema de la muerte, solo hay un idioma conocido para nombrar algo tan desgarrador como la pérdida de un hijo. Hay huérfanos, hay viudos, y en Israel hay hore shakul.
Los franceses no son de palabras sino de expresiones únicas, y sorprenden nombrando conceptos tan concretos como el ingenio de tener la respuesta acertada cuando es demasiado tarde (l’esprit de l’escalier) o pasar la mañana vagueando en la cama (grasse matinée).
No hay nada intraducible y los que se dedican a ello profesionalmente son conscientes. Todo puede solucionarse con un circunloquio, con una palabra equivalente en el fondo y distinta en los matices. Tampoco existe nadie que domine todos los idiomas del mundo (7.105 según ethnologue), así que es un poco exagerado asegurar que hay palabras únicas. Pero sí que existen palabras sin equivalente en la mayoría de los idiomas conocidos, conceptos que por su mayor uso o por la evolución idiomática han derivado en pequeñas rarezas lingüísticas. Joyas hechas palabras.
Vladimir Nabokov, además de escribir Lolita, la tradujo del inglés al ruso, esa y muchas obras más, propias y ajenas. Era un defensor de la traducción literal, sin cambiar ni un ápice (a pesar de que fuera el responsable de que en Rusia no hablen de Alicia sino de Ania en el País de las Maravillas).
Sin embargo, reconocía que había palabras que no tenían traducción posible y hacía hincapié en una: toska. “Ninguna palabra del inglés traduce todas las facetas de toska”, decía el autor.
“En su sentido más profundo, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento”.
Tanto toska como lítost hacen referencia a sentimientos. Haciendo un breve repaso nos damos cuenta de que la mayoría de palabras sin traducción lo hacen. Y dicen más de lo que encierra su estricto significado, dicen cosas sobre quien las habla.
FUNDACIÓN DEL ESPAÑOL URGENTE
el día antes, mejor que el día de antes
Recomendación urgente del día
Cuando antes y después complementan a un sustantivo que expresa tiempo, como día, mañana, noche, semana, mes o año, no resulta apropiado anteponer la preposición de: el día antes, mejor que el día de antes.
Es relativamente frecuente, sin embargo, encontrar secuencias de este tipo en los medios de comunicación: «El hombre pudo morir la tarde o la noche de antes» o «¿Cómo fue el día de después de proclamarse campeón?».
Tal y como señala el Diccionario panhispánico de dudas, en este contexto antes y después se comportan como adjetivos y significan, respectivamente, ‘anterior’ y ‘posterior’, por lo que resulta innecesario el uso de la preposición, que se siente hoy arcaizante.
En los ejemplos anteriores, por tanto, habría resultado preferible escribir «El hombre pudo morir la tarde o la noche antes» y «¿Cómo fue el día después de proclamarse campeón?».
domingo, 28 de julho de 2013
FRANCISCO
“Los jóvenes están perdiendo la fe en la política, en la Iglesia y hasta en Dios”
“No dejéis que os roben la esperanza”, pidió el papa Francisco durante el Via Crucis
JUAN ARIAS Río de Janeiro
En el Via Crucis escenificado este viernes en la playa de Copacabana frente a un millón de jóvenes, el papa Francisco confesó que estos “están perdiendo la confianza en la política, en la Iglesia y hasta en Dios”.
El papa recogió de la cruz de Cristo sus llagas físicas para colocarlas en la vida cotidiana, donde aquella sangre sigue siendo, según él, derramada en la carne y el espíritu de la gente que sufre violencia y abandono. Llagas producidas por los que, según Francisco, deberían ser guías y maestros para la juventud que se abre camino en la vida.
En unas breves palabras dirigidas a los jóvenes, el papa Francisco, con el rostro visiblemente contraído, llegó a decir que Jesús, desde la cruz, se une a muchos de los que ya no creen en las instituciones políticas ni en la Iglesia. Y dio los motivos: han perdido la confianza en los políticos porque ven en ellos “egoísmo y corrupción”, y en los miembros de la Iglesia y en Dios, “por la incoherencia de cristianos y ministros del Evangelio”.
La impresión que han causado las severas y graves acusaciones del papa tanto a las instituciones políticas como a las eclesiásticas y los motivos expresados, suponen ahora un fuerte compromiso en su pontificado.
