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terça-feira, 17 de setembro de 2013

MARIO BENEDETTI




Los libros del exilio de Benedetti se leen en el campus de Alicante
EZEQUIEL MOLTÓ Alicante en El País - España


Mario Benedetti tenía una "enorme fascinación por la palabra, y su casa eran los libros", según ha explicado este mediodía el escritor y periodista, Juan Cruz, que junto al rector de la Universidad de Alicante, Manuel Palomar, han inaugurado la nueva sede del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti (Cemab) que atesora más de 6.000 ejemplares que integraban su biblioteca personal de Madrid.

Junto a la Sala Aifos de exposiciones, en la Facultad de Filosofía y Letras, se pueden consultar estos libros que el poeta subrayaba y detenerse en las dedicatorias de algunos amigos escritores a Benedetti. Precisamente, con motivo de la inauguración, se muestran quince ejemplares de libros de Juan Cruz dedicados al poeta uruguayo.

"Benedetti buscaba mimos con los otros, y hacia la Universidad de Alicante siempre mostró una gran gratitud", reconoció Cruz que resumió que todos estos libros pertenecían a "un poeta que se escapó buscando la libertad". Cruz, director adjunto de EL PAÍS, concluyó recordando que todos estos libros son "el alma" del poeta.

La directora del (Cemab), Eva Valero, rememoró la creación del centro de estudios en 1999, en la etapa de Andrés Pedreño como rector, y la cesión en 2006 de su biblioteca personal a la Universidad de Alicante. "Son libros del exilio y de los desexilios, y a partir de ahora ésta es la casa de Benedetti en Alicante, porque para él los libros eran su casa", dijo Valero.

El rector, Manuel Palomar, habló de la "cultura como motor de progreso", y recordó el discurso de Benedetti en Alicante, cuando fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad en 1997, y su encendida defensa de la autonomía universitaria.

Con una sala repleta de profesores, alumnos y la presidencia en el público de los exrectores, Pedreño y Antonio Gil Olcina, se ha inaugurado este centro de estudio, reflexión y divulgación del poeta del "alma y la mirada", según recordó Juan Cruz.

Catalogación y poemas inéditos

Mario Benedetti, quien vivió parte de su exilio en Madrid, donó en 2006 a la Universidad de Alicante, con la que mantenía un estrecho vínculo, esta biblioteca personal madrileña, dividida en tres secciones: literatura, revista y un apartado denominado general (antropología, cine, sociología y económica, entre otros ámbitos del saber).
Los libros que la conforman reflejan su atención permanente a la literatura y la sociedad. Entre el material que ahora puede consultarse en el Cemab se encuentra ediciones con la dedicatoria a Benedetti de sus autores y libros comprados por el propio literato uruguayo que dan muestra de cuáles eran sus preocupaciones e intereses, así como anotaciones en los márgenes de no pocos ejemplares que expresan su atención por la poesía contemporánea y por la sociedad en que vivía.
El proceso de catalogación digital de los ejemplares que forman parte de la biblioteca personal madrileña del poeta uruguayo terminó el pasado mes de junio. Esa labor permitió el hallazgo de dos poemas manuscritos inéditos del literato, Miedo y coraje, y Esperas, que se hallaban guardados en el interior del libro Insomnios y duermevelas, publicado en 2002, así como de los borradores originales escritos a mano por Mario Benedetti de otros textos poéticos y de un relato que fueron editados posteriormente.

MARTÍ DE RIQUER

Fallece Martí de Riquer, medievalista y gran especialista en el ‘Quijote’
El escritor, filólogo y académico era una de las personas que más sabía del Quijote, Cervantes y la literatura medieval
Es reconocido como maestro de los expertos contemporáneos del tema. Con sus ediciones y estudios sobre el ingenioso hidalgo han crecido las actuales generaciones

El célebre filólogo, medievalista y académico Martí de Riquer (Barcelona, 1914) ha fallecido esta tarde en Barcelona a los 99 años. Autor de ediciones ya clásicas del Quijote, Tirant lo Blanc y la Chanson de Roland, era un gran especialista en la literatura trovadoresca y en heráldica. Estaba considerado una autoridad mundial en armamento medieval y en la narrativa caballeresca europea. Galardonado con el Príncipe de Asturias y Premio Nacional de las Letras era Grande de España.

En 2008 Jordi Llovet resumió así la vida de De Riquer:

Una infancia leída. Gran imaginación, precoz afición por la lectura y portentosa memoria son las señales que emite el niño Martí, nacido en 1914, nieto del artista Alexandre de Riquer e hijo del primogénito Emili de Riquer, fallecido al poco de nacer Martí, ausencia que le inclinaría hacia la familia materna. Su lengua será el castellano. "El bilingüismo es conveniente y ventajoso", defiende hoy Riquer. No lo veía así en 1935, cuando en el diario La Publicitat decía que significaría "el aniquilamiento del catalán, un suicidio". Las coordenadas de Riquer estaban marcadas: un catalanismo más cultural que político y una vocación literaria clara a pesar de estudiar cinco años de comercio. Sus lecturas en la Biblioteca de Catalunya, las amistades con Ignacio Agustí, Joan Teixidor y Salvador Espriu y una abuela que dirigía tierras en Lérida con las Geórgicasde Virgilio bajo el brazo perfilaron su destino.

- Cambio de tercio. El anuncio de la guerra civil le sorprendió en la biblioteca del Ateneo barcelonés. Pudo colocarse en el servicio de salvamento de archivos de la Generalitat, dirigido por Agustí Duran i Sanpere. Ahí llegó a casa el primer sueldo en 17 generaciones. Al poco mostró otra característica: interceder por la vida o la profesión de los demás. Para evitar el fusilamiento del falangista Luys Santa Marina o, acabada la guerra, para frenar la depuración de su ex director. El 17 de octubre de 1937 emprendió su paso a la zona sublevada. "Me resultaba indignante el asesinato de algunos amigos y luego estaba una cierta afinidad con los ideales religiosos y de orden del otro bando", arguye parcamente Riquer. "Si había de combatir, prefería el otro lado". El destino fue el Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, donde se pasaba el rosario y del que niega que fuera el autor del himno, del que sólo hizo, dice, arreglos métricos. Torpe en la instrucción, pasó a felices labores administrativas, hasta que fue al frente del Ebro en julio de 1938.

- Un brazo caído. De esa época, amén de romper su aún hoy inseparable pipa, Riquer llevó un dietario: Mi campaña. El infierno bélico, reforzado por la lectura de la Divina comedia de Dante, le duró poco: al rescate acudió su amigo Xavier de Salas, que le consiguió plaza para un curso de oficiales de Propaganda y locutores de trinchera. Fue su suerte y su desgracia: sus batallas dialécticas nocturnas a golpes de decibelios le llevaron a ocupar emisoras de Cartagena y Alicante. En Benissa (Alicante) fue herido en el brazo derecho, el que, según la leyenda (algo que la biografía no aclara) Riquer perdió, decía, como acto de purificación por su ex conducta liberal y catalanista.

- Avalador de alumnos. Saciar la curiosidad de una joven de la Sección Femenina de Falange sobre el nombre de la Reina de Saba (Balkis) le llevó a casarse con Maria Ysabel Permanyer en 1941. Riquer era, desde un año antes, delegado en Barcelona del Servicio de Propaganda de Falange. Intenso 1941: se licenció en Filosofía y Letras y se quedó como profesor de la Universidad de Barcelona. Empezaba la carrera del futuro gran especialista en literatura medieval, que fue colando autores catalanes en sus clases y que en 1950 llegaba ya a catedrático. Entre sus seis hijos y un ejército infinito de discípulos (Joaquim Molas, Antoni Comas, Salvador Clotas...) fue desgranando sus acorazados trabajos sobre los trovadores (en especial Cerverí de Girona), Joanot Martorell y su Tirant lo Blanc, sus Quijote anotados y sus aportaciones sobre el de Avellaneda, o hasta el círculo artúrico (con su Perceval o el cuento del Grial). Clases vitales conformaban la seña de un profesor reverenciado por sus alumnos, a los que respondía terciando ante las autoridades (igual que hizo para algunos profesores) en años convulsos. Y así le pilló la revuelta para un sindicato democrático de estudiantes, la Caputxinada, en 1966, como vicerector de la universidad, de donde dimitió al año por la intransigencia institucional.

- 'Profe' del Rey. Un intelectual afín al régimen, según éste; y un sabio de familia noble y tradición monárquica, según la Casa Real. Radiografiado así, Martí de Riquer pasó a ser profesor del príncipe Juan Carlos en 1960. Como le dijera al padre, el Conde de Barcelona, que controlara la lectura al hijo, acabó como miembro de su consejo privado y, en junio de 1977, de senador por designación real. Nada le hizo cambiar. Sí le afectó la muerte de su esposa, tras casi 60 de matrimonio. Mantiene la disciplina de ducharse dos veces al día con agua fría mientras lee ahora novelas policíacas, lo más cercano hoy a sus queridos trovadores de antaño.

La mirada de Martí De Riquer sobre El Quijote y Cervantes se puede resumir en las siguientes frases:

"Lo que suelo hacer es abrirlo al azar [el Quijote] y siempre se sale ganando, da buen resultado".

"Es un libro al que toda mi vida le he dedicado muchas clases. Lo he leído en múltiples ediciones que he dirigido o asesorado".

"Parece que es evidente que es Argamasilla de Alba el "lugar de la Mancha" del cual no quiere acordarse. Allí, en la iglesia, hay un cuadro de Rodrigo Pacheco, un personaje del pueblo en quien estaría inspirado el Quijote. Lo que Cervantes deja claro es que es en una cárcel donde tuvo la idea".

"Se habla de aquella famosa anécdota en la que un estudiante estaba en los jardines de palacio riéndose solo y el rey dijo: "O está loco o leyendo el Quijote". Esto quiere decir que la gente entendió el mensaje de Cervantes y lo interpretó como una novela para reír".

"Hoy ha dejado de hacer gracia, la gente no entiende que se está burlando de un castellano antiguo".

"Para la gente de lengua española es el patrimonio. Es inimaginable un inglés culto que no conozca a Shakespeare o un italiano a Dante. Ésa es la más espectacular expresión de una lengua".

"El Quijote se puede comparar con la literatura de detectives. Y es natural que la gente se apasione porque el buen libro de detectives es un reto".