Si Francisco piensa que los jóvenes están perdiendo la fe en los políticos y en los eclesiásticos por su forma de actuar alejada del evangelio, comidos los unos por la corrupción, y los otros por los escándalos financieros y sexuales, y por su forma pomposa de vivir, deberá, cuantos antes, según los expertos en Vaticano, comenzar las reformas dentro de la Iglesia para devolver a los jóvenes la fe perdida.
Sólo comenzando a limpiar a la Iglesia de sus excesos y corrupciones tendría el nuevo papa fuerza para exigir a las instituciones políticas esa misma pureza de conducta y esa coherencia ética que los jóvenes en todo el mundo están pidiendo a los responsables de crear una sociedad menos desigual, menos violenta y con formas de vida más sencillas y menos despilfarradoras.
El teólogo brasileño, Fernando Altemeyer Junior, catedrático de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, ha sintetizado las cinco llagas que Francisco mencionado durante su visita a una favela de Río, como símbolo y transposición de las cinco llagas del crucificado:
1- La insensibilidad frente a las desigualdades en el mundo, que se hace visible en la injusticia social fabricada y mantenida por grupos económicos y políticos que convierten en invisibles a los que empobrece.
2- La cultura de lo desechado que segrega a millones de pobres en injustos apartheid en las periferias de las grandes urbes, que circundan a la ciudad rica como una “corona de espinas”.
3- La negación a los pobres del derecho a vivir seguros, sin ser carne de cañón de la violencia que tiene como primeras víctimas mortales a los jóvenes y a los pobres. En Brasil, de los 50.000 homicidios por arma de fuego anuales, el 90% son de jóvenes, la mayoría pobres y de color.
4- La corrupción de los responsables de organizar la sociedad desfigurando la nobleza de la verdadera política que debería ser el cuidado de todos y de cada uno de los que habitan la “polis”, la ciudad y no su enriquecimiento personal.
5- La soledad a la que están obligados a vivir los pobres a los que no les llega una organización civilizada y eficiente de la sociedad política. Y esa es la gran debilidad de los pobres, dejados a su suerte.
Francisco no se ha conformado, sin embargo, con hacer en Brasil este duro y lúcido análisis de lo que son para él las nuevas heridas del crucificado. A los jóvenes les ha pedido que no acepten pasivamente la situación. Les ha animado a que griten, que protesten, que salgan a la calle. Y les ha dado una consigna semejante a un desafío ante quienes pretenden arrinconarles: “No dejéis que os roben la esperanza”, le dijo.
No les ha repetido el tópico de “no perdáis la esperanza”. Les ha pedido que “no se la dejen robar”. Y para que uno no se deje despojar de lo que es más suyo, necesita defenderse.
Una frase que podría parecer inocua pero que ha resonado ante los jóvenes más bien como una llamada a la rebeldía.
Los jóvenes, según ha repetido Francisco estos días, son las principales víctimas de la nueva esclavitud: la del desempleo forzoso, señalada por él ya en el avión antes de aterrizar en Brasil.
¿Un papa conservador?
"Escribir es renacer"
"Creo que hay gente que habla pero no tiene palabras. Hablan sin contenido, de manera automática " "La política influye en todas las poblaciones, pero más profundamente en la gente paupérrima y en los artistas", señala el escritor.
El narrador fue elegido miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
José Balza (Delta del Orinoco, 1939) es noticia por estos días: a principios de mes fue elegido para ocupar el sillón marcado con la letra "M" de la Academia Venezolana de la Lengua; mientras se discutía su nombramiento, la editorial Equinoccio anunció una compilación de los ensayos del escritor, que está por publicar, además, otro libro con Bid & Co.
Ya en las librerías nacionales está a la venta Ensayos de humo, un título que reúne textos escritos entre 1980 y 2012. Guillermo Meneses, Sergio Pitol, Ramos Sucre, Medardo Fraile, Teresa de la Parra. Textos sobre escritores que han dejado una huella en el autor residenciado hoy en España. Textos que estaban dispersos que ahora los convirtió en libro. "La literatura es y no es periodismo: recoge noticias perdurables. Tan fresca hoy es una página de Homero como una de Rulfo. Cuando hago notas ensayísticas trato de advertir expansiones de la obra, el carácter del autor y ciertos rasgos de su tiempo. Esto pudiera darles durabilidad. Por lo tanto no son viejos ni nuevos. Por otra parte, acostumbro reunir textos ya publicados (incluso de hace 50 años) con los que escribo en estos días; al parecer ambos pueden leerse sin molestar", dijo el narrador venezolano, vía correo electrónico.