"Es posible que en algunos pasajes del Quijote haya intenciones recónditas, e incluso algo anticlericales".

"Felicitaría a quien no haya leído el 'Quijote', le diría que aún le queda el placer de leerlo"

LETRAS DE CÁDIZ








JOSE CARLOS MAINER en El País
Obras de novelistas, poetas y ensayistas escritas sobre fondo constitucional.


Este texto fue -lo dijo el inolvidable Francisco Tomás y Valiente- "origen, modelo y mito" del constitucionalismo progresista español. Lo que contiene se decía por vez primera, aunque hoy pueda parecernos candoroso, que "el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación" o que los españoles vienen obligados al "amor a la Patria" y a "ser justos y benéficos". Pero tal era el léxico de la Ilustración y esto fue tan serio como consagrar la "libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas", "prohibir el tormento" o que "en todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras". En cambio, también leeremos que "la religión de la nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica y romana, única verdadera".

La Constitución de Cádiz (1812) y Discurso preliminar a la Constitución (1812) (editor: Antonio Fernández García. Castalia, Madrid, 2003).

Los poetas y la Constitución

Blanco White, Sánchez Barbero

El poema más largo fue La Constitución, librito publicado en 1820 por el aragonés José Mor de Fuentes, escritor torpón y afanoso que tradujo a Goethe y Rousseau, y estuvo en el sitio zaragozano de 1809. El clima preconstitucional palpitó en un poema de José María Blanco White, 'Oda a la instalación de la Junta Central de España' (Sevilla, 1809), donde leemos que "los vientos entretanto / por la faz de la Europa conmovida / susurran Libertad". El poema más hermoso fue el de un liberal salmantino, Francisco Sánchez Barbero, que murió en 1819 en el presidio de Melilla donde lo recluyó Fernando VII. En 1814 leyó en Madrid 'El patriotismo. A la nueva Constitución', justo el año en que se derogaba: "Entre el ronco tronar de los cañones, / su augusta voz imperturbable alzando / hablará así la majestad hispana: / La española nación es soberana".

Recuerdos de un anciano

Antonio Alcalá Galiano, 1862-1863

No son las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, pero no tenemos mejor autobiografía política de nuestro XIX que la de este radical gaditano, buen bebedor y bastante chisgarabís, que al final sentó cabeza, y en tanto intervino en polémicas literarias, contó como nadie el paso de la estética clasicista al romanticismo e hizo el mejor retrato de unos gaditanos "finos en sus modales, no al par con la gente cortesana, sino de una finura cual es la de personas del alto comercio donde el trato con los extranjeros es frecuente". Los capítulos 'Un tumulto en una ciudad de provincia en 1809' y 'Cómo se pasaba el tiempo en una sociedad sitiada' han sido la fuente de todos los cronistas posteriores, Galdós incluido.

Recuerdos de un anciano. Antonio Alcalá Galiano, 1862-1863 (edición moderna: Crítica, Barcelona, 2009).

Cádiz (Episodios Nacionales)

Benito Pérez Galdós, 1874

Su protagonista, Gabriel Araceli, era un muchacho en el episodio Trafalgar, donde como grumete de la Trinidad, aprendió su lección de patriotismo popular. En Cádiz lleva los entorchados de alférez, ganados en el sitio de Zaragoza, y está enamorado de Inés, hija natural de una noble y un estudiante plebeyo. No hay novela que narre con más gracejo la vida gaditana de 1810, las conversaciones de salón, los primeros pasos de las Cortes y el bullir de políticos y escritores conocidos. Que estamos en vísperas del romanticismo lo certifica la rivalidad-simpatía de Araceli por lord Gray, un británico amigo de lord Byron (y contrafigura del poeta), con el que se bate en duelo y a quien quizá mata al final de la novela, antes de salir de la ciudad rumbo a Castilla.

Cádiz (Episodios Nacionales, serie I, 8), Benito Pérez Galdós, 1874 (edicción moderna a cargo de Pilar Esterán. Cátedra. Madrid, 2002).

En las Cortes de Cádiz

Rafael Salillas, 1910

'Revelaciones acerca del estado político-social' fue el subtítulo de este libro del criminalista y antropólogo Rafael Salillas. Tales "revelaciones" fueron, en rigor, los comentarios de un regeneracionista español -esto es, de un pesimista retórico- que creía en la bondad ingénita del pueblo, la supervivencia nacional de la picaresca y la maldad de los "Dominadores" (el "teocrático" y el "político-jurídico"). Al hilo de las actas de las Cortes (y del divertido Diccionario crítico-burlesco, de Bartolomé Gallardo), Salillas nos hace un diagnóstico retrospectivo que podía valer también para la España de su tiempo, entonces recién salida de la férula de Maura y bajo el Gobierno reformador de Canalejas.

En las Cortes de Cádiz. Rafael Salillas, 1910 (editor: Alberto González Troyano. Ayuntamiento de Cádiz, 2010).

Cuando las Cortes de Cádiz

José María Pemán, 1934

Estrenado en 1934, el "poema dramático" Cuando las Cortes de Cádiz ofrece una visión de los hechos de 1810-1812 bajo las expectativas políticas derechistas del bienio negro republicano. Mientras el pueblo de Cádiz combate contra el francés (y muere heroicamente como sucederá a Lola la Piconera), los frívolos diputados masones conspiran para que triunfen las ideas revolucionarias francesas. Nada menos que el Padre Alvarado, "El Filósofo Rancio", es quien proclama la moraleja de la obra. Todo esto, sin embargo, viene dicho en unos versos que tienen brío y gracejo: Lola es la anti-Mariana Pineda lorquiana, pero la pieza es más soportable que El divino impaciente, estrenada el año anterior, y es tan reaccionaria como Cisneros, que lo fue al año siguiente y constituye una apología del dictador Primo de Rivera.

El Cádiz de las Cortes

Ramón Solís, 1958

A Solís -novelista y gestor cultural oficial en los años sesenta- se le recuerda, sobre todo, por esta tesis doctoral que le publicó el Instituto de Estudios Políticos. No tiene mucho que ver con ese género académico y una versión algo abreviada, en 1969, fue uno de los éxitos de El Libro de Bolsillo, de Alianza. Se trata del inventario ameno de una ciudad y de un tiempo (1810-1813) que repasa los lugares de paseo y los ventorrillos, los comercios y los teatros, la gente del pueblo y los flamantes diputados, al hilo de la historia y de la anécdota y manufacturado todo en una prosa jugosa. Gregorio Marañón, que lo prologó con afecto (y dejó allí una clara apología de los liberales doceañistas), lo consideraba uno de los grandes libros sobre España.

El Cádiz de las Cortes. Ramón Solís, 1958 (Sílex. Madrid, 2000).

El Rey Felón

José Luis Corral Lafuente, 2009

Las novelas del profesor de historia José Luis Corral tienen todos los alicientes que buscan los lectores de la nueva narrativa histórica y la ventaja, sobre la mayoría de las otras, de que no son patrioteras y se esmeran bastante en la documentación. El Rey Felón (Fernando VII) cierra una trilogía que comprende también Trafalgar e ¡Independencia! Sus protagonistas, el coronel Francisco Faria, aristócrata y guardia de Corps, y el forzudo sargento Isidro Morales, participan en la defensa de Cádiz y siguen en pos de Napoleón hasta su derrota. A partes casi iguales, viajan, combaten, se encuentran con personajes conocidos y todos peroran sobre los acontecimientos -con bastante pesimismo- para la instrucción política del lector.

El Rey Felón. De las Cortes de Cádiz a Waterloo. José Luis Corral Lafuente. Edhasa, 2009.

LAVADORA DE TEXTOS

en El Tiempo - Colombia

¿'Preveer'?: pasapalabra

Un concursante del programa televisivo Pasapalabra, que se emite en España, perdió hace poco la posibilidad de optar a un bote astronómico por culpa, entre otras cosas, de una letra 'e' de más. El presentador del espacio, el simpático Christian Gálvez, pedía el término que corresponde a la definición 'percatarse por anticipado de alguna cosa que va a ocurrir' y el jugador dijo 'preveer', pero la respuesta correcta era 'prever'. El propio Gálvez consoló al concursante diciéndole que se trata de un error muy común, y tenía toda la razón.

En efecto, el error de decir o escribir 'preveer' en lugar de 'prever' es algo tan corriente que aparece registrado en casi todos los diccionarios de dudas. Quienes cometen este fallo conjugan 'preveer' -que no existe en la lengua española- como el verbo 'leer', de tal manera que no es nada extraño escuchar las formas 'prevee', 'preveyó', 'preveyendo' y 'preveído', cuando lo correcto es 'prevé', 'previó', 'previendo' y 'previsto'. ¿Por qué es esto lo correcto? Porque 'prever' se conjuga exactamente igual que 'ver', así que lo único que hay que hacer es añadirle a cada forma de este verbo el prefijo 'pre-'.

Hay que tener en cuenta, en todo caso, que al sumarle una sílaba al verbo 'ver', algunas formas monosílabas pasan a ser bisílabas, con lo cual entra en juego la representación gráfica de su acentuación. Me explico: la voz 've' no lleva tilde, puesto que es monosílaba, pero sí la lleva 'prevé', ya que es una palabra aguda que acaba en vocal. Lo mismo ocurre con 'vio'/'previó', 'ves'/'prevés'... Y si la forma original ya llevaba tilde, también la llevará, evidentemente, la que resulta de añadir el prefijo: 'verán'/'preverán'.

Dice el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (Espasa), de Manuel Seco, que el empleo del verbo 'preveer' -que, como hemos dicho, no significa nada en nuestro idioma- es un «vulgarismo frecuente» y que quienes lo usan copian la conjugación del verbo 'proveer'. El Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española, coincide con Seco y afirma que este error tan frecuente es debido «al cruce» entre ambos verbos.

Seco nos recuerda, además, que no se debe confundir el significado de 'prever' con el de 'prevenir', que quiere decir 'preparar' o 'precaver', mientras que el otro significa, como señalamos antes, 'percatarse por anticipado de alguna cosa que va a ocurrir'. Esta definición, que es la que leyó Christian Gálvez en Pasapalabra, es la del Diccionario de uso del español, de María Moliner (Gredos). Este mismo manual, no obstante, también dice que 'prever' es 'pensar en la posibilidad de que ocurra cierta cosa y prepararse para ella', con lo cual parece no estar de acuerdo con la advertencia de Manuel Seco.