A Balza no le gusta dar entrevistas en persona; tampoco radiales ni televisadas. Necesita pensar cualquier respuesta. Aquí, la de su elección como miembro de la Academia, que -para él- representa un honor: "(...) Creo que hay gente que habla pero no tiene palabras. Hablan sin contenido, de manera automática y pobre. Masas y muchos políticos. Algo doloroso, porque la vida se revela y se esconde en las palabras. Tal vez la Academia se asome a estos bordes. La designación me llega como un instrumento para nuevos trabajos entre lo diario y el lenguaje. Un oficio para reconsiderar el mundo y la soledad. Y como vivo siempre salvajemente, surge la oportunidad de hacer un ejercicio cada vez más riguroso. El Delta del Orinoco ha tenido académicos: Pedro Juan Krisólogo Bastard y fray Julio Lavandero. Me gusta imaginar que en un futuro tendremos otros".
El reconocimiento llegó casi cinco décadas después de que Balza publicó su primera novela. Tenía entonces 26 años. Hoy recuerda aquella etapa iniciática que lo llevó a ser escritor. "No es una metáfora: creo que fueron las aguas del Orinoco, presentes en mi vida desde el primer minuto. Su energía, su divino misterio, su transcurrir incesante me llevaron a sentir el paso de los momentos, del habla, de la gente. Y hacia los libros, las grandes ciudades. Al intento de regresar siempre a todo lo amado", agregó el también cuentista, que -como todos- empezó imitando.
Ya lo dijo en uno de sus ensayos de su último libro: "Sólo a fuerza de ser lo otro se puede ser único" (página 380). Porque un escritor comienza por copiar a los autores que admira. "Imitamos desde el momento de nacer, para ser. Escribir es renacer siempre: sí, imitación y riesgo personal", indicó Balza, que ha sido traducido al italiano, francés, inglés, alemán y al hebreo; que hoy tiene tanta repercusión internacional que algunos aseguran que merece ganar el Premio Cervantes, aunque a él no le consta. "Como dije una vez a Igor Delgado Senior, la fama es algo que manejan los demás. No he podido saber de qué se trata".
José Balza se desconoce siempre en su propia escritura. La literatura es un espejo que nos refleja con el paso del tiempo. "Es espejo y muro. Cambia nuestra vida porque cambian los lugares, las maneras, la cotidianidad. Los amores y las amistades. Por eso, al reflejar todo eso en la escritura, no podemos reconocer nuestro yo", agregó el narrador nacional, que dice que fuera del país se lee con admiración a Ramos Sucre, Cadenas, Rossi, Montejo, Guillermo Sucre, Josu Landa o a Gustavo Guerrero.
Dos preguntas sueltas:
-Guillermo Meneses, al que usted trabaja en varios de sus ensayos, hablaba de la figura del escritor como una totalidad: nunca ajeno al acontecer político pero no encarnación de ambiciones partidistas o gubernamentales. ¿La realidad política de un país siempre influirá en la obra de un escritor?
-Creo que influye sobre todas las poblaciones, pero más profundamente en la gente paupérrima y en los artistas. De diferente manera, desde luego. Pero el creador no tiene por qué escribir panfletos o estar en la televisión para demostrarlo. Su compromiso es más exigente, porque aspira a retener en su trabajo todo un tiempo.
-Usted dijo en uno de sus textos que pocos autores llegan a saber a lo largo de sus vidas qué es la literatura. ¿Usted, que ya lleva tantos años dedicado al oficio, encontró el significado?
-Obviamente, no. Por eso sigo escribiendo.
dfermin@eluniversal.com
El narrador fue elegido miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
José Balza (Delta del Orinoco, 1939) es noticia por estos días: a principios de mes fue elegido para ocupar el sillón marcado con la letra "M" de la Academia Venezolana de la Lengua; mientras se discutía su nombramiento, la editorial Equinoccio anunció una compilación de los ensayos del escritor, que está por publicar, además, otro libro con Bid & Co.