Si creen que con estas explicaciones queda resuelto el asunto, se equivocan. Como suele ser habitual, el genial ortógrafo José Martínez de Sousa tiene algo que decir al respecto y opina que no se puede afirmar tajantemente que la forma 'preveer' no haya sido correcta en el pasado en nuestra lengua. En su Diccionario de usos y dudas del español actual (Ediciones Trea), Sousa dice lo siguiente: «... si el latín 'vĭdēre' dio primero 'veer', que evolucionó posteriormente a 'ver', no es arriesgado suponer que en tiempos pasados existió la forma 'preveer', que hoy es 'prever'».

De hecho -recuerda el autor-, palabras como 'veedor' y 'veeduría' provienen de ese viejo 'veer'. Y yo añado que el diccionario de la Real Academia Española y el María Moliner siguen recogiendo en nuestro siglo XXI el verbo 'veer' con el significado de 'ver'. No obstante, el ortógrafo aclara que en la actualidad no se puede considerar correcto escribir 'preveer', aunque parece coincidir con Enrique Oliver Rodríguez, que en su obra Prontuario del idioma se refiere a esta forma como «un arcaísmo ortográfico» más que como un error de tomo y lomo.

Me falta hacer una aclaración: para quienes no lo sepan, Pasapalabra es un concurso de un canal de televisión español que me fascina, no solo por el buen rollo que transmite su presentador, sino porque en él se juega con el idioma y, sobre todo, porque sus creadores han conseguido algo fantástico: han inventado un término -el propio título del concurso- que ha pasado con notable éxito al habla común de la calle. No me extrañaría que dentro de unos años nos lo encontremos en el diccionario con la acepción de 'no lo sé' o 'no sé qué significa'.

En fin, aquel concursante de Pasapalabra perdió la posibilidad de ganar cerca de un millón de euros por culpa, entre otras cosas, de una modesta vocal, pero yo le doy las gracias porque su pequeño error me ha permitido seguir engordando este blog, con el que, por cierto, no gano ni un céntimo.

Ramón Alemán
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ALBERTO MANGUEL


'La lectura ha sido una actividad de privilegiados'
Por: CARLOS RESTREPO - El Tiempo - Colombia

Su pasión por la lectura lo ha llevado a reunir cerca de 35.000 ejemplares en su biblioteca.Foto: Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO

El escritor argentino habló de "cómo hoy se imprimen más libros que nunca antes".


Tendría unos 4 años el día que entendió lo que decía una gran valla mientras viajaba con sus padres por alguna autopista. El escritor argentino Alberto Manguel tiene todavía clarísimo en su mente el recuerdo de la sensación que le produjo. Alguna persona mayor le había explicado que, por medio de ellas, se revelaban mundos maravillosos. “Pero aquellas percepciones eran simplemente actos de magia que perdían parte de su interés porque otra persona los había ejecutado para mí, otro lector: mi niñera, probablemente”, recuerda Manguel en 'Una historia de la lectura'.
Lo que ocurrió luego de que todas esas “líneas negras y espacios blancos” se convirtieron en “una realidad sólida, sonora cargada de significado”, ha sido, quizás, lo más grandioso que le ha pasado a Manguel (nacido en 1948). De ello da cuenta su biblioteca, de cerca de 35.000 volúmenes, que atesora en una granja medieval de una población francesa.
“No sé cuál era la palabra que leí hace tantos años en aquel cartel (creo recordar que tenía varias aes), pero la repentina sensación de entender lo que antes sólo podía contemplar es aún tan intensa como debió serlo entonces. Fue como si adquiriera un sentido nuevo, de modo que ciertas cosas ya no eran sólo lo que mis ojos veían, mis oídos oían, mi lengua saboreaba, mi nariz olía y mis dedos tocaban, sino que era, también, lo que todo mi cuerpo descifraba, traducía, expresaba, leía”, agrega.
Manguel, defensor de la lectura y de las bibliotecas, oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia (alguna vez también fue los ojos de Jorge Luis Borges), estuvo en el país, en el Festival Visiones de México en Colombia, que se realiza en el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Bogotá.
Usted es un estudioso de la historia de las bibliotecas, como lo plasmó en su libro ‘La biblioteca de noche’. ¿Qué papel tiene hoy la biblioteca en el mundo contemporáneo?
Hoy, como ayer, el rol de una biblioteca es el de ser la memoria de sus lectores y también de definir su identidad. Las bibliotecas tradicionales sufren de la falta de espacio: es sabido que toda biblioteca es siempre demasiado pequeña para los libros que deberá contener, y debe recurrir a la censura para limitar su almacén. La biblioteca electrónica permite sobrellevar esta limitación espacial, pero sufre a su vez de una limitación temporal: es un presente constante, sin dimensión material, en el que calidades de añejamiento, jerarquía acumulada a través de los siglos, los aspectos físicos del volumen, no son considerados. Sin embargo, nuestra memoria requiere ambas dimensiones y, por lo tanto, deberíamos tratar de combinar las cualidades de ambas. Hoy, la industria electrónica trata de imponer espacios de bibliotecas que no contienen ni un solo libro físico: sólo ordenadores y un fondo virtual. Esto equivale a reemplazar el acto sexual por un sitio erótico virtual.
Cada vez se ve menos gente con libros y más con tabletas. ¿Qué será del futuro del libro impreso?
No creo en la desaparición del libro de papel. Si bien las tecnologías anteriores han resucitado sólo alguno de sus aspectos en nuestro mundo (la tablilla de arcilla sumeria en el iPad, el rollo de papiro en la pantalla del ordenador), el libro de papel sigue vigente: se imprimen más libros hoy que nunca antes. Lo que ha cambiado es cierto método de lectura: la consulta de un texto, por ejemplo, se hace ahora casi siempre en la versión electrónica. Pero una vez consultado, y hasta leído enteramente, si el lector ha apreciado verdaderamente su lectura, a veces irá a buscarlo a una librería. Si tenemos suerte, desaparecerá el libro basura, la novelita que no requiere una segunda lectura, porque esta puede descartarse más fácilmente en la pantalla. Pero, en cambio, los clásicos (de hoy y de ayer) siguen siendo impresos en papel a pesar de haber versiones electrónicas y print on demand. Muchas editoriales sacan ahora ediciones impresas cuidadas, más sólidas y mejor diseñadas que hace diez años, porque han descubierto que hay un público para cierta buena literatura.
¿Por qué leemos?
Leemos para vivir mejor. No siempre lo logramos, pero aun el intento es beneficioso. Somos criaturas lectoras: creemos que el mundo que nos rodea es un texto que debemos descifrar, y los libros, las crónicas de tales desciframientos. La literatura (a través de los escritores) pone en palabras nuestras experiencias más profundas y nos permite tener esas experiencias sin haberlas tenido en carne propia. Quienes no leen deben recurrir a otros métodos –más arduos, menos fiables– para conocer el mundo. Pero es imposible hacer que alguien que no lee aprenda a leer por imposición. Quizás con el ejemplo se pueda enseñar a leer, y aun así, el método no es seguro. Quizás si nosotros los lectores pudiésemos hacer ver a quienes no leen que la lectura es una de las maneras más sencillas de ser felices, siquiera por un instante, y uno de los métodos más eficaces de rebelarse contra la estupidez del mundo, siquiera en nuestra mente.
Leer fue por mucho tiempo un acto de privilegiados; con la imprenta, se masificó. Pero la competencia por el tiempo de ocio de los seres humanos, acaparado por la televisión y los aparatos electrónicos, parece estarnos regresando a los inicios...
La lectura ha sido siempre una actividad de privilegiados, pero es uno de los pocos privilegios al cual toda persona puede acceder. Siempre hubo otras distracciones: Marcial, en el siglo I, se quejaba de que los romanos preferían el circo a la lectura; hoy son los juegos de video y las charlas electrónicas. Nuestra sociedad recompensa la destreza física antes que la intelectual, porque necesita consumidores que no reflexionen para que la máquina industrial siga adelante. Comparemos los millones que gana un jugador de fútbol con las miserias que cobra un gran escritor o un gran científico. No pensar es más fácil que pensar.
Del otro lado, ¿qué papel cree que está jugando el escritor de hoy?
Ninguno. La lectura no depende del escritor: si fuera así, cada escritor se ocuparía de crear millones de lectores. La decisión de leer o no leer es de cada uno de nosotros. Tal es el poder del lector que es sólo con el paso del tiempo como podemos saber qué escritores permanecerán en los anaqueles. A pesar de tener millones de lectores, Paulo Coelho desaparecerá en las cloacas del tiempo, porque sus libros no tienen nada que decir. En cambio, Juan Rulfo, con muchos menos lectores, ya está en la Biblioteca Universal, conversando con Homero y con Borges. Un escritor debe creer en la inteligencia de sus lectores. Pero, por sobre todo, debe creer en la integridad de su obra y tratar de no traicionarla. Todo el resto es prostitución.
Usted ha dedicado gran parte de su vida a estudiar el acto de leer. ¿Tiene algún ritual particular de lectura?
Mis métodos de lectura no pueden ser los de otro: cada uno tiene que encontrar su propia manera de respirar, de caminar, de comer, de hacer el amor, de dormir y de leer. Aquí no hay reglas. Yo me despierto a las seis y, casi dormido, me voy a mi oficina con mi perra y leo un canto de la Divina comedia, con un comentario distinto cada vez, y tomo notas: tengo un cuaderno para cada canto, y ya he recorrido los cien cantos docenas de veces. Luego desayuno y me paso la mañana escribiendo. Por la tarde, después de la siesta, leo: ensayos, novelas, poesía, teatro; eso depende de mi humor y del azar. Novelas policiales, poesía mística, ensayos políticos... Ahora mismo estoy leyendo poemas de Meekings y de Lorna Crozier, cuentos de Cees Nooteboom, un ensayo de John Freccero (sobre Dante), otro de Svetlana Alexievitch (sobre Rusia), el diario de Sergio Pitol, relatos de Amos Oz, novelas de Juan Gabriel Vásquez y Sian Antoon.
¿Ha cedido a la tentación de combinar su lectura de libros de papel con la de libros en tabletas?
Desgraciadamente, no tengo tiempo para esas cosas. A mi edad (voy a cumplir 66) prefiero los viejos conocidos a la fatiga de hacerme amigos nuevos.