Ya en las librerías nacionales está a la venta Ensayos de humo, un título que reúne textos escritos entre 1980 y 2012. Guillermo Meneses, Sergio Pitol, Ramos Sucre, Medardo Fraile, Teresa de la Parra. Textos sobre escritores que han dejado una huella en el autor residenciado hoy en España. Textos que estaban dispersos que ahora los convirtió en libro. "La literatura es y no es periodismo: recoge noticias perdurables. Tan fresca hoy es una página de Homero como una de Rulfo. Cuando hago notas ensayísticas trato de advertir expansiones de la obra, el carácter del autor y ciertos rasgos de su tiempo. Esto pudiera darles durabilidad. Por lo tanto no son viejos ni nuevos. Por otra parte, acostumbro reunir textos ya publicados (incluso de hace 50 años) con los que escribo en estos días; al parecer ambos pueden leerse sin molestar", dijo el narrador venezolano, vía correo electrónico.
A Balza no le gusta dar entrevistas en persona; tampoco radiales ni televisadas. Necesita pensar cualquier respuesta. Aquí, la de su elección como miembro de la Academia, que -para él- representa un honor: "(...) Creo que hay gente que habla pero no tiene palabras. Hablan sin contenido, de manera automática y pobre. Masas y muchos políticos. Algo doloroso, porque la vida se revela y se esconde en las palabras. Tal vez la Academia se asome a estos bordes. La designación me llega como un instrumento para nuevos trabajos entre lo diario y el lenguaje. Un oficio para reconsiderar el mundo y la soledad. Y como vivo siempre salvajemente, surge la oportunidad de hacer un ejercicio cada vez más riguroso. El Delta del Orinoco ha tenido académicos: Pedro Juan Krisólogo Bastard y fray Julio Lavandero. Me gusta imaginar que en un futuro tendremos otros".
El reconocimiento llegó casi cinco décadas después de que Balza publicó su primera novela. Tenía entonces 26 años. Hoy recuerda aquella etapa iniciática que lo llevó a ser escritor. "No es una metáfora: creo que fueron las aguas del Orinoco, presentes en mi vida desde el primer minuto. Su energía, su divino misterio, su transcurrir incesante me llevaron a sentir el paso de los momentos, del habla, de la gente. Y hacia los libros, las grandes ciudades. Al intento de regresar siempre a todo lo amado", agregó el también cuentista, que -como todos- empezó imitando.
Ya lo dijo en uno de sus ensayos de su último libro: "Sólo a fuerza de ser lo otro se puede ser único" (página 380). Porque un escritor comienza por copiar a los autores que admira. "Imitamos desde el momento de nacer, para ser. Escribir es renacer siempre: sí, imitación y riesgo personal", indicó Balza, que ha sido traducido al italiano, francés, inglés, alemán y al hebreo; que hoy tiene tanta repercusión internacional que algunos aseguran que merece ganar el Premio Cervantes, aunque a él no le consta. "Como dije una vez a Igor Delgado Senior, la fama es algo que manejan los demás. No he podido saber de qué se trata".
José Balza se desconoce siempre en su propia escritura. La literatura es un espejo que nos refleja con el paso del tiempo. "Es espejo y muro. Cambia nuestra vida porque cambian los lugares, las maneras, la cotidianidad. Los amores y las amistades. Por eso, al reflejar todo eso en la escritura, no podemos reconocer nuestro yo", agregó el narrador nacional, que dice que fuera del país se lee con admiración a Ramos Sucre, Cadenas, Rossi, Montejo, Guillermo Sucre, Josu Landa o a Gustavo Guerrero.
Dos preguntas sueltas:
-Guillermo Meneses, al que usted trabaja en varios de sus ensayos, hablaba de la figura del escritor como una totalidad: nunca ajeno al acontecer político pero no encarnación de ambiciones partidistas o gubernamentales. ¿La realidad política de un país siempre influirá en la obra de un escritor?
-Creo que influye sobre todas las poblaciones, pero más profundamente en la gente paupérrima y en los artistas. De diferente manera, desde luego. Pero el creador no tiene por qué escribir panfletos o estar en la televisión para demostrarlo. Su compromiso es más exigente, porque aspira a retener en su trabajo todo un tiempo.
-Usted dijo en uno de sus textos que pocos autores llegan a saber a lo largo de sus vidas qué es la literatura. ¿Usted, que ya lleva tantos años dedicado al oficio, encontró el significado?
-Obviamente, no. Por eso sigo escribiendo.
dfermin@eluniversal.com
El Nacimiento de la Filosofía
por Simon Royo Hernandez*
Los santos buscan comportarse bien, los sabios, la verdad y las verdades pueden no ser santas, ni buenas, ni conllevar felicidad sino duras, frías y conllevar tristeza. La mezcolanza de tales funciones en el chamán y en el brujo de una tribu es una cosa ancestral, un fenómeno que se pierde en las oscuridades de la Historia, un suceso anterior a la revolución neolítica y la subsiguiente sedentarización. Desde luego quienes tuvieron toda una larga vida laboraron para asegurarse una acomodada vejez y que alguien, asombrado por sus relatos y sus magias, se prestase a masticarles la comida.
Más tarde, primeramente, las civilizaciones más avanzadas estuvieron llenas de profetas, la religión ocupaba todo el espacio de la espiritualidad, cuando no además el del poder, pero hubo una tierra en la cual, de manera fortuita, su lugar comenzó a ser ocupado por los sabios, la venerable Grecia antigua. Por eso todavía un Pitágoras será una especie híbrida de filósofo-santurrón, un fundador de sectas vegetarianas, aunque el comienzo de la filosofía no consistirá en otra cosa que en la diferenciación entre los santos y los sabios. Una distinción ésta que en el mundo postmoderno está perdiendo sus férreos contornos al desdibujarse la línea divisoria entre los antedichos. Ahora tanto da un premio Nobel de literatura que un gurú de las estepas californianas, en caso de que tengan larga barba blanca, un sinfín de prosélitos seguirán sus consignas.
El enfrentamiento entre Grecia y Jerusalén por hacerse acreedores del gobierno del mundo durará numerosos siglos y tan sólo decaerá, sumergida y latente, en algunos momentos en los que el hombre se coronará a sí mismo. Entre la muerte de los dioses griegos y el nacimiento del dios cristiano hubo un instante de la Historia en el cual los seres humanos, por fin, se encontraron solos, tanto como en todo momento revolucionario. Pues una revolución suele consistir en un espacio libre cuando los déspotas antiguos de la tiara se encontraron derrotados y los déspotas modernos de la ciencia aun estaban por surgir.
Pero volviendo a nuestros orígenes no es raro que las antiguas ciudades helénicas gobernadas al modo pitagórico padeciesen constantes y continuas rebeliones por parte de sus habitantes, todos los griegos hubiesen vivido bajo una ciudad regida por la sabiduría pero ninguno estaba dispuesto a vivir en un monasterio. Vivir bajo la Razón no equivale a vivir bajo la Santificación. Por eso, el gran Platón, al comienzo de su República, hizo caso de su hermano y no la proyectó la ciudad ideal como un Estado de cerdos, sino como la fusión de lo mejor de Atenas y lo mejor de Esparta; dejando bellos mitos para los rezagados, para los tardos en comprender, no para quienes sabían.
Semejante equivoco del sabio y del santo no dejará de producirse continuamente a lo largo de la Historia y todavía en el siglo XIX se vivirá el de un venerable Tolstoi (abusando de la iconografía de su vejez) y se aunará tanto y de tal modo su moralidad y su literatura, que será difícil distinguir su carácter de sabio y desligarlo de su figura de santo. Los viejos intelectuales o, más bien, los intelectuales que han llegado a viejos, atraen al género femenino que busca hombres ya menguados como tales, no peligrosos, pero activos y atractivos mentalmente. Éstos habrán demostrado que se puede ir más allá de las pasiones humanas demasiado humanas y acercar al tipo, ya perfectamente delimitado, hacia una vida de gracia y felicidad.
Por eso algún día llegará en el cual la contienda y la hibridación entre el tipo producido por Grecia y el tipo generado por Jerusalén dejen de amalgamarse y confundirse. Entonces habrá comenzado, por fin, de verdad, la filosofía. Hasta entonces:
¡San Sócrates, apiádate de nosotros!