EL HÉROE DISCRETO


Así escribe:

... La hiel, la decepción, la cólera impregnaban no sólo sus palabras y su voz, también la mueca que le retorcía la boca, las manos que estrujaban la servilleta. –Pudo ser una alucinación, una pesadilla –murmuró Rigoberto, sin creer lo que decía–. Con la cantidad de drogas que te metieron en el cuerpo puedes haberte soñado todo eso, Ismael. Desvariabas, yo te vi.

–Yo sabía muy bien que mis hijos nunca me quisieron –prosiguió su jefe sin hacerle el menor caso–. Pero no que me odiaran hasta ese extremo. Que llegaran a desear mi muerte, para heredarme de una vez. Y, por supuesto, farrearse en dos por tres lo que mi padre y yo levantamos a lo largo de tantos años, rompiéndonos los lomos. Pues no. Las hienas se van a quedar con los crespos hechos, te aseguro.

Aquello de las hienas les sentaba bastante bien a los dos hijitos de Ismael, pensó Rigoberto. Unas buenas piezas, a cual peor. Ociosos, jaranistas, abusivos, dos parásitos que deshonraban el apellido de su padre y su abuelo. ¿Por qué habrían salido así? No por falta de cariño y cuidado de sus padres, desde luego. Todo lo contrario, Ismael y Clotilde siempre se desvivieron por ellos, hicieron lo imposible por darles la mejor educación. Soñaban con hacer de ellos dos caballeritos. ¿Cómo demonios se volvieron el par de bellacos que eran? Nada raro que hubieran tenido aquella siniestra conversación al pie de la cama de su padre moribundo. Y encima brutos, ni siquiera pensaron que podía escucharlos. Eran capaces de eso y de peores cosas, desde luego. Rigoberto lo sabía muy bien, en todos estos años había sido muchas veces el paño de lágrimas y confidente de su jefe de las barrabasadas de sus hijitos. Cuánto habían sufrido Ismael y Clotilde con los escándalos que provocaron desde jovencitos.

Habían ido al mejor colegio de Lima, tenido profesores particulares para más materias en las que flaqueaban, hecho curos de verano en Estados Unidos e Inglaterra. Aprendieron inglés, pero hablaban un español de analfabetos mechado con toda esa horrible jerga y apócopes de la juventud limeña, no habían leído ni un libro ni acaso un periódico en su vida, probablemente no sabían las capitales de la mitad de los países latinoamericanos y ninguno había podido aprobar ni siquiera el primer año de universidad. Se habían estrenado en fechorías todavía adolescentes, violando a aquella chiquilla que se levantaron en una fiestecita de medio pelo, en Pucusana.

(Texto de “El héroe discreto”)

GUANTÁNAMO




Guantánamo, el lugar de los nadies
El best-séller John Grisham se refiere aquí al trato dado a los sospechosos de terrorismo detenidos por los EE.UU., que, abandonados y torturados, esperan un juicio que les devuelva la libertad y la identidad.
POR JOHN GRISHAM ESCRITOR ESTADOUNIDENSE. SU ULTIMO LIBRO ES “SYCAMORE ROW” (EN EE.UU.)

Grisham cuenta el caso de Nabil Hadjarab que está desde hace 11 años en Guantánamo por error.

Hace un tiempo, me enteré de que algunos libros míos habían sido prohibidos en la Bahía de Guantánamo. Al parecer, los detenidos los pedían, y sus abogados se los enviaban a la prisión, pero no se los autorizaba a ingresar debido a “su contenido inadmisible”. Sentí curiosidad y ubiqué a un detenido al que le gustan mis libros. Su nombre es Nabil Hadjarab, y es un argelino de 34 años que se crió en Francia. Aprendió a hablar francés antes que árabe. Tiene familiares y amigos en Francia, pero no en Argelia.

En lo que es una tragedia para Nabil, ha pasado los últimos 11 años como prisionero en Guantánamo, en gran medida en confinamiento solitario. En febrero, participó en una huelga de hambre, que derivó en que lo alimentaran por la fuerza.

Nabil estaba viviendo pacíficamente en una pensión argelina en Kabul, Afganistán, el 11 de septiembre de 2001. Luego de la invasión estadounidense, corrieron rumores en las comunidades árabes de que la Alianza Afgana del Norte estaba persiguiendo y matando a árabes extranjeros. Nabil y muchos otros se dirigieron hacia Pakistán en un esfuerzo desesperado por escapar del peligro. En el camino, dijo, resultó herido en una incursión aérea y se despertó en un hospital de Jalalabad.

En esa época, EE.UU. le tiraba dinero a cualquiera que entregara a un árabe foráneo encontrado en la región. Nabil fue vendido a EE.UU. por un botín de US$ 5.000 y llevado hasta una cárcel clandestina en Kabul. Allí lo torturaron por primera vez. Para albergar a los prisioneros de su guerra contra el terrorismo, las fuerzas armadas estadounidenses montaron una falsa prisión en la Base Aérea de Bagram en Afganistán. Bagram se haría famosa enseguida y, en comparación, Guantánamo es una colonia de verano. Cuando Nabil llegó allí en enero de 2002, como uno de los primeros presos, no había paredes, solamente jaulas con alambre de púas. En el crudo invierno, Nabil era obligado a dormir sobre pisos de cemento sin ninguna manta. La comida y el agua eran escasas. En los trayectos de ida y vuelta para sus frecuentes interrogatorios, soldados estadounidenses golpeaban a Nabil y lo arrastraban por las escaleras de hormigón. Otros presos murieron. Después de un mes en Bagram, Nabil fue trasladado a Kandahar.

Nabil negó toda conexión con Al Qaeda, los Talibán o con alguna persona u organización remotamente vinculada a los ataques del 11/9. Y los estadounidenses no tenían ninguna prueba de su implicación, salvo falsas denuncias de otros prisioneros que lo involucraban, obtenidas en una cámara de tortura en Kabul. Varios interrogadores estadounidenses le dijeron que el suyo era un caso de identidad equivocada. De todos modos, EE.UU. había adoptado normas estrictas para los árabes bajo custodia –todos debían ser enviados a Guantánamo. El 15 de febrero de 2002, Nabil fue trasladado en avión a Cuba, esposado, atado y encapuchado. Desde entonces, ha sido sometido a todos los horrores del manual de Guantánamo: privación del sueño, privación sensorial, temperaturas extremas, aislamiento prolongado, acceso mínimo a la luz del sol, ausencia casi total de recreo y atención médica limitada. En 11 años, nunca fue autorizado a recibir la visita de un familiar. Por razones conocidas únicamente por los hombres que dirigen la prisión, Nabil nunca fue sometido a una asfixia simulada. Su abogado cree que es porque no sabe nada y no tiene nada para entregar.

El gobierno estadounidense dice otra cosa. En los documentos, los fiscales militares dicen que Nabil se alojaba en una pensión dirigida por personas que tenían lazos con Al Qaeda y que fue nombrado por otros como alguien afiliado a los terroristas. Nabil nunca ha sido acusado de ningún crimen, empero. A decir verdad, en dos ocasiones se dio el visto bueno para su “transferencia” o liberación. En 2007, una junta de inspección creada por el presidente Bush recomendó su liberación. No pasó nada. En 2009, otra junta de inspección creada por Obama recomendó su transferencia. No pasó nada. Según sus guardias, Nabil es un prisionero modelo. Mantiene la cabeza gacha y evita los problemas. Ha perfeccionado su inglés e insiste en hablar en ese idioma con sus abogados británicos. Escribe en un inglés impecable.

En los últimos siete años, conocí a una serie de hombres inocentes que fueron condenados a la pena de muerte como parte de mi trabajo en el Proyecto Inocencia, que trabaja para liberar a personas detenidas indebidamente. Sin excepción, todos me han dicho que la crueldad del confinamiento aislado es brutal para un asesino de sangre fría que admite libremente sus crímenes. Para un hombre inocente, en cambio, la condena a muerte lo acerca peligrosamente a la locura. Llega un momento en que resulta imposible sobrevivir otro día.

Deprimido y llevado al punto de la desesperación, Nabil se sumó a una huelga de hambre en febrero. Cuando empezó a ganar ímpetu y la salud de Nabil y sus compañeros presos comenzó a deteriorarse, la administración Obama quedó arrinconada. De golpe, debió enfrentar la horrible perspectiva de que los presos cayeran como moscas dejándose morir de hambre ante los ojos del mundo. En vez de liberar a Nabil y los otros presos que no están clasificados como una amenaza para EE.UU., la administración decidió evitar los suicidios obligando a los huelguistas a comer. Nabil no ha sido el único “error” en nuestra guerra contra el terror. Cientos de otros árabes fueron enviados a Guantánamo, tragados por el sistema existente allí, nunca acusados y transferidos eventualmente a sus países natales. No ha habido disculpas, ni comunicados oficiales de arrepentimiento, ni compensación, ni nada por el estilo. EE.UU. se equivocó totalmente pero nadie puede admitirlo.

En el caso de Nabil, las fuerzas armadas y los agentes de inteligencia estadounidenses se fundaron en informantes corruptos que simplemente querían juntar efectivo estadounidense, o peor aún, soplones de la cárcel que intercambiaban historias falsas por golosinas, pornografía y a veces simplemente una suspensión de sus propias palizas.

Recientemente, la administración Obama anunció que trasladará algunos presos árabes más a Argelia. Es probable que Nabil sea uno de ellos y si eso ocurre se cometerá otro error trágico. Su pesadilla no hará otra cosa que continuar. No tendrá apoyo para reintegrarse a una sociedad donde muchos serán hostiles a un ex detenido de Guantánamo, ya sea por suponer que es un extremista o porque se niega a sumarse a la oposición extremista al gobierno argelino. ¿Qué deberían hacer? ¿O qué deberíamos hacer? Primero, admitir el error y pedir disculpas. Segundo: darle una indemnización. Los contribuyentes estadounidenses gastamos US$2 millones anuales durante 11 años para mantener a Nabil en Guantánamo; démosle a este tipo unos miles de dólares para que pueda levantarse. Tercero, presionar a los franceses para que pueda ingresar nuevamente al país. Suena simple, pero nunca ocurrirá.

(c) The new York Times. Traduccion de Cristina Sardoy

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