*SIMON ROYO HERNÁNDEZ es Profesor en la UNED y Doctor en Filosofía
siroyo@rocketmail.com
Los santos buscan comportarse bien, los sabios, la verdad y las verdades pueden no ser santas, ni buenas, ni conllevar felicidad sino duras, frías y conllevar tristeza. La mezcolanza de tales funciones en el chamán y en el brujo de una tribu es una cosa ancestral, un fenómeno que se pierde en las oscuridades de la Historia, un suceso anterior a la revolución neolítica y la subsiguiente sedentarización. Desde luego quienes tuvieron toda una larga vida laboraron para asegurarse una acomodada vejez y que alguien, asombrado por sus relatos y sus magias, se prestase a masticarles la comida.
Más tarde, primeramente, las civilizaciones más avanzadas estuvieron llenas de profetas, la religión ocupaba todo el espacio de la espiritualidad, cuando no además el del poder, pero hubo una tierra en la cual, de manera fortuita, su lugar comenzó a ser ocupado por los sabios, la venerable Grecia antigua. Por eso todavía un Pitágoras será una especie híbrida de filósofo-santurrón, un fundador de sectas vegetarianas, aunque el comienzo de la filosofía no consistirá en otra cosa que en la diferenciación entre los santos y los sabios. Una distinción ésta que en el mundo postmoderno está perdiendo sus férreos contornos al desdibujarse la línea divisoria entre los antedichos. Ahora tanto da un premio Nobel de literatura que un gurú de las estepas californianas, en caso de que tengan larga barba blanca, un sinfín de prosélitos seguirán sus consignas.
El enfrentamiento entre Grecia y Jerusalén por hacerse acreedores del gobierno del mundo durará numerosos siglos y tan sólo decaerá, sumergida y latente, en algunos momentos en los que el hombre se coronará a sí mismo. Entre la muerte de los dioses griegos y el nacimiento del dios cristiano hubo un instante de la Historia en el cual los seres humanos, por fin, se encontraron solos, tanto como en todo momento revolucionario. Pues una revolución suele consistir en un espacio libre cuando los déspotas antiguos de la tiara se encontraron derrotados y los déspotas modernos de la ciencia aun estaban por surgir.
Pero volviendo a nuestros orígenes no es raro que las antiguas ciudades helénicas gobernadas al modo pitagórico padeciesen constantes y continuas rebeliones por parte de sus habitantes, todos los griegos hubiesen vivido bajo una ciudad regida por la sabiduría pero ninguno estaba dispuesto a vivir en un monasterio. Vivir bajo la Razón no equivale a vivir bajo la Santificación. Por eso, el gran Platón, al comienzo de su República, hizo caso de su hermano y no la proyectó la ciudad ideal como un Estado de cerdos, sino como la fusión de lo mejor de Atenas y lo mejor de Esparta; dejando bellos mitos para los rezagados, para los tardos en comprender, no para quienes sabían.
Semejante equivoco del sabio y del santo no dejará de producirse continuamente a lo largo de la Historia y todavía en el siglo XIX se vivirá el de un venerable Tolstoi (abusando de la iconografía de su vejez) y se aunará tanto y de tal modo su moralidad y su literatura, que será difícil distinguir su carácter de sabio y desligarlo de su figura de santo. Los viejos intelectuales o, más bien, los intelectuales que han llegado a viejos, atraen al género femenino que busca hombres ya menguados como tales, no peligrosos, pero activos y atractivos mentalmente. Éstos habrán demostrado que se puede ir más allá de las pasiones humanas demasiado humanas y acercar al tipo, ya perfectamente delimitado, hacia una vida de gracia y felicidad.
Por eso algún día llegará en el cual la contienda y la hibridación entre el tipo producido por Grecia y el tipo generado por Jerusalén dejen de amalgamarse y confundirse. Entonces habrá comenzado, por fin, de verdad, la filosofía. Hasta entonces:
¡San Sócrates, apiádate de nosotros!
*SIMON ROYO HERNÁNDEZ es Profesor en la UNED y Doctor en Filosofía
siroyo@rocketmail.com
Franz Kafka y su mundo
por William Chislett*
El legado más llamativo del escritor judío Franz Kafka es probablemente la palabra “kafkiano”que surgió después de su muerte en 1924 para describir conceptos y situaciones que evocan sus obras, en particular burocracias abrumadoras, experiencias irreales y un sentimiento de alienación y desorientación. Pocos autores tienen un apellido convertido en adjetivo calificativo.
El relato “La metamorfosis” narra la historia de Gregor Samsa, un comerciante de telas que vive con su familia a la que él mantiene con su sueldo, y que un día amanece convertido en un enorme insecto (aparentemente un escarabajo, aunque no se identifica claramente en el texto). En la novela “El proceso”, Joseph K,está detenido y procesado, y nadie le dice por qué, y en otra, “El castillo”, su protagonista lucha para acceder a las misteriosas autoridades de un castillo que gobierna al pueblo,en el que llegó a trabajar como agrimensor. Invento un mundo con su propia o falta de lógica
Kafka era un visionario y precursor del existencialismo literario, adelantándose a los graves y angustiosos problemas provocados por una colectividad moderna dominada y dirigida por unos pocos. Después de su muerte su país, Checoslovaquia tuvo un régimen comunista (entre 1948 y 1989).
Fue una de las primeras personas en prever la violencia anónima del siglo XX, y tal vez por esto sus obras han tenido tanta resonancia. Este punto de vista, sin embargo, pasa por el alto el hecho que el propio Kafka fue testigo, en palabras de Reiner Stach, autor de un monumental biografía del escritor, de una violencia tecnológica y absolutamente despersonalizada”.
La primera guerra mundial empezó en agosto de 1914 y duró cuatro años y tres meses (con la pérdida de al menos 16 millones de vidas), y aunque Kafka no fue movilizado por sus problemas de salud (murió de tuberculosis y, además, sufría depresión y neurosis durante toda su atormentada vida),vio el devastador impacto sobre su país (unos 185.000 muertos) que además declaró su independencia del imperio austrohúngaro en 1918.
Kafka también conoció el mundo burocrático por su trabajo en una agencia de seguros, con sus miles de archivos, fichas e informes. Esa alianza letal de violencia y maquinaria burocrática fue trabajada a la perfección en los campos de concentración nazi solo unos 15 años después de su muerte.
The Years of Insight (“Los años de perspicacia”) de Stach, publicado por Princeton University Press, cubre con detalles minuciosos los últimos ocho años de Kafka y, a la vez, ha salido la edición de bolsillo de The Decisive Years (“Los años decisivos”) del mismo autor que trata del periodo entre 1910 y 1915. Esta monumental y fascinante biografía de Kafka, que se lee como una novela (a veces como una de Kafka) será completada con un primer tomo sobre la infancia y juventud de Kafka y llegará en total a unas 2.000 páginas. Hay pocas biografías comparables sobre cualquier autor y mucho menos sobre Kafka, un hombre con una vida aparentemente aburrida.
Antes de lanzarse a la biografía, Stach preparó la edición definitiva de las obras completas de Kafka, y con brillantez entretejió la vida personal del autor con sus relatos y novelas. Cada persona en la biografía de Kafka, pavorosamente solo como los personajes de sus obras, está rotundamente tratada, en particular las cuatro mujeres de su vida íntima: Felice Bauer, Julie Wohryzek, Milena Jesenská y Dora Diamante. Kafka concluía en una carta a Bauer, su primera prometida: "¿Debería de pretender referirme como 'tuyo' al firmar? Nada sería más falso. No, soy mío, y eternamente condenado a mí, eso es lo que soy, y a ello he de intentar acomodarme".
Dos de estas mujeres murieron en los campos de exterminio - Wohryzek en Auschwitz y Jesenská en Ravensbrück — y las tres hermanas de Kafka, Eli y Valli en Chelmo y Ottla en Auschwitz. Su tío Siegfried se suicidó antes de ser deportado a un campo. Si uno incluye los amigos y conocidos de Kafka la lista es mucho más larga, y las personas que lograron no ser deportadas a los campos sobrevivieron gracias al exilio.
Si Kafka hubiera sobrevivido a la tuberculosis, y luego a un campo de concentración, no habría reconocido nada del mundo en el que vivió. Este mundo dejó de existir, pero sus obras no han dejado de perdurar.
*WILLIAM CHISLETT es periodista y escritor. Fue corresponsal de The Times de Londres en España (1975-78) y luego del Financial Times en México (1978-84). Ha escrito 20 libros sobre varios países.
www.williamchislett.com
